José Rafael de Regil Vélez, si quieres conocer más del autor haz click aquí
Mis encuentros con Leonardo Boff
Primero lo conocí de oídas, porque en 1981 publicó el libro Iglesia: carisma y poder, había sido una bomba en el ambiente salesiano en el que yo vivía, pues no dejaba muy bien parado a San Juan Bosco por el tipo de relación que tuvo con el Vaticano allá por el ahora cada vez más lejano siglo XIX. Tres años después vivía yo en la Sierra Mixe, trabajando para la Prelatura Mixepolitana y algunos amigos míos lo mencionaban junto con Gustavo Gutiérrez, su hermano Clodovis y entonces un salesiano peruano de nombre Alejandro Cussianovich.
Cuando estudié filosofía tuve un profesor que hacía su tesis doctoral sobre la espiritualidad en Gustavo Gutiérrez, el autor del clásico Teología de la liberación: perspectivas, considerado en aquel entonces texto fundamental de la perspectiva teológica latinoamericana que polarizó los ambientes académicos y eclesiales católicos.
Cuando estudié filosofía tuve un profesor que hacía su tesis doctoral sobre la espiritualidad en Gustavo Gutiérrez, el autor del clásico Teología de la liberación: perspectivas, considerado en aquel entonces texto fundamental de la perspectiva teológica latinoamericana que polarizó los ambientes académicos y eclesiales católicos.
Él nos acercó a un grupo que tuvimos interés a un espacio de diálogo con teólogos de la liberación en el Centro Universitario Cultural, de los dominicos, donde hubo un encuentro latinoamericano no recuerdo si en 1986 o 1987. Allí el nombre de Leonardo era importante, porque vivía un proceso muy complicado con la Congregación para la doctrina de la Fe que cuestionaba la obra que he referido. También porque muchos procesos en el sur de nuestro país se inspiraban en el compromiso de los teólogos y militantes católicos sudamericanos como él.
Boff era entonces un personaje polémico: muy cuestionado por su producción teológica entre los profesionales del quehacer teológico, sumamente inspirador para miles de católicos que intentaban vivir coherentemente su fe en una situación social, política y económica muy complicada que fue la que vivimos los latinoamericanos en la segunda mitad del siglo pasado, con la postguerra, la dependencia económica, las doctrinas de seguridad nacional, los gobiernos oligárquicos, las dictaduras militares.
Cuando entre 1988 y 1990 viví en Colombia compartiendo parte de mi vida en las colonias (barrios) de la Comuna Nororiental de Medellín, golpeadísimas por la violencia, la pobreza y super controlada religiosamente por el Cardenal López Trujillo, personaje de corte inquisidor, llegó a mí de manera completa el primero de los textos de Leonardo Boff que me permitió entenderme como cristiano y compartir buenas noticias con otros cristianos: Los sacramentos de la vida y la vida de los sacramentos. Un pequeño libro que lleva de la mano a los lectores a la comprensión y vivencia de la liturgia, que es un terreno minado porque allí suelen reinar la magia y la superstición, por demás lejanas al espíritu de Jesús de Nazareth.
Llegó el momento de conocerlo en persona. Fue en el lejano 1999 cuando en la Universidad Iberoamericana Puebla nos congregamos en un encuentro académico denominado: Crisis civilizatoria e incertidumbre del futuro humano. Él fue uno de la pléyade de pensadores humanistas que se congregaron en aquel entonces para dialogar sobre la situación desconcertante que vivíamos y las opciones éticas, religiosas, políticas, pedagógicas que sus desafíos nos suponían. Encontré a un hombre sereno, claro de lo que tenía para aportar y dispuesto a conversar. Fue encontrarse con un hermano.
En los años subsecuentes algunos de sus textos se convirtieron en buen apoyo para la reflexión universitaria y la docencia de la filosofía dirigida para no filósofos: El águila y la gallina, El vuelo del Águila, Cuidar la tierra. Invariablemente mis alumnos han logrado a través de sus letras transportarse a las preguntas fundamentales sobre quiénes somos, qué mundo vivimos, cuál responsabilidad tenemos para poder generar vida humana digna, cómo hemos de relacionarnos con nosotros y con la tierra.
Mi encuentro con Leonardo Boff ha sido inspirador, esperanzador y sumamente pedagógico. No puedo decir que sea a partir de él que se haya construido la columna vertebral de mi pensar y mi praxis educativo-pastoral, pero sí que la complicidad con su pensar y su decir ha sido importante para acercar distancias con mis estudiantes y colegas.
Genésio Darci Boff es un pensador y activista brasileño, nacido en 1938 en Concordia, Santa Catarina,en el seno de una familia con diez hijos. Se formó en el seminario de Petrópolis, Rio de Janeiro, y a los 21 años ingresó con los franciscanos, conocidos como hermanos menores, según el espíritu de Francisco de Asís. Tomo el nombre de Leonardo Después de ordenarse sacerdote en 1964 fue a estudiar a Alemania para doctorarse tras seis años en los que coincidió con Karl Rahner y de Joseph Ratzinger. En 1980 se doctoró en filosofía de la religión.
