Autor: José Rafael de Regil Vélez. Si quieres conocer más sobre el autor, haz click aquí
Corrección y cuidado: Socorro Romero Vargas
Corrección y cuidado: Socorro Romero Vargas
Fui formado en educación en los primeros años de la década de los ochenta del siglo pasado. Eran tiempos en que las aspiraciones de las personas -y las ideologías- empujaban por la transformación. Se afirmaba entonces que había que buscar la generación de procesos de liberación que permitieran a las personas volverse dueñas de las situaciones en las que vivían para poder sacudirse lo que estorbaba a la vivencia digna y construir relaciones de justicia.
Huelga decir que al ser educador yo estaba convencido -como lo sigo estando ahora- que la educación -formal o no formal- es un esfuerzo de largo aliento, porque acompaña los procesos de personalización, socialización y mundanización que desembocan en la autonomía de las personas que están en condiciones de encargarse del mundo que se los carga en una praxis sociopolítica en la cual se interactúa en pos del bien común. Ser educador -en términos de cambio social- es equivalente a enseñar a pescar y no a dar el pescado, como reza el dicho que seguramente muchísimos hemos escuchado.
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Decía que ese supuesto me parecía válido entonces, como ahora. Sin embargo, hoy soy más consciente de que hay momentos y situaciones en que hay que meter el hombro para solucionar problemas inmediatos, como la atención de las víctimas del COVID, el cuidado de los enfermos en los campos de refugiados que existen en miles de lugares; ofrecer un lugar y un ambiente seguro a las mujeres, niños, ancianos e incluso algunos hombres víctimas de la violencia doméstica. Hay que hacer frente a los desastres naturales y asistir a los damnificados.
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En diciembre del año pasado la ONU daba a conocer el Panorama Global Humanitario 2020 y en él señalaba que en el mundo durante este año una de cada 45 personas requeriría asistencia en materia de comida, albergue, educación de emergencia, protección o atención de otras necesidades básicas (como las de salud), pues son víctimas de conflictos violentos de larga duración, eventos climatológicos extremos, o de economías de bajo rendimiento.
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Y allí aparecen los asistentes humanitarios que con principios de solidaridad, compasión, justicia, imparcialidad, neutralidad e independencia afrontan los desafíos que realizar su labor supone. Muchos pertenecen a organizaciones y organismos que buscan ser la alternativa inmediata para quienes necesitan ayuda humanitaria -la ONU, médicos sin fronteras, reporteros sin fronteras, Cruz Roja, por citar algunos.
También hay quien se compromete en escalas más pequeñas, más domésticas: la vecina que apoya a los niños de la casa del al lado y les da de comer porque por alguna razón los familiares cercanos no pueden cumplir cabalmente con ello; la señora que se entera quiénes están enfermos y los procura y les ayuda a hacer gestión; el entrenador que hace un equipo deportivo para chicos en condiciones de alto riesgo.
En cualquier caso: hay por doquier mujeres y hombres que desde la pequeñez de su día a día y el lugar en el que viven hacen labores que aunque no son mediáticas permiten a personas a su alrededor continuar el camino de la supervivencia, que muchas veces desemboca en mejores.
El 19 de agosto de 2009 se realizó por primera vez la conmemoración del día de la asistencia humanitaria, que la Asamblea General de la ONU había instaurado en el diciembre anterior. Le fecha elegida coincidión con la masacre de 22 trabajadores de la misión del organismo internacional en Bagdad.
La efeméride surgió con una intención clara: sensibilizar y conscientizar sobre la relevancia, pertinencia y trascendencia de la labor de asistencia humanitaria y también para "rendir homenaje" a quienes se comprometen como hemos señalado anteriormente. Al hacerlo quedamos invitados a revisar nuestra propia posición en el mundo y la posibilidad que tenemos de meter el hombro para que la vida humana justa y digna sea de alguna manera posible.
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Una nota final: este 2020 el Día Mundial de la Asistencia Humanitaria está dedicado específicamente a agradecer y apoyar la labor de quienes asisten a las víctimas del COVID. Publiquemos una nota de agradecimiento en nuestras redes y si con nosotros o cerca de nosotros vive alguien comprometido en apoyar en esta causa, démosle las gracias.
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