Cuidado y corrección: Socorro Romero Vargas
En esta ocasión compartimos unos "primeros apuntes": una reflexión que hace Luis Eumir Calderón Díaz sobre lo que podría significar el éxito escolar en una perspectiva humanista, que tenga en el centro a la persona y su relación con los demás y el mundo que les tocó vivir.
Justo en el inicio del ciclo escolar las líneas de este apunte nos llaman a repensar para qué invertir tantos años de escolarización, con los gastos que supone y la demanda de energías que supone a cada familia en el mundo actual.
Luis Eumir es licenciado en contaduría y estrategias financias, tiene diversos posgrados en el área administrativa y actualmente estudia la maestría en educación y desarrollo humano. Trabaja en el ITESM, campus Puebla.
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Hace un par de semanas llamó mi atención un
post de la página de FB de Apuntes en el Camino – FTSR el cual tenía la
siguiente pregunta: ¿Grados académicos son sinónimo de educación?, la razón por
la cual me pareció tan llamativa fue el hecho de que tenía cierto paralelismo
con un tema que había revisado justamente un sábado anterior en clases de posgrado,
sobre el tema del éxito escolar y cómo podemos definirlo. Si bien son preguntas
diferentes, en ambas se puede involucrar el tema de los grados académicos y
cómo para algunas personas estos van definiendo el éxito o no de la misma.
Éxito escolar puede significar muchas cosas
Quisiera hacer una reflexión sobre el tema
del éxito escolar, empezando con algo básico: ¿cómo definirlo? Esto nos
enfrenta a un panorama complejo, con muchos actores y circunstancias que, en
conjunto, nublan la visión para encontrar una respuesta clara.
Es razonable pensar que para algunas
personas el éxito escolar radica en cumplir satisfactoriamente los niveles
educativos obligatorios de acuerdo con nuestra Carta Magna; para otros en
cambio, puede ir más allá, consiguiendo títulos académicos de prestigio.
En lo de las concepciones del éxito escolar
existen otras aristas, como pensar en que el éxito se encuentra en sacarle
provecho a lo que se vive en el aula para aplicarlo en la vida cotidiana, o
incluso que sirva para desarrollar de una mejor forma la profesión que alguien
realizará; así se será exitoso si se ha tenido un aprendizaje significativo.
Ante ese panorama de diversidad de ideas,
el primer paso es desarrollar una definición que, si bien no sea de carácter
universal, si contemple los elementos e ideas necesarias para que sea funcional
y quepa en nuestra realidad. Hay que tratar de mostrar una interesante resignificación del
concepto del éxito escolar (EE); dejar de conceptualizarlo como solo un logro
individual de objetivos, para llevarlo a convertirse en una formación que
permite responder a las necesidades del día a día.
Acercarse a una definición del éxito escolar
Considero que la definición debe llevar la
palabra «adaptación», ya que me parece una actitud indispensable para enfrentar
las vicisitudes de la sociedad actual, por lo tanto, me decanto por la
siguiente definición: «el éxito escolar, es lograr una formación integral que
incluye un grupo de habilidades que permitan al individuo una mayor adaptación
estratégica a las situaciones que se presentan en su vida cotidiana».
Una vez definido el concepto, es necesario
identificar las variables que afectan la consecución del éxito escolar.
Una tarea compleja
En primer lugar, hay que ver la
responsabilidad de la familia, base del desarrollo del individuo. Es indudable
la influencia que tiene en el éxito escolar, ya sea por tener expectativas
fuera de la realidad o indiferencia hacia el estudio. En mucho, lo que haga la
persona con su escolarización dependerá de lo que la familia espera de ella.
El contexto social, económico y cultural
pueden influir en el desarrollo escolar de los alumnos, de hecho, estos
factores terminan siendo determinantes para poder conseguir el éxito o quedarse
en el fracaso escolar; término usado de forma corriente, estigmatizando a los
estudiantes que no consiguen cumplir con los estándares de aceptación.
El contexto genera conforma expectativas
sociales que marcan los énfasis que ponen los individuos como los profesores y
los padres de familia en las prácticas escolares y que los estudiantes van
introyectando. Establece los referentes culturales a partir de los cuales se
juzga el éxito o fracaso escolar en términos de calificaciones,
comportamientos, etc.
Escuelas y éxito escolar
Otro punto importante sobre el que es
necesario reflexionar, tiene que ver con las propias escuelas: ¿las
instituciones educativas buscan el éxito escolar?, ¿son acaso el centro en el
cual se puede potenciar las habilidades necesarias para triunfar en la vida?
Me parece que algunas de estas
instituciones están enfocadas en un aspecto más tradicional, como la
consecución de buenas calificaciones o la inserción en la moralina, mismo que
debería ser revisado y que es un tema constantemente tratado en este blog de
los Apuntes en el Camino – FTSR.
Sus propósitos y metodologías están lejos
de la vida cotidiana, de los problemas reales que enfrentan las personas y sus
familias y de las implicaciones que supone ser un ciudadano, capaz de
participar en la solución de los problemas sociales, políticos y económicos que
desafían nuestro tiempo y el porvenir.
Un camino por recorrer
Si se quiere promover el éxito escolar como
preparación para la vida, estoy convencido de que hay que replantear los
conceptos sobre la escuela, la educación y su relación con los actores
sociales; trabajar con las familias para que tengan el gusto de inculcar la
necesidad de la formación escolar, al tiempo que las instituciones educativas
encuentren una forma de desarrollar habilidades que preparen para enfrentar la
vida e impidan a los estudiantes caer en la falacia de “nada visto en la
escuela me servirá para mi vida diaria”, lo que sucede cuando no se llega a
transmitir que muchas veces no importa el resultado de una operación, sino cómo
se llegó a él.
Creo que las escuelas deben retomar las
antiguas prácticas que iban implícitas en la enseñanza de oficios como
carpintería o herrería, que permitan adquirir herramientas no solo
intelectuales, sino también habilidades técnicas que tan necesarias son para
lograr el ansiado desarrollo integral del individuo. Detrás de ellas había una intención
de formar para poderse encargar de uno mismo en la sociedad y el tiempo
histórico en el que tocó vivir
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