Caminar, vivir, compartir...

Durante años viajeros han apuntado en libretas sus vivencias, hallazgos, descubrimientos, curiosidades... Esta es una de ellas, con los apuntes al vuelo de este viajar por la vida . Estas notas brotan de lo que va pasando por mente y corazón en el auto, en la charla, al leer o mirar multimedia. Y se convierten en un espacio de convergencia entre los amigos, quienes también aquí pueden compartir los apuntes que van haciendo de su caminar por la vida.

lunes, 24 de agosto de 2020

El Águila y la Gallina: para hablar de la paradoja de ser humanos

Autor: José Rafael de Regil Vélez, si quieres conocer más sobre el autor, haz click aquí
Cuidado y edición: Socorro Romero Vargas

www.trotta.es
Hace años me encontré con un texto de Leonardo Boff
(https://misapuntesenelcamino.blogspot.com/2018/08/quien-es-leonardo-boff.html), pensador brasileño que ha resultado muy significativo para muchas personas, me incluyo entre ellas: El águila y la gallina, una metáfora de la condición humana. En el libro, pensado para hablar de cosas profundas con lenguaje sencillo, Boff toma una fabula africana cuya narración atribuye al diplomático ganés James Aggrey y que pone sobre la mesa la condición contradictoria, paradójica de la existencia humana.
Desde la realidad gallina-águila o águila-gallina que somos todos como individuos y como especie, es posible explicarnos dualidades como la esclavitud-libertad, moral-ética, religión-espiritualidad, finitud-apertura a lo infinito o la corporeidad-metacorporeidad que caracterizan nuestro ser en el mundo. 
Yo la he utilizado mucho para hablar del binomio moral-ética en el que se juega en mucho la posibilidad humana de la libertad situada que puede ir más allá de la situación específica en la que se encuentra. Pero me queda claro que se puede utilizar para entender lo que algunos filósofos de cuño judeocristiano llaman corpóreo espiritualidad o para aproximarse a la inteligencia sintiente que puso especialmente sobre la escena del pensamiento occidental Xavier Zubiri.
Comparto con ustedes el águila y la gallina, seguro que su lectura y reflexión es de gran utilidad para observar lo humano y hacer pequeños apuntes de lo que en su pequeñez es este gran ser al que llamamos persona.

* * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * *

Era una vez un campesino que fue al bosque cercano a atrapar algún pájaro con el fin de tenerlo cautivo en su casa. Consiguió atrapar un aguilucho. Lo colocó en el gallinero junto a las gallinas. Creció como una gallina.

Después de cinco años, ese hombre recibió en su casa la visita de un naturalista. Al pasar por el jardín, dice el naturalista: “Ese pájaro que está ahí, no es una gallina. Es un águila.”

“De hecho”, dijo el hombre. “Es un águila. Pero yo la crié como gallina. Ya no es un águila. Es una gallina como las otras.

“No, respondió el naturalista”. Ella es y será siempre un águila. Pues tiene el corazón de un águila. Este corazón la hará un día volar a las alturas”.

“No, insistió el campesino. Ya se volvió gallina y jamás volará como águila”.

Entonces, decidieron, hacer una prueba. El naturalista tomó al águila, la elevó muy alto y, desafiándola, dijo: “Ya que de hecho eres un águila, ya que tú perteneces al cielo y no a la tierra, entonces, abre tusa alas y vuela!”

El águila se quedó, fija sobre el brazo extendido del naturalista. Miraba distraídamente a su alrededor. Vio a las gallinas allá abajo, comiendo granos. Y saltó junto a ellas.

El campesino comentó. “Yo lo dije, ella se transformo en una simple gallina”.

“No”, insistió de nuevo el naturalista, “Es un águila”. Y un águila, siempre será un águila. Vamos a experimentar nuevamente mañana.

Al día siguiente, al naturalista subió con el águila al techo de la casa. Le susurró: “Águila, ya que tú eres un águila, abre tus alas y vuela!”.

Pero cuando el águila vio allá abajo a las gallinas picoteando el suelo, saltó y fue a parar junto a ellas.

El campesino sonrió y volvió a la carga: “Ya le había dicho, se volvió gallina”.

“No”, respondió firmemente el naturalista. “Es águila y poseerá siempre un corazón de águila. Vamos a experimentar por última vez. Mañana la haré volar”.

Al día siguiente, el naturalista y el campesino se levantaron muy temprano. Tomaron el águila, la llevaron hasta lo alto de una montaña. El sol estaba saliendo y doraba los picos de las montañas.


El naturalista levantó el águila hacia lo alto y le ordenó: “Águila, ya que tú eres un águila, ya que tu perteneces al cielo y no a la tierra, abre tus alas y vuela”.

El águila miró alrededor. Temblaba, como si experimentara su nueva vida, pero no voló. Entonces, el naturalista la agarró firmemente en dirección al sol, de suerte que sus ojos se pudiesen llenar de claridad y conseguir las dimensiones del vasto horizonte.

Fue cuando ella abrió sus potentes alas. Se erguió soberana sobre sí misma. Y comenzó a volar a volar hacia lo alto y a volar cada vez más a las alturas. Voló. Y nunca más volvió.


Leonardo Boff, (2004). Cuentos: La fábula del águila y la gallina. Disponible en Revista Vinculando. Recuperado el 24 de Aug de 2020. Url: http://vinculando.org/documentos/cuentos/aguila_gallina.html

Síguenos en redes sociales