Caminar, vivir, compartir...

Durante años viajeros han apuntado en libretas sus vivencias, hallazgos, descubrimientos, curiosidades... Esta es una de ellas, con los apuntes al vuelo de este viajar por la vida . Estas notas brotan de lo que va pasando por mente y corazón en el auto, en la charla, al leer o mirar multimedia. Y se convierten en un espacio de convergencia entre los amigos, quienes también aquí pueden compartir los apuntes que van haciendo de su caminar por la vida.

jueves, 29 de agosto de 2019

Sí te metas en lo que no te importa

Autor: José Rafael de Regil Vélez, si quieres conocer más del autor, haz click aquí

Hace algún tiempo conversaba con un grupo de jóvenes involucrados en un proyecto escolar que implicaba un mayor esfuerzo de organización, tiempo y profundización que las actividades que suelen ser habituales para muchachos de su edad. Por supuesto que para ellos era una labor difícil y desgastante. No sé si en broma o en serio llegaron a quejarse de lo mucho que se les exigía.

         En algún momento de la charla alguien señaló que también los docentes que los acompañaban hacían grandes esfuerzos, sea porque dan clases en muchos lugares, sea porque coordinar y evaluar el proyecto es muy demandante; también fue dicho que era muy importante darse cuenta que eso sucede a muchos docentes en el país: tienen que trabajar muchísimo y no siempre en las mejores condiciones pedagógicas, laborales y económicos.
          Me impactó la afirmación lacónica y contundente que hizo uno de los estudiantes: "La verdad a mí no me importa si a los profesores les cuesta o no trabajo. ¿Ellos aceptaron este trabajo, ¿no? Me tiene sin cuidado mientras me ponga mi calificación". Lo que seguía era: si al estudiante no le importa la situación de sus profesores, ¿por qué meterse?, ¿por qué y para qué preocuparse de las dificultades que les puede suponer comprometerse un poco más allá que solo dar clases?
         Pasaron algunos días y seguí cavilando en la expresión tan reveladora que había atestiguado. En realidad hay muchas cosas que parecería que no deberían afectarnos. Desde muy pequeños nos ha sido dicho "No te metas en lo que no te importa". Y nos importa nada que este más allá de nuestros intereses próximos, del mayor nivel de confort y consumo que logremos generar, de nuestra seguridad física y económica.
         ¿Por qué deberían importarnos las condiciones de vida de los profesores en nuestro país? Que haya niños en situación de calle sin opciones de futuro ¿es de nuestra incumbencia? ¿o la violencia doméstica en familias que no sean las nuestras, la ubicación y riesgos del relleno sanitario de nuestra ciudad, los conflictos vecinales surgidos en torno de problemas que no nos son inmediatamente relativos, o los feminicidios, la trata de personas, el amplísimo porcentaje de pobres en el país? También podríamos hablar de si deberíamos prestar atención a quienes no tienen acceso a educación de calidad como la de nuestros hijos, o al acceso a la vivienda precaria que permiten la mezcla de mercado e instituciones gubernamentales... La lista es larguísima, cada quién puede añadir aquí lo que se le venga a la cabeza; o mejor: al corazón
           Son muchas las cosas que al no afectarnos directamente -o eso parece- no nos importan y no nos metemos. Y si empezamos a mostrar interés y algún compromiso, no faltará en nuestro círculo cercano de relaciones alguien que emerja para recordarnos la vieja sentencia: “no te metas en lo que no te importa”.

        Hoy hay muchos problemas a nuestro alrededor y deberíamos ser mucho muy lúcidos de lo que nos debe importar, porque de otra forma –si a nadie le importa nada- nuestro mundo se hace inviable. Y si es primordial seguramente pasará que transitaremos de la simpatía y disposición iniciales a intentar comprender y valorar las cosas, a realizar algún tipo de acción, a vivir con diferentes actitudes, más solidarias y menos egoístas, a apoyar a quienes realizan lo que por múltiples razones nosotros no podemos.

Una mirada atenta en torno a nosotros nos permitirá descubrir mujeres y hombres que sí se meten en lo que según otros muchos no debería importarles: están comprometidos en cuanta causa exista más allá de nuestra nariz: género, derechos humanos, desarrollo regional sustentable, comercio justo, prevención de la violencia en sus múltiples modalidades y niveles, mediación de conflictos, cooperativas de consumo, recuperación del agua, alimentación integral. Y a su lado están las personas que sostienen sus empeños, porque apoyan el sostenimiento económico o porque entregan un tiempo de la vida al voluntariado o porque militan en otros frentes y su acción se vuelve estímulo solidario para seguir avante en la causa.

         Quiero reiterar: en cualquiera de esos casos se trata de personas que sí se meten en lo que no les importa -o lo que suele decirse socialmente que no les debería importar- y lo realizan bien, y hacen creíble que una realidad humana y humanizante es posible, aunque muchos lo duden.
Hoy pienso que las familias y los educadores tenemos la obligación de educar a la solidaridad, justamente para que seamos capaces de ver que somos humanos y nada de lo humano puede sernos indiferente y por ello sí nos importa, aunque pudiera parecer impopular. Urge recordar una y otra vez que se educa para la ciudadanía responsable y no para que las personas se sientan a gusto consigo mismas y sus logros individuales.

Este texto fue publicado originalmente en Síntesis Tlaxcala, 19 de octubre de 2013 y actualizado el 29 de agosto de 2019

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