Caminar, vivir, compartir...

Durante años viajeros han apuntado en libretas sus vivencias, hallazgos, descubrimientos, curiosidades... Esta es una de ellas, con los apuntes al vuelo de este viajar por la vida . Estas notas brotan de lo que va pasando por mente y corazón en el auto, en la charla, al leer o mirar multimedia. Y se convierten en un espacio de convergencia entre los amigos, quienes también aquí pueden compartir los apuntes que van haciendo de su caminar por la vida.

lunes, 16 de noviembre de 2020

EN LA CUERDA FLOJA: REFLEXIONES SOBRE LAS TIC, LOS MASS MEDIA A LA LUZ DE LA SABIDURÍA DE LOS ESCÉPTICOS

Autor: José Rafael de Regil Vélez
Cuidado y corrección de texto: Socorro Romero Vargas

Caminamos en la cuerda floja...

Ya no era tan joven cuando estudié periodismo. En ese entonces leí un párrafo de un texto del bien recordado Vicente Leñero y la idea que él expresaba me pareció impactante, clara, incluso reveladora: el periodismo trabaja con lo verosímil; el oficio del periodista está en la verosimilitud.
    Explico por qué me pareció tan importante e iluminadora. Muchas personas asumen que los medios de comunicación (no solo el periódico) tienen por oficio la verdad y que lo que ellos dicen, escriben o transmiten en multimedia es verdadero. Pero resulta que en realidad generalmente es verosímil. Aquí ayudará entender la diferencia entre lo uno y lo otro, que tiene consecuencias enormes en nuestra manera de vivir.
    Algo es verdadero -es verdad- cuando existe realmente y no solo es producto de la afirmación que haga una persona. Cualquiera puede decir cualquier cosa y no porque sea dicho por alguien -por más respetable que sea- es verdad; solo si lo dicho existe. Si yo digo: el patio es mojado esta afirmación es verdadera cuando realmente está mojado. Lo mismo aplica para cualquier ámbito; un ejemplo más: si yo digo que estoy enojado, esto será verdadero solo si realmente estoy enojado y no solo si lo digo.
    Por su parte lo verosímil parece verdadero, pero no necesariamente lo es. Juan de Dios Peza escribió una poesía que nos puede ilustrar: Reír llorando, que narra con gran belleza la historia de una persona a la cual "no le calienta ni el sol", que está triste. Va al médico y este le sugiere mil cosas y todas ellas ya han sido vividas por el paciente. Al final el galeno le dice: vaya a ver a Garrik, un hombre que lo hará cambiar su pesar en carcajadas, un hombre verdaderamente alegre. El interlocutor le dice: "cámbieme la receta: yo soy Garrik". El poeta nos pone ante la verosimilitud: Garrik parecía alegre, era creíble su alegría, pero en realidad estaba profundamente triste.
    Lo verosímil, hemos señalado ya, parece verdad y por ello es creíble; pero... ¡PUEDE NO SER VERDAD! Y si es verdad es porque realmente existe... Así que se requiere un doble movimiento: el de conocer las cosas como aparecen y después escudriñarlas para ver si realmente son como parecen o son distintas, a lo que llamamos criticidad.
    Y lo que señalaba Vicente Leñero era justamente eso: el periodismo -y yo añado a los medios de comunicación y la información que circula en las TIC- es verosímil, pero puede no ser verdadero. 
    Existen muchas historias jurídicas de personas que verosímilmente parecían culpables de una acción, pero que al paso del tiempo resultaron verdaderamente inocentes. Y es que encontrar si algo realmente existe requiere tiempo, profundización, ver distintos ángulos... Distancia histórica, que también es llamada distancia epistémica. Y la información del periodista, del opinador se mueven a la velocidad y la inmediatez de los acontecimientos cotidianos.
    Cuando olvidamos que las TIC y los MASS MEDIA se mueven en la verosimilitud comenzamos a caminar en la cuerda floja... con riesgo de caer y ponernos el golpazo que nos da la realidad cuando se impone. 
    Sin ir tan lejos: cuánto se ha dicho del coronavirus que ha terminado siendo irreal, inexistente y eso ha condicionado la forma de actuar de muchos de nosotros: el artista dijo que el virus es producto de un complot, nos da sus razones, parecen creíbles, y después alguien cercano a nosotros lo contrae e incluso muere... Pero pueden ser muchos los ejemplos en términos de vida saludable (dietas), finanzas (cómo manejamos nuestro dinero), utilidad de algo que compramos... Nos movemos en la cuerda floja de la credulidad, cuyo caso más extremo es el de quien piensa que algo es verdad aunque toda la realidad le grite en la cara que no es así. Y lo piensa porque lo vio en la tele, lo leyó del noticiero, lo dijo un artista o un opinador.

Los escépticos... ¡al rescate!

Conocer la verdad es difícil, muchas veces pasan años, incluso generaciones hasta que se encuentran pistas de la realidad de algo. En el terreno de las acciones humanas vivimos frecuentemente en los prejuicios, el error (que es el antónimo de la verdad). Damos por verdaderas cosas que no lo son y al final terminamos intranquilos, perturbados, "fuera de la jugada".
    Unos filósofos antiguos a quienes conocemos como escépticos nos legaron un gran consejo: hay que suspender el juicio. Dicho en lenguaje más común: cuando es posible que te equivoques, es mejor que no digas nada. Además de que no errarás, mantendrás la tranquilidad y podrás atender mejor los asuntos de tu vida diaria.
    No siempre es posible suspender los juicios, pero podemos expresarlos dubitativamente: "hasta donde alcanzo a ver, es posible que la familia del estudiante fulano tenga problemas" y no decir sin más: en su familia tienen problemas. Espero que el lector alcance a ver la diferencia.
    Tener presente la verosimilitud en la que de origen se mueven el periodismo, los medios de comunicación social y las tecnologías de la información y comunicación nos ha de llevar a no subirnos a la cuerda floja si no es necesario. No hay que dar por hecho lo que leemos o vemos, por más convincente que parezca lo que nos es presentado.
    En los setenta del siglo pasado se habló de percepción crítica de los medios: consultar distintas fuentes, observar la credibilidad que tiene cada una, entender el lenguaje con el que hablan los especialistas de las tecnologías, como cuando alguien te dice que su producto es el mejor, pero no te dice cuál es la base de la comparación que estableció.
    Era una forma de decir lo que los escépticos nos advierten: hay que suspender el juicio cuando no podemos afirmar que algo es verdadero, por verosímil que parezca. A lo mejor ellos se habían ido al extremo de afirmar que de ninguna forma podemos alcanzar la verdad, pero si ponemos su reflexión en un punto medio, veremos que nos es útil. 


    Me parece que hacer caso de este aspecto de la sabiduría filosófica antigua nos puede ser de mucha utilidad, para evitar darnos golpes innecesarios. Dudar de la imagen que proyectan los diseñadores de imagen de los políticos nos permite estar más atentos a su actuación y no solo a su apariencia; informarnos más de las cualidades nutricionales de los productos nos puede ahorrar gastos innecesarios e incluso la molestia de enfermarnos; desconfiar de las bondades del crédito a meses sin intereses que da prestigio por participar en algo como el buen fin, te puede librar de problemas de insolvencia y falta de pago.
    Las tecnologías son una gran ayuda: nos acercan el mundo, nos permiten abatir fronteras, darnos una idea de lo que sucede en tiempo real. Solo seamos prudentes y recordemos que lo que nos dices parece verdadero, es verosímil y por ello creíble... Pero hay que profundizar más hasta encontrar si es verdadero, sobre todo si vamos a tomar una decisión con la información que nos han dado.