José Rafael de Regil Vélez
Escribí este texto justo en la noche del 1 de julio de 2018. Habíamos vivido una campaña que en realidad duró 18 años; que polarizó extremadamente las opiniones, las emociones... Parecía que todo se jugaba al votar, que votar era el máximo acto de participación política al que podíamos aspirar y que con eso podríamos entregarle nuestra vida personal y política al funcionario que resultara electo.
En México, donde vivo y voy apuntando lo que encuentro en el camino, hemos pasado dos periodos electorales más, dos para poder legislativo federal y uno para ejecutivo federal y todas las entidades han pasado por comicios municipales y estatales. Y observo que hay que volver a hablar de nuestro turno para la política, de lo que nos compete una vez que hemos votado.
Sigo pensando que en lo que corresponde a hacer un mundo mejor en nuestro aquí y ahora inmediatos, mediatos y remotos hay mucho que hacer, justo porque se acabaron las elecciones y es nuestro turno para la política, y hacernos a un lado es, cuando menos, irresponsable.
* * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * *
Comienzo estas líneas cuando faltan unos pocos minutos para que termine la segunda parte del proceso electoral para elección de presidente, diputados y senadores... y en Puebla como en otras entidades también elegimos ayuntamientos, diputados locales y gobernador. Atrás quedó la campaña y nos enfrentamos al conteo, publicación de resultados oficiales y declaraciones de validez de la elección. ¿Y a nosotros qué nos toca? ¿Podemos hacer algo en lo que pasan los próximos seis años y nos volvemos a dar a la tarea de ensalzar a nuestros gallos y denigrar a los del vecino en tanto podemos ir a las urnas? Comparto algunas primeras ideas en tono de invitación para mí mismo y para quien le parezca medianamente sensato.
1. Un poco más de criticidad y menos caudillismo
El periodo previo a las elecciones estuvo cargado de afirmaciones, debates, publicaciones en todo tipo de medios. En lo que a los ciudadanos de a pie corresponde las redes sociales fueron el ágora principal para la isegoría, que es el derecho que todos los ciudadanos tenemos de emitir nuestra opinión sobre los asuntos públicos.
Con singular alegría circularon mensajes que decían: "de buena fuente me han dicho que"... o "evita el fraude porque..." Mensajes que provocan incertidumbre, nerviosismo, pero que terminan siendo de poca o nula contribución para entender mejor lo que en realidad pasa o puede pasar.
Mención específica requiere la forma en la que cada quien ensalzó a su candidato o partido y la forma en la que denigró a los adversarios: argumentos sin fundamento, llenos de ignorancia e incluso mentira.
Si bien necesitamos espacios para explayar nuestras emociones de distintas formas, también nos merecemos aquellos en los que se pueda hablar con fundamento, mesura, análisis informado y que permitan discusiones menos viscerales, que además de incómodas y exaltantes de pasiones, en realidad no contribuyen a aclarar.
Suele decirse que la peor censura es la autocensura, pero en el terreno del que hablo, la automedida es importante como respeto para sí mismo (es una péna mostrarse ignorante y necio) como para los demás (no tienen por qué ser insultados con afirmaciones poco sensatas, cuando no con francas descalificaciones).
Una palabra final en este particular: nos fascinan los caudillos, los líderes mesiánicos que llegan y como por arte de magia nos salvan, nos redimen, hacen lo que los demás no pudieron o quisieron hacer. Depositar en ellos la responsabilidad política de cada día es cuando menos insensato, ingenuo.
2. Sumarse a la vigilancia ciudadana
Mañana la vida en México continúa. Seguimos con importantes tareas pendientes en todos los frentes de nuestra vida pública y privada: cobertura universal de salud, seguridad pública, legislaciones más congruentes con la realidad y las necesidades sociales y menos con los intereses de los grupos que las promueven.
En los últimos cincuenta años los ciudadanos hemos creado espacios de oposición y de compromiso de vigilancia que trascienden a los poderes legislativo y ejecutivo.
Hasta hoy hemos pensado que daremos voto de confianza para que el partido de nuestra preferencia haga cosas diferentes para nosotros y las personas que nos conviene que estén bien. Pero no es algo automático: muchísimos servidores públicos que han estado en los gobiernos anteriores continuarán ganándose la vida como hasta ahora: serán los mismos, con su capacidad o incapacidad de gestión pública, con su honestidad y su corrupción. Ellos serán quienes lleven a los concretos las acciones para la ciudadanía.
Hay que estar pendientes de su actuación, reclamar la falta de cumplimiento, la trastocación de las finalidades... Hay que dar seguimiento a los proyectos de ley, a sus aprobaciones. También ha que pedir un poder judicial fuerte, una Suprema Corte capaz de contrarrestar a los poderes legislativo y ejecutivo.
Sin vigilancia ciudadana los poderes del Estado funcionan por encima de las personas.
3. La militancia de cada día y la política local
Necesitamos un México más incluyente, justo, con espacio para las diferencias; requerimos de una patria en la que no solo unos cuantos se adueñen de las decisiones políticas -y no me refiero solo a las personas y familias que transitan de puestos burocráticos como forma de vida. Y lo requerimos en los niveles federal, estatal y local.
Los educadores militan en la acción misma pedagógica cuando promueven el aprendizaje de la libertad y forman para la ciudadanía; las diversas asociaciones (vecinales, no gubernamentales, etc.) promueven la solución de problemas en específico: comercio justo, servicios, infraestructura, procura de derechos humanos. Los médicos y enfermeras pueden abrir posibilidades de trato digno para quienes sufren....
Al terminar la resaca de ir a votar aparece la vida cotidiana en la cual cada uno puede ser un claro protagonista de los procesos personales, familiares, locales que implican la participación ciudadana responsable.
Una buena forma de continuar la vida después de un proceso electoral como el vivido es saberse sujeto y actor político: comprometido para crear y vivir las condiciones en las que podamos vivir con un poco más de dignidad humana, para que este mundo sea un poco mejor que como lo tenemos.
Hay mucho que hacer.... y es que se terminaron las elecciones.
Imagen tomada de https://i2.sdpnoticias.com/sdpnoticias/2018/01/04/1616_votantes_620x350.jpg
Texto escrito y publicado el 1 de julio de 2018. Actualizado el 18 de junio de 2024.