Caminar, vivir, compartir...

Durante años viajeros han apuntado en libretas sus vivencias, hallazgos, descubrimientos, curiosidades... Esta es una de ellas, con los apuntes al vuelo de este viajar por la vida . Estas notas brotan de lo que va pasando por mente y corazón en el auto, en la charla, al leer o mirar multimedia. Y se convierten en un espacio de convergencia entre los amigos, quienes también aquí pueden compartir los apuntes que van haciendo de su caminar por la vida.

sábado, 1 de agosto de 2020

A propósito del Principio y Fundamento en tiempos de confinamiento

Autor: José Antonio Brito Solís. Si quieres conocer más del autor, haz click aquí
Edición y corrección: Socorro Romero Vargas

Ignacio de Loyola, vasco del siglo XVI, fue un profundo conocedor de lo humano. Cayó en cuenta muy pronto de que la vida de las personas se articula en torno a un núcleo, que él denomina un Principio y Fundamento, del que depende qué cosas y en qué forma uno priorizará para vivir. Si, por ejemplo, el principio y fundamento de mi vida es un puesto laboral todo lo demás lo voy a supeditar a eso que me articula; renunciaré a lo que me aleja de él y buscaré lo que me acerca a él... 
Por ello para Ignacio y quienes todavía cinco siglos después encuentran inspiración en su experiencia, la primera pregunta importante de la vida es: ¿qué puede valer suficientemente la pena en mi vida para que todo gire en torno a ello: cuál es mi principio y fundamento? Con una respuesta a ella en mente y corazón será más fácil saber lo importante y lo no importante en la propia vida.
Toño Brito, colaborador de estos Apuntes en el Camino, nos comparte una reflexión sobre cómo el confinamiento al que nos ha llevado la pandemia del coronavirus puede ser una oportunidad para "dejar ir" todo aquello que es superfluo o estorba al principio y fundamento y apuntalar lo que a él nos acerque. 

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Ignacio de Loyola al habla


Un vistazo a la obra de Ignacio de Loyola nos permite ver que para él el ser humano vive en un proceso permanente de autodescubrimiento. Nunca está acabado. Todo el tiempo aprende, crece, madura, evoluciona y tiene siempre la posibilidad de reconstruirse, es alguien inacabado. Está en constante hacer para ser y encuentra en la libertad el respiro que le da vida y le permite conocerse desde sus diversas dimensiones.

          La libertad buscada la va encontrando en la medida que se desprende de lo que lo limita y lo ata. Ideas y prácticas que precisamente muchas veces lo aprisionan y lo mantienen confundido sobre lo que realmente quiere y desea alcanzar. 

          Una manera de comprender esta percepción del ser humano puede ser desde la Espiritualidad Ignaciana. En el número 25 del texto de los Ejercicios Espirituales Ignacio de Loyola hace un planteamiento que nos ayuda a identificar la recuperación de la libertad, a través del Principio y fundamento, al que puede entendérsele como un sentido originario y originante que da significado a nuestra vida. Leamos para después reflexionar sobre ello en relación a la libertad y la experiencia del confinamiento que en este tiempo estamos teniendo por la pandemia.

 El hombre es criado para alabar, hacer reverencia y servir a Dios nuestro Señor y, mediante eso, salvar su ánima; y las otras cosas sobre la faz de la tierra son criadas para el hombre, y para que le ayuden en la prosecución del fin para el que es criado.

De donde se sigue, que el hombre tanto ha de usar dellas, quanto le ayudan para su fin, y tanto debe quitarse dellas, cuanto para ello le impiden.

Por lo qual es menester hacernos indiferentes a todas las cosas criadas, en todo lo que es concedido a la libertad de nuestro libre albedrío, y no le está prohibido; en tal manera, que no queramos de nuestra parte más salud que enfermedad, riqueza que pobreza, honor que deshonor, vida larga que corta, y por consiguiente en todo lo demás; solamente deseando y eligiendo lo que más nos conduce al fin para que somos criados.

          En ese fragmento Ignacio parte de que los seres humanos hemos sido creados. Somos una creación de Dios con un fin, pero también somos cocreadores con él nuestra vida y el devenir del mundo también son nuestra responsabilidad; colaboramos en esa misma misión mediante nuestra propia existencia.

         Todo lo creado ayuda al fin para el que como persona fuimos creados haciéndonos partícipes de una misión conjunta con la naturaleza y con los demás. Con ello somos responsables a la vez de cuidar y dar vida haciendo uso de los recursos en cuanto estos sirvan para todos. (tanto cuanto).

          En ese proceso aparece un término muy importante donde Ignacio llama a hacernos indiferentes, lo que puede ser entendido como la capacidad de dejar ir lo que no nos ayuda en esa misión para lo que somos creados.

¿Qué vale la pena para vivir? Reflexión en pandemia

           Y ¿Para hemos sido creados? sería la pregunta. Todo esto pues nos lleva a reconocer que somos creados, somos concebidos como personas con un fin en el mundo y ese fin tiene que ver con el amor a Dios y a los demás. En ello está nuestro Principio y Fundamento, que vamos descubriendo en ese proceso personal que cada uno lleva al emprender la búsqueda de la libertad.

           Ahora que las condiciones de una pandemia nos han obligado al confinamiento, hemos tenido también que detenernos, disminuir o cambiar el ritmo cotidiano de vida. Y al suceder eso nos mueve de una zona conocida a un terreno distinto que seguramente provoca muchas reacciones de desconcierto, incertidumbre, temor, pero que indiscutiblemente es una oportunidad para redescubrirnos totalmente.

          Es por eso que a propósito del Principio y fundamento en tiempos de confinamiento esta profunda reflexión que nos dejó Ignacio de Loyola sea la respuesta para comprender que es lo que pasa en este momento en nuestra existencia y que nos pide la vida de ahora en adelante. Se dice que cuando comenzamos a no entender lo que pasa en nuestras vidas en cualquier ámbito, lo correcto es regresar a las bases y en ese sentido podemos tomar como base el Principio y fundamento.

           Es volver a nacer recordando nuestro papel en el mundo independientemente de donde hoy nos encontremos social, económica, emocional o espiritualmente. Es dejar ir todo lo que nos ha atado y nos aleja de lo que nos da fundamento y orienta el sentido de vivir humanamente.

           Este volver a comenzar, nos hace reconocer como ejemplar el papel de los niños y niñas en este momento, quienes han tenido que adaptarse a esta realidad, de manera más consiente que otros, pero han tenido que responder y seguir su misión, siendo indiferentes (capacidad de dejar ir lo que no nos ayuda en esa misión para lo que somos creados) y colaborar con nosotros, aceptando el encierro, a pesar de que su energía natural de querer convivir, jugar o salir a tenido que ser modificada.

          Desde mi papel como psicólogo y como padre aplaudo y reconozco el valor de todos ellos en este momento, al estar pasando este confinamiento con todas sus implicaciones, a quienes agradezco que con su ejemplo nos recuerdan el fin para lo que hemos sido creados y nos ayudan a dejar de lado lo que nos impide caminar hacia ello.


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