Caminar, vivir, compartir...

Durante años viajeros han apuntado en libretas sus vivencias, hallazgos, descubrimientos, curiosidades... Esta es una de ellas, con los apuntes al vuelo de este viajar por la vida . Estas notas brotan de lo que va pasando por mente y corazón en el auto, en la charla, al leer o mirar multimedia. Y se convierten en un espacio de convergencia entre los amigos, quienes también aquí pueden compartir los apuntes que van haciendo de su caminar por la vida.

jueves, 13 de abril de 2023

FORMAR PARA HACER EL BIEN

 JOSÉ LUIS EMMANUEL HORTA GARCÍA


Resumen:

Desde la perspectiva de la “intencionalidad de la vida buena, con y para otro” de la ética de Paul Ricoer se puede plantear la interrogante de cómo formar desde la profesión de docente. La pregunta plantea  hasta dónde es la implicación de la labor de acompañar a los alumnos. Es decir, qué le compete o no, a los profesores, en su búsqueda de compartir cualidades éticas, intelectuales y afectivas. De modo que vaya más allá de compartir conocimientos.

Una de las últimas tendencias en el núcleo de la sociedad, la familia, es el traslado del paquete de la educación de los hijos a las instituciones educativas y por ende a los docentes como individuos. La conciencia de tener que educar, formar y enseñar a los hijos es algo que requiere compromiso en un padre, en una madre. A lo que nos vamos enfrentando es a esa falta de capacidad que tenemos las personas de comprometernos, especialmente  con otros seres humanos. 

Cuando se trata de adolescentes que cursan sus estudios en instituciones educativas, el contacto que tienen con los docentes es casi diario. Las carencias de cualquier tipo se van haciendo latentes y es imposible no percatarse de ello. De ahí la cuestión fundamental que nace en este coloquio: ¿cuál es la postura que debe tomar un docente frente a esas carencias de sus alumnos? ¿Hasta dónde es o no asunto suyo?

Hablando de ética, Paul Ricoeur la define como: “intencionalidad de la vida buena, con y para otro, en  instituciones justas” (p. 15). En el caso de un docente o alguien que acompaña la formación de un adolescente, de manera profesional, deberá cuestionarse si en su ética profesional entra este aspecto de la “intencionalidad de la vida buena”. Sin querer indagar en todas las acepciones que puedan tener estas palabras, algo que se entiende claramente es que no se puede ser ajeno a que la labor de acompañamiento también abarca, hasta cierto punto, la  intención de que vivan una vida buena.

Uno de los puntos fundamentales es resolver individualmente si percibo en primer lugar a ese  adolescente como “persona” o como “alumno”. Si se percibe como alumno, entonces algo que es fundamental, se podrá cambiar su nivel de importancia en el  acompañamiento y sería un error, según nuestro modelo  educativo. Aunque cueste todos los días recordar que primero son “personas”, esto es nuestra guía principal para que ese acompañamiento, desde la formación, tenga un efecto en los adolescentes. De otra manera, se está moldeando individuos que acaten normas, aprendan  conocimientos, pero no personas que son capaces de  añadir esas enseñanzas a un mundo donde necesitamos  aplicarlas con criterio, con sentido y competencia.

Si el hecho de acompañar y formar a la persona que se está haciendo, según el sentido de potencia y acto aristotélico, requiere abarcar la mayoría de sus facetas, entonces hay que cuestionarnos sobre “qué cualidades esperamos que desarrolle el alumnado para que, teniendo en cuenta las mismas, se pueda fomentar una formación docente tendente a desarrollar esas cualidades éticas, intelectuales y afectivas en los/as discentes” (Jacques Delors, en VV.AA., 1996). Una vez que cada docente o acompañante decida que cualidades quiere aportar en sus  clases o sesiones, entonces estaremos dándoles un sentido  más profundo a nuestro trabajo, con una motivación  mayor que la de únicamente transmitir conocimientos y fabricar autómatas. 

En resumen, el objetivo docente y de un acompañante será formar bien y formar para hacer el bien, según lo que cada uno haya decidido que sea el sentido de su acompañamiento a los adolescentes.

Referencias:

Cortella, M.S. (2018). Convivencia, ética y educación.  Audacia y esperanza. Madrid, Narcea de Ediciones.

Ricoeur, P. (1996). Sí mismo como otro. A. Neira Calvo  (Trad.). México. Siglo XXI.

VV.AA. (1996). La educación encierra un tesoro. Madrid,  Santillana, S.A. Ediciones UNESCO

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