Caminar, vivir, compartir...

Durante años viajeros han apuntado en libretas sus vivencias, hallazgos, descubrimientos, curiosidades... Esta es una de ellas, con los apuntes al vuelo de este viajar por la vida . Estas notas brotan de lo que va pasando por mente y corazón en el auto, en la charla, al leer o mirar multimedia. Y se convierten en un espacio de convergencia entre los amigos, quienes también aquí pueden compartir los apuntes que van haciendo de su caminar por la vida.

sábado, 26 de febrero de 2022

¿Es posible el diálogo intergeneracional?

Autor: José Rafael de Regil Vélez, si quieres conocer más del autor, haz click aquí


Hace algún tiempo tuve una conversación  con un grupo de alumnos universitarios. Los encontré tomando café. Estaban cómodamente instalados en unas sillas al aire libre y departían animosamente. 
          La charla versaba —casi como para variar— en torno a sus abuelos, papás, tíos y todo ese montoncito de cosas que los muchachos perciben diferentes a ellos y que a veces les causan la sensación de ver la vida de manera diferente, como en dos horizontes de comprensión casi irreconciliables: el de los mayores y el suyo.
          Llegué yo, que puedo ser de la edad de alguno de sus padres -si no es que mayor- y acepté la invitación para unirme a su tertulia. Después de un rato de escuchar y no intervenir en su diálogo, me preguntaron que por qué me había quedado callado. Les contesté que se me hacía chistoso mientras hablaran de ese tema alguno de ellos tuviera estampada la figura del Ché Guevara en su camiseta.
         Después del cotorreo por la alusión, me inquirieron sobre el por qué de lo chistoso.
          — ¿Por qué a algunos jóvenes, todavía en este siglo XXI, les gusta la figura del Ché, incluso como para llevarla en una prenda de vestir?
         — Pues…. Porque tenía cosas chidas: había viajado por toda Latinoamérica, se había comprometido con lo que él creía, se había rebelado al mundo que habían diseñado otros…
— Si el Ché viviera, ¿alguien sabe qué edad tendría?

Silencio…

— Si el Ché viviera —continué— tendría más de 90 años: ¡sería como sus abuelitos, o bisabuelitos. ¡Mi papá y el Ché nacieron en 1928!
         Su reacción fue divertida. No lo habían pensado. La reflexión se fue hacia por qué con algunos de otras generaciones sí nos sentimos a gusto y por qué con otros nos sentimos como en una brecha generacional. 

Lo que humaniza, nos une

Nuestros pensamientos se inclinaron a señalar que  las cosas humanas y humanizantes por las cuales se jugaron la vida personas que vivieran en otro momento o son mucho mayores que nosotros, nos pueden resultar sugerentes para la tarea que tenemos nosotros de construir nuestra vida: la amistad, la solidaridad, tratar de explicar razonablemente las cosas que vivimos, el compromiso, vivir de ideales, la libertad...
          Más allá de la forma concreta en la que quienes nos precedieron hayan vivido, es posible encontrar una especie de buena vibra que nos hace sentirlos humanos y a nosotros sentirnos humanos frente a ellos. Y entonces, la tan llevada y traída crisis entre generaciones diluye sus fronteras.
          Esta es la experiencia que está detrás, por ejemplo, del reconocimiento y la simpatía por Marie Curie, la científica que sent imos cercana no solo por haber destacado en un ambiente misógino como el de los científicos de su tiempo, sino por la libertad con la que vivió. 
           Es también la razón por la cual jóvenes, adultos no tan mayores e incluso los mayores se sienten tan a gusto leyendo o escuchando al casi octogenario Papa Francisco cuando nos llama a la fraternidad solidaria, a la construcción de la paz o al cuidado de la Casa Común.


No en la superficie, sino en el Centro

El diálogo generacional, como cualquier diálogo sensato, se teje sentipensantemente no en la superficie de las formas habituales, sino en el centro de lo que les da sentido. 
          José María Mandones utilizaba la imagen de la esfera para explicar cómo es posible dialogar cuando el punto de partida de los interlocutores está en distintos lugares: en la superficie de la esfera es casi imposible tocarse, a menos que se recorra toda la distancia y se pierden la riqueza de la diferencia. Hay que ir al núcleo, allí donde se encuentra lo que compartimos, lo que nos une. Allí nos reconocemos, nos conciliamos o reconciliamos,allí con mente y corazón concordamos y tejemos los acuerdos mínimos para la convivencia, para la respuesta conjunta a los desafíos del mundo que nos requieren juntos.
          El Papa Francisco al inicio del año 2022 decía que la construcción de la Paz requiere del diálogo entre las generaciones, allí donde los jóvenes comparten vitalidad, esperanza, ganas de hacer cosas y en el que reciben sabiduría, cariño, experiencia. La intergeneracionalidad no es algo que podría estar padre, sino necesidad y exigencia humanizante. Y no es una quijoteda, sino algo realmente factible en el reconocimiento de labúsqueda de lo que humaniza y que encontramos cuando trascendermos las formas inmediatas de lo que vivimos y vamos al fondo, al fundamento que tiene que ver con la verdad, el bien, el valor, la creación de l a vida, la libertad, la compasión.


A hacer camino al andar

Hay cosas valiosas —como las del Ché, Ignacio de Loyola o Teresa de Calcuta— que podemos compartir de generación en generación, siempre y cuando queramos correr la aventura de darles contenido propio, de encarnarlas en nuestro momento, de ponerlas en palabras, gestos y acciones contemporáneas. Recuperar lo humano y humanizante del pasado es la activa labor de nuestro presente. Y hasta los jóvenes pueden vibrar con ello, por más que alguien se empeñe en señalar lo contrario.

Publicación: la jornada de oriente, 16 de marzo de 2006.

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