Caminar, vivir, compartir...

Durante años viajeros han apuntado en libretas sus vivencias, hallazgos, descubrimientos, curiosidades... Esta es una de ellas, con los apuntes al vuelo de este viajar por la vida . Estas notas brotan de lo que va pasando por mente y corazón en el auto, en la charla, al leer o mirar multimedia. Y se convierten en un espacio de convergencia entre los amigos, quienes también aquí pueden compartir los apuntes que van haciendo de su caminar por la vida.

miércoles, 11 de agosto de 2021

No todos vamos en el mismo barco: reflexiones sobre justicia social y retorno a las escuelas en medio de la Covid-19

 Autora: Ila Kuri 


Creo que la decisión de enviar o no a los niños y jóvenes a clases presenciales, dependerá, una vez más, del nivel socieconómico de las familias. 
           Me explico:
          Surtía mi despensa en el supermercado, y mientras elegía las verduras, escuché la conversación de cuatro empleadas. La de panadería preguntó a las otras si llevarían a sus criaturas a clases el 30. La de frutas dijo que sí porque “tenía 3 y ¿a qué horas gano para tanto aparato, y pago de internet de las clases en línea”; la de carnes dijo que también porque, aunque nomás tenía dos, ella y su esposo trabajaban “y eso de vigilar las clases y las tareas, no se puede”; la de salchichonería no dijo número de hijos, pero sí aseguró que los llevaría a clases y la de panadería remató diciendo “yo tengo cuatro ¿Cómo los sigo encerrando si me vengo a trabajar? Se van a la escuela”.
          Son madres trabajadoras, dudo que ganen lo suficiente para irse de paseo, de excursión, de playa o de pueblo mágico. Trabajan todo el día y el marido, si tienen, también. Viven cuatro, seis y hasta más personas en un departamentito de interés social o en alguna pequeña vivienda de colonia popular. Para ellas no hay elección posible, sus criaturas irán a clases con la bendición de Dios.
          En las comunidades rurales también volverán a sus humildes escuelas (eso si no es que han seguido yendo durante la pandemia una o dos veces por semana a recibir instrucciones y entregar tareas, porque ahí esa vacilada del internet y las clases en línea, pues nomás no) Tampoco para esas familias hay elección.
         Quienes sí van a poder elegir son las familias de clase popular acomodada y clase media (acá no tenemos clase alta así que ni pensar en ellos) Y justamente esa clase popular acomodada y esa clase media es la que tiene recursos para paseos, excursiones, idas a la playa, fiestas, pueblos mágicos y reuniones “familiares”. 
         Claro, no todas las personas de esos niveles han roto el aislamiento. Muchas familias se han cuidado, respetan los protocolos y restringen sus salidas al mínimo. Justo en esa ambivalencia está el riesgo: en la escuela se van a reunir los niños que anduvieron del tingo al tango con sus familias y los niños que se mantuvieron en aislamiento. Los niños cuyos padres y familiares sí se vacunaron con los niños cuyos familiares y padres no lo hicieron. A mi esa es la parte que me aterra.
       Las familias de estos niveles socioeconómicos sí pueden elegir. Tienen viviendas más amplias, generalmente hay una PC y/o una lap en casa. Los niños tienen Tablet o celular. Y el internet es uno de los servicios normales como la luz o el gas. 
Estas familias si podrán negociar con las autoridades de la escuela pública o privada a donde vayan sus hijos e hijas para seguir trabajando en línea, si así lo deciden. Tendrán tiempo para formar comités de vigilancia que confirmen el respeto a los protocolos, si deciden lo presencial.
De nuevo, estamos en el mismo mar, pero no en el mismo barco.