Caminar, vivir, compartir...

Durante años viajeros han apuntado en libretas sus vivencias, hallazgos, descubrimientos, curiosidades... Esta es una de ellas, con los apuntes al vuelo de este viajar por la vida . Estas notas brotan de lo que va pasando por mente y corazón en el auto, en la charla, al leer o mirar multimedia. Y se convierten en un espacio de convergencia entre los amigos, quienes también aquí pueden compartir los apuntes que van haciendo de su caminar por la vida.

viernes, 18 de agosto de 2023

La grandeza del poder de las pequeñas cosas de cada día

Autor: José Rafael de Regil Vélez. Si quieres conocer más del autor, haz click 


Lo he escuchado muchas veces, yo mismo lo he dicho: "como necesito unas vacaciones"... Un momento distinto al de cada día, ideal para re-crearnos, para rehacer los lazos consigo mismo, con los demás, incluso con el mundo en el que vivimos. 

         En otro sentido, hablamos de momentos especiales, de días que esperamos ansiosamente para romper la rutina, salir de lo de cada día, encontrarnos con los sentidos, los significados, las prácticas que nos humanizan, que abonan a nuestro llamado a ser más por, con y para los demás encargándonos del mundo que nos carga... Tiempos que nos parecen poderosos para vivirnos con una mayor carga de lo que consideremos cada quien auténticamente humano.

          No reniego de la importancia del tiempo diferente, de los periodos que dedicamos con mayor atención a nosotros, a los demás, a ir más allá en prácticamente casi todos los aspectos de nuestra vida. Al respecto encontrarás textos que hablan del tiempo con sentido, significado y acciones humanizantes.

          Sin embargo, creo que es importante detenernos un poco a considerar el otro lado de la moneda, ese que casinunca vemos porque puede no parecer llamativo, porque estamos demasiado habituadas y habituados a él, porque ha dejado de ser "especial": el de la pequeñez de las cosas de cada día, de la aparente insignificante cotidianiedad. 

           Hace algunos meses ya, cayó en mi buzón de correo electrónico un texto pequeño, pero provocador, de Pau Vidal, publicado en el blog de Cristianisme e Justicia (https://blog.cristianismeijusticia.net/2022/12/23/lo-cotidiano), llamado Lo cotidiano. 

          El teólogo y arquitecto jesuita, justo en la temporada decembrina, cuando se celebra la locura del pesebre, nos convoca a perder el miedo que tenemos por lo pequeño, lo insignificante, lo precario, lo limitado e irrelevante. Cuando este temor nos invade, no llega solo, viene con la tentación de fugarnos de lo único real que tenemos: lo que vamos viviendo a cada momento.



          Es entonces cuando perdemos piso y nos distraemos pensando en escenarios mejores, siempre distantes y a veces nunca concretables, en los que nos situamos plenos, realizados, en paisajes y compañías casi de ensueño.

          Recuerdo una vez -en mis tiempos de senderista- que fuimos a un paseo largamente esperado. Estábamos en un lugar espectacular: montaña, caídas de agua, sonrientes por la primera parte de la meta cumplida... Y uno de nuestros acompañantes permanentemente pediente de lo que debía hacer en otro momento, con otras personas, en otra actividad... y estando en presencia corporal, dejó ir lo importante, lo bello, lo por tanto tiempo aguardado.

       Y es que "quien es fiel en lo poco, será fiel en lo mucho". Solo quien a hecho de lo pequeño y lo cotidiano el lugar habitual de encuentro con lo grandeza de lo humano -su propio ser humano y lo posibilitantemente humano del encuentro con los demás y con el mundo" podrá entonces tener vacaciones llenas de sentido, salidas de senderismo con significado, veladas y fiestas pletóricas de humor, risa, re-creación. 

         Esta manera de existir se construye en el tramo del transporte diario al trabajo, en la alegría por el pequeño detalle que arrancó una sonrisa en el compañero de oficina, de escuela, o el vecino; en la movilización fraterna y compasiva por la enfermedad de alguien, la necesidad económica cuando no llegamos al final de la quincena o en las casi invisibles conquistas de nuestro carácter, del dimensionamiento de nuestras reacciones emocionales en pro de nosotros, de los demás... Y por supuesto, cuando somos capaces de encargarnos de los problemitas, que no resueltos terminan siendo la madre de los problemotas.

          Las pequeñas cosas de cada día son poderosas. Porque bien vistas en el recato de la noche, cuando agradecemos lo vivido, se nos revelan llenas de sentido, diferentes a cualquier otra similar que haya pasado y por lo tanto transgresoras de la rutinización.

          En estos días de agosto en los que escribo, millones de personas estamos regresando a la vida de siempre, terminado el periodo vacacional perversamente llamado receso de verano por la burocracia educativa. Las carreras de siempre, los horarios de siempre, los días de descanso de siempre.... y la novedad de lo inédito que allí está, como pequeño gazapo en el campo, oculto pero lleno de vida, a la espera de revelarse lleno de vida y con una capacidad de vitalizar los momentos. 

          Excelente oportunidad para adiestrarnos en lo único que dará consistencia a cualquier tiempo y lugar en los que habitemos como solo las personas podemos llegar a serlo. Feliz retorno a la enorme pequeñez de la vida de cada día.

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