Boff era entonces un personaje polémico: muy cuestionado por su producción teológica entre los profesionales del quehacer teológico, sumamente inspirador para miles de católicos que intentaban vivir coherentemente su fe en una situación social, política y económica muy complicada que fue la que vivimos los latinoamericanos en la segunda mitad del siglo pasado, con la postguerra, la dependencia económica, las doctrinas de seguridad nacional, los gobiernos oligárquicos, las dictaduras militares.
Cuando entre 1988 y 1990 viví en Colombia compartiendo parte de mi vida en las colonias (barrios) de la Comuna Nororiental de Medellín, golpeadísimas por la violencia, la pobreza y super controlada religiosamente por el Cardenal López Trujillo, personaje de corte inquisidor, llegó a mí de manera completa el primero de los textos de Leonardo Boff que me permitió entenderme como cristiano y compartir buenas noticias con otros cristianos: Los sacramentos de la vida y la vida de los sacramentos. Un pequeño libro que lleva de la mano a los lectores a la comprensión y vivencia de la liturgia, que es un terreno minado porque allí suelen reinar la magia y la superstición, por demás lejanas al espíritu de Jesús de Nazareth.
Llegó el momento de conocerlo en persona. Fue en el lejano 1999 cuando en la Universidad Iberoamericana Puebla nos congregamos en un encuentro académico denominado: Crisis civilizatoria e incertidumbre del futuro humano. Él fue uno de la pléyade de pensadores humanistas que se congregaron en aquel entonces para dialogar sobre la situación desconcertante que vivíamos y las opciones éticas, religiosas, políticas, pedagógicas que sus desafíos nos suponían. Encontré a un hombre sereno, claro de lo que tenía para aportar y dispuesto a conversar. Fue encontrarse con un hermano.
En los años subsecuentes algunos de sus textos se convirtieron en buen apoyo para la reflexión universitaria y la docencia de la filosofía dirigida para no filósofos: El águila y la gallina, El vuelo del Águila, Cuidar la tierra. Invariablemente mis alumnos han logrado a través de sus letras transportarse a las preguntas fundamentales sobre quiénes somos, qué mundo vivimos, cuál responsabilidad tenemos para poder generar vida humana digna, cómo hemos de relacionarnos con nosotros y con la tierra.
Mi encuentro con Leonardo Boff ha sido inspirador, esperanzador y sumamente pedagógico. No puedo decir que sea a partir de él que se haya construido la columna vertebral de mi pensar y mi praxis educativo-pastoral, pero sí que la complicidad con su pensar y su decir ha sido importante para acercar distancias con mis estudiantes y colegas.
¿Quién es Leonardo Boff?
www.voltairenet.org |
Hablar de Leonardo Boff es referirse a una persona permanentemente vinculado a la docencia labor que ha desempeñado de la mano con una permanente reflexión que ha sido consignada en una vasta obra -más de 70 libros-, traducidos a más de 10 idiomas, y el acompañamiento de movimientos que han apostado por la inclusión, especialmente de quienes viven en situación de vulnerabilidad, comenzando por los pobres. También es articulista y publica habitualmente cada semana su punto de vista sobre lo que nos preocupa y ocupa a las personas en distintas latitudes del mundo.
Muy pronto fue reconocido como teólogo de la liberación,lo que quiere decir que optó por reflexionar desde los excluidos, en una perspectiva de alguna manera acogida y desarrollada en Latinoamerica. En ese rol fue asesor de los obispos brasileños, la Conferencia Latinoamericana de Religiosos y las Comunidades Eclesiales de Base.
Como pensador ha marcado las pautas de la discusión en diversos ámbitos,razón por la cual abandonó el ejercicio del sacerdocio católico,tras fuertes desencuentros con diferentes sectores de la Iglesia,comenzando con el Vaticano mismo.
En años recientes ha propugnadola necesidad de recuperar los espacios para la vivencia de una espiritualidad que permita trascender el paradigma del dominio, que parta del cuidado de incluyente de toda forma de vida, labor por demás difícil en una cultura consumista, de uso y abuso. Convoca a vivir en la esperanza, que es comprometida.
Las palabras de Boff, pensador y militante mundial, son impulso y aliento para fraternizar las relaciones en una apuesta ecológicamente humanizante...
Una palabra desde Apuntes en el Camino
Por mi experiencia, por la lectura, por la escucha, por lo vivido con mis diferentes compañeros de camino en la vida, creo que Leonardo Boff es una persona comprometida con la causa de lo humano -en su inmanencia trascendente, en su contradicción paradójica, en la apuesta por, con, para y desde los vulnerables y vulnerados-, con la capacidad de permanecer en este empeño transformándose y transformando los cauces de su reflexión y praxis conforme la realidad le ha pedido pensarse y repensarse, pensar y repensar el mundo.
Es un pensador y militante quien entrando en la octava década de vida se vuelve símbolo de la vocación humana y humanizante que todos tenemos. Nuestra tarea: escoger nuestras causas, abrirnos a lo trascendente y compartir y sembrar esperanza no imitándolo a él, sino inventándonos en su compañía.
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