José Rafael de Regil Vélez. Si quieres conocer más del autor, haz click aquí
El llamado es claro y la ocasión no deja lugar a dudas: en el Día Internacional de la Paz 2025 somos convocados a la acción en pro de la paz; actuar por y para un mundo pacífico. Esta, como toda efeméride, es una invitación a mirarnos como humanos y a comprometernos con lo humano (La desgracia del tiempo plano)
En 1981 la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) acordó la instauración de un día para que en el mundo entero las personas nos detuviéramos un momento para reflexionar sobre la paz y la erradicación de la violencia.
Ese día marcaba el comienzo de la Asamblea (la tercera semana de septiembre) como muestra y recordatorio de que uno de los motivos más importantes para que exista un organismo como la ONU -nacido después de la segunda guerra mundial- es la promoción de todo lo que tiene que ver con la paz, comenzando por acometer de frente toda forma de violencia.
En 1991 se asignó una fecha específica para la efeméride: 21 de septiembre. Ocho años después se dio un paso al desplazar el énfasis en la no violencia, hacia la cultura de paz (Declaración por una cultura de paz). Desde entonces la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, el Arte y la Cultura (Unesco) año con año se suma a muchísimas personas e instituciones para ayudarnos a fijar la atención en la Paz.
Todos somos interpelados
En el Día Internacional de la Paz 2025 se reafirma que la paz nos interpela a todos; que no solo es un asunto de nivel nacional o internacional, que pueda reducirse a la paz interior.
Es un desafío para cada uno de nosotros; pues se trata de una forma de relacionarnos. En la paz hay respeto, tolerancia, inclusión. En la convivencia pacífica se privilegia el diálogo y la confluencia, el consenso y la concordancia en la solución de los conflictos que pueden impedir que hombro a hombro construyamos el bien común.
Comprometerse con la paz es la apuesta para actuar prontamente frente a toda violencia y en la promoción y construcción de condiciones materiales, sociales, culturales en las que sea posible vivir dignamente. Y es que hay una convicción de fondo que nos mueve: la paz es posible... tiene que ser posible
La Unesco señala acertadamente:
Todas las personas tenemos un papel que desempeñar, desde las fuerzas de mantenimiento de la paz en primera línea de conflicto hasta los miembros de la comunidad y los estudiantes en las aulas de tod el mundo. Debemos alzar la voz contra la violencia, el odio, la discriminación y la desigualdad, practicar el respecto y abrazar la diversidad de nuestro mundo.
Al alcance de cada quien hay una acción posible. Otra vez la Unesco nos da pistas para nuestro actuar cotidiano e inmediato, que yo también suscribo:
- Conversar con próximos y remotos sobre la urgencia de construir espacios en los que nos podamos entender para promover lo que nos permite vivir más conforme a la dignidad de ser personas: afrontamiento de la violencia, promoción de educación de calidad, de acceso a la salud, de cuidado en los distintos aspectos de nuestra vida...
- Hacer voluntariado: los frentes son muchos y todos requieren de personas y organizaciones comprometidas con una convivencia pacífica. Solo por nombrar algunos: educación para la paz, combate de la violencia en las familias, promoción de la mujer, atención a personas y comunidades vulnerables, prevención de conductas de riesgo (peligrosas para quienes las hacen parte de sus vidas y para quienes viven a su lado o cerca de ellas y ellos).
- Desterrar el lenguaje discriminatorio y las conductas de odio en los entornos familiares, escolares, laborales, vecinales.
- Repudiar y señalar las conductas de acoso de cualquier tipo (ciberacoso, acoso escolar, laboral). Al respecto el mensaje en este día internacional nos dice contundentemente: "tómate el tiempo necesario para verificar los hechos antes de publicarlos en las redes sociales"
- Comprar productos de marcas con compromiso social (y por consecuencia, evitar hasta donde sea posible los de las empresas que apoyan causas violentas, programas contra la dignidad de las personas).
- Apoyar a las organizaciones cuya misión y acción se realiza en torno a la sostenibilidad, los derechos humanos, incluso, de manera específica, en la promoción de la cultura de paz, la solución pacífica de conflictos y el combate a la violencia.
Allí donde hay personas de carne y hueso, abriendo canales para la ayuda humanitaria, donde hay gobiernos ejerciendo presión internacional en los conflictos de nuestra época, donde son vulnerados los derechos humanos, podemos apoyar; porque en la realidad, lo lejano termina siendo cercano.
Actuar ahora por un mundo pacífico. La única manera que alguien se quede fuera es que no quiera entrarle. Miremos nuestro compromiso, invitemos a hora y a deshora, porque la causa de lo humano -que es también la causa por nosotros mismos- en cualquier frente y lugar es algo que bien vale la pena y en la que nos jugamos nuestro presente y nuestro futuro.
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