Caminar, vivir, compartir...

Durante años viajeros han apuntado en libretas sus vivencias, hallazgos, descubrimientos, curiosidades... Esta es una de ellas, con los apuntes al vuelo de este viajar por la vida . Estas notas brotan de lo que va pasando por mente y corazón en el auto, en la charla, al leer o mirar multimedia. Y se convierten en un espacio de convergencia entre los amigos, quienes también aquí pueden compartir los apuntes que van haciendo de su caminar por la vida.

lunes, 6 de julio de 2020

En lo nuevo: replantear y resignificar la vida

Autor: José Antonio Brito Solís. Si quieres conocer más del autor, haz click aquí

Edición y cuidado: Socorro Romero Vargas y Rafael de Regil


La Covid-19 no es solo una enfermedad, como solemos entenderla... Es un acontecimiento social, hhistórico, político y económico que ha modificado las condiciones estructurales en las que se da la vida cotidiana. Continuar nuestra vida en el contexto que se ha creado implica realizar cambios respecto de uno mismo, los demás y el mundo que solo serán posibles si resignificamos y replaneamos nuestra vida, en lo más inmediato y en el sentido último desde el que la vivimos.


José Antonio Brito Solís, autor invitado de los Apuntes en el Camino, quien cada vez es más "de esta casa" nos comparte su reflexión sobre las cuatro grandes áreas en las que debemos hacer cambios


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"El ser humano moderno vive bajo la ilusión de saber lo que quiere, cuando,  en realidad, desea únicamente lo que se supone ha de desear. 

Saber lo que uno realmente quiere representa 

uno de los problemas más complejos que enfrenta el ser humano."

–Erich Fromm

 

Un hecho que debemos aceptar es que la vida ya cambio. El surgimiento de la COVID - 19 provocó un antes y un después en la forma de vida en todo el planeta; y aunque parece fácil decirlo, en realidad no es así. Los cambios regularmente se dan a través de procesos que tardan tiempo en crear una nueva forma de vida, porque se incrustan de manera silenciosa en la dinámica cotidiana. Las sociedades van cambiando con los años y las personas nos adaptamos gradualmente a la realidad en la que vamos creciendo sin que los cambios estructurales se sientan abruptamente. 

         Cuando en la historia otras generaciones han tenido que enfrentar momentos de cambios dramáticos, súbitos, en los que el mundo que vivieron se convirtió en otro totalmente, echaron mano de todos sus recursos humanos para salir adelante, en medio de la incertidumbre, con solo una certeza: avanzar paso a paso, aprender de la realidad y no solo de sus ideas previas.

 

        En este nuevo modo de vivir tendremos que aprender muchas cosas y el reto es que debe ser pronto y con la conciencia clara para identificar qué se debe cambiar y qué seguir haciendo. La más fuerte lección que nos ha dado la pandemia ha sido sin duda el reconocer nuestra fragilidad ante la muerte y la vulnerabilidad que tenemos como humanos. Hecho que indudablemente siempre hemos sabido y muchas veces hemos desafiado. Sin embargo, la presencia y letalidad del coronavirus nos ha mostrado que ahora transitamos sobre caminos de muchos riesgos y si queremos avanzar lo debemos hacer con mucho cuidado, porque no somos invencibles. 

Un nuevo momento, nuevas formas de vida

Erich Fromm, en su libro ¿Tener o ser?, escribió sobre la promesa del progreso ilimitado que la época industrial desde sus inicios planteó. En su obra hace un análisis crítico sobre la era que estaba floreciendo, en la cual la técnica y la ciencia serían la respuesta porque nos harían omnipotentes, creadores de un segundo mundo al usar los recursos de la naturaleza como bloques de construcción para una nueva creación. 

          En la visión moderna, dominar la naturaleza y la abundancia material nos daría libertad y esperanza ante un mundo que durante muchos siglos fue controlado por la ignorancia y dominado por un poder prácticamente teocrático, que limitaba el progreso. La nueva ciudad terrenal del progreso reemplazaría a la ciudad de Dios... Pero al paso del tiempo fuimos testigos de que todo quedó en una ilusión. 
         La pandemia de hoy nos ha llevado a reflexionar de manera seria y profunda sobre nuestro sentido existencial y nuestro papel en el mundo, también nos ha puesto alertas para cuidar de manera consiente como nunca antes nuestra salud. Sin salud no hay vida, nada de lo que podamos hacer será más prioritario que la vida y es nuestro deber humano cuidarla, protegerla y perpetuarla. Respetar y dar el lugar que ocupa la salud integral por delante de otros aspectos que el mercado nos ha ofrecido como más importantes es parte de los aprendizajes de este momento. 

