Autor: José Rafael de Regil Vélez. Si quieres conocer al autor, haz click
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Hablar del ser humano, de la persona,
puede parecer en un primer vistazo, algo sencillo, sin problema alguno; al fin
y al cabo: ¡todos somos humanos!
Pero si en lugar de mirar
por la superficie, profundizamos, nos daremos cuenta que el ser humano es
diferente a cualquier otro tipo de seres, incluso a nuestras queridas mascotas,.
Para acabar pronto, al menