José Rafael de Regil Vélez, si quieres conocerlo haz click aquí
¡Cuidado con la salud!
Hace algunos años un conocido pasó un momento complicado por querer un poco más de salud. Resulta que años atrás se comentó en noticieros y publicaciones que los hallazgos de especialistas indicaban que el ácido acetilsalicílico tiene propiedades que hacen la sangre más líquida. El sentido común marcaría que consumir una media pastilla de este fármaco prevendría la aparición de embolias o cualquier mal ocasionado por coágulos en el sistema sanguíneo.
Pues bien, el susto vino porque la persona en cuestión sufrió un derrame en el aparato gástrico y no parecía que hubiera poder humano capaz de arreglar una sangre demasiado líquida para permitir la coagulación.
En las culturas urbanas occidentales -con un ejército de mamás a la cabeza- suele haber una especie de devoción por todo lo que tiene que ver con la salud: alimentación orgánica, higiene en todos los ambientes, remedios de todo tipo. Y eso puede tener consecuencias, no precisamente las deseadas.
Mamás alergénicas
En alguna ocasión conversé con una epidemióloga de la Organización Mundial de la Salud (OMS), quien me decía que en muchos países -especialmente los desarrollados- pareciera aumentar de manera preocupante la cantidad de personas que presentan cuadros alérgicos. Y lo preocupante viene de que el incremento es debido, muy posiblemente, no a los factores tradicionalmente alergénicos, sino a las propias familias.
Hoy las mamás con cierta educación intentan cuidar de la mejor manera a sus hijos, al grado que llegan a sobreprotegerlos: el cuidado se vuelve en su contra.
Las progenitoras en su búsqueda de condiciones óptimas de crianza compran alimentos libres de cualquier cosa que pudiera parecer extraña, proporcionan agua sin ningún tipo de organismos que pudieran atentar contra sus niños; no los dejan jugar en el lodo, ni en los juegos públicos o en los parques vecinales. Se sienten orgullosas de que sus pequeños están tan bien cuidados que no deberían sufrir enfermedades. Son paladinas de la asepsia y la antisepsia.
https://pixabay.com/es/diente-de-le%C3%B3n-maleza-naturaleza-1123445/ |
Pero eso se ha ido convirtiendo en un problema. La British Broadcasting Corporation (BBC), de Londres, publicó en su portal "Mundo" un interesante trabajo sobre el tema titulado Es mejor ser más sucios (https://www.bbc.com/mundo/noticias/2011/02/110214_salud_alergia_higiene_mr): el exceso de higiene que obsesiona a las mamás se vuelve alergénico y engendra un problema de salud pública que todos terminamos pagando: los niños crecen con innecesarias propensiones a las alergias.
La investigación del periodista británico Dan Cossins puso sobre la mesa trabajos realizados en diversas instituciones en los que se muestra que en los países con mejores condiciones de bienestar ha aumentado el número de personas que sufren de alergias.
Una teoría prima sobre las demás para explicar esta tendencia que pareciera ya epidémica: la "hipótesis de la higiene", emitida en 1989 por David Strachan, del Hospital Universitario San Jorge, de Londres.
Esta surgió tras observar que quienes durante la infancia habían sufrido enfermedades graves eran menos propensos a sufrir alergias, que quienes no habían enfermado en la infancia.
La explicación apunta a que el estilo de vida demasiado limpio de los países occidentales vuelve -por decirlo de alguna forma- ocioso e inmaduro al sistema inmunológico, el cual ataca las moléculas extrañas con las que se topa, aun cuando fueran inicialmente inofensivas. Si los niños son un poco más sucios y se enferman un poco más podrían ser adultos más sanos.
Las personas que conviven desde chicas con microorganismos “amistosos” van preparando su cuerpo para que actúe en los momentos precisos, pues estos estimulan la inmunidad humana. Su carencia provoca que el organismo reaccione inadecuadamente a agentes como el polvo de los peluches, el pasto, las plantas o el pelo de los animales.
La sobreprotección de los niños no sólo los incapacita para la vida social sino que los coloca en desventaja fisiológica para afrontar la cotidianidad.
Sigue siendo pertinente llamar la atención sobre la necesidad de educación continua de los padres de familia, en especial de quien tenga la cotidiana responsabilidad del cuidado y la educación de los hijos.
Un remedio: el pensamiento crítico
Hoy se cuenta con un acceso descomunal a todo tipo de información. Una persona medianamente educada puede consultar cientos de páginas de internet y hacerse ideas verosímiles del funcionamiento de la realidad, pero parciales, incompletas, con consecuencias desafortunadas como en el caso referido al inicio de esta colaboración o las que indican los estudios epidemiológicos en torno a las alergias.
La formación del pensamiento crítico es un camino de toda la vida. Es una actividad ardua, porque supone aprender a buscar los datos más pertinentes posibles que estén a disposición, intentar formas de procesarlos para lograr el entendimiento de los fenómenos que permita hacer juicios sobre lo real, que sean adecuados, atinados. Las valoraciones y las decisiones que seguirán a este proceso seguramente serán más ecuánimes.
Nadie, por más informado que esté, puede garantizar conocer y entender todo lo que le es relativo, pero sí la persona crítica, en proceso de formación permanente, puede comprometerse en mantenerse atento para entender su cotidianidad y realizar los juicios necesarios para construirse persona. Se allega las herramientas de experiencia, entendimiento, juicio que le son necesarias para moverse de forma adecuada con la realidad.
Las escuelas, por lo general, han dado información, pero no siempre han formado para ser críticos; para ver la relación entre lo que se piensa y lo que se vive, para dudar, para buscar información más valiosa. Escinden pensar y vivir: esa ha sido su gran deuda social porque han formado personas que leen y reciben conocimientos que no logran relacionar con su vida diaria. Lo bueno es que eso puede tener remedio: formarse para pensar críticamente es posible en cualquier momento de la vida.
Las instituciones educativas y las familias tienen el enorme compromiso de preparar para la vida. Seguramente si las mamás alergénicas hubiesen sido mejor formadas en la escuela para ser personas críticas, dañarían menos a sus hijos en nombre de un amor que por falta de lucidez sobreprotege. Y los demás no pagaríamos los platos rotos.
Síguenos en Facebook: https://www.facebook.com/apuntesenelcaminorr/
Publicado: E-consulta, 02 de marzo de 2011. Actualizado el 30 de julio de 2018.