Foto: Toño Brito
Foto: Toño Brito
          La vida de la sociedad y de nuestro mundo está construida por las aportaciones de todos. Somos un sistema que se conecta y que se mueve como una maquinaria gracias a las acciones de cada uno. Estas se relacionan unas con otras para hacer la vida. Todos dependemos de todos, es el nuevo paradigma que ahora debemos reconocer, porque cuidarnos a nosotros es cuidar a todos, ayudar a los demás es protegerse personalmente también. 

          Este momento es una oportunidad para replantear y resignificar el sentido de nuestro andar en el mundo. Estamos siendo testigos de una trasformación inédita del mundo y con ello vale la pena reflexionar sobre cuatro aspectos que podrían ponerse como centro para la nueva vida que estamos comenzando.

Reconciliarnos con la naturaleza

La lección ya fue dada. Hemos lastimado como nunca antes en la historia al planeta y aunque ya lo habíamos reconocido desde hace años, verdaderamente nuestro modo de vida no estaba dando señales de una trasformación urgente. Las políticas en muchos países para el cuidado del medio ambiente apenas estaban comenzando a discutirse y algunas a operarse tras una larga lucha de protestas en el mundo.

          Algunas grandes industrias han hecho caso omiso y continúan centrando sus decisiones ponderando el capital, otras están encaminando sus directrices a renovar la forma en que producen sus productos y otras han sido muy responsables con el planeta. Hoy no hay mucho que discutir: es nuestro compromiso saldar la deuda con la naturaleza y reconciliarnos con ella, a través de un verdadero sentido de respeto y cuidado de todos y cada uno de las personas que habitamos el planeta.

Establecer procesos solidarios

La única manera de enfrentar esta crisis es de manera conjunta, no será posible resolver los problemas de manera aislada y sin pensar en los demás. En la vida todos estamos interrelacionados. El sentido de colectividad y comunidad debe formar parte de la manera de movernos en el mundo, en ese sentido la solidaridad debe ser una práctica fija en la forma de cómo nos relacionamos en todos los ámbitos de la vida.

          Esta misión compartida donde todos colaboramos es un mecanismo de progreso, que ahora no debe ser una opción, sino una manera de vivir. Esta percepción de mirarnos como una sola humanidad debe romper las barreras que han fragmentado las diferencias étnicas, religiosas, de raza, económicas, de género; entre otras que nos han limitado crecer en una libertad responsable, justa y pacífica.

Estrechar y consolidar lazos cercanos

Foto: José Antonio Brito
Hoy sabemos que nunca antes habíamos tenido una forma tan rápida y amplia de conocer personas, no debemos ante ello perder de vista que hay relaciones que se establecen de manera natural y que son las que debemos estrechar y consolidar.

          La familia es el espacio que nutre la carga emocional y de valores que necesitamos para nuestro equilibrio interior y bienestar. Hoy es importante construir nuevos medios para reconocer y resaltar el amor y la gratitud entre los miembros de nuestra familia y amigos. Este valioso vinculo fraternal de sangre y afecto debe ser la fuente que alimente el modo solidario y compasivo que llevaremos afuera, a las calles, al trabajo, a la escuela.

          El amor de familia y de nuestros amigos nos demostrará que la lealtad y la integridad es un legado invaluable que la humanidad.


Descubrirnos desde lo profundo

Abrirnos paso a descubrirnos desde nuestra espiritualidad es una forma de tener una aproximación real a lo que queremos de la vida. El sentido y significado de nuestra existencia es una respuesta personal que la podemos clarificar cuando nos escuchamos desde adentro. 

El ruido del mundo al que estamos acostumbrados nos ha enseñado a mirar más afuera que al interior. Conocernos más espiritualmente ayudará a ordenar nuestros afectos, a discernir para actuar y pararnos en el mundo de una manera más humanizante.

Los cambios no son fáciles, pero si son posibles. El replanteamiento y resignificado de estos cuatro aspectos pueden servir como uno de los muchos referentes que hoy surgen para comenzar una nueva era y una nueva forma de ser, hacer y estar en la vida y responder a uno de los problemas más complejos que enfrentamos: saber qué queremos de la vida, para transitar más allá de la emoción de la pandemia (te puede servir el texto: https://misapuntesenelcamino.blogspot.com/2020/04/tras-la-emocion-de-la-pandemia-la.html que invita a cambiar personalmente mientras cambia el mundo, para que algo bueno ocurra cuando la pandemia se vuelva endemia).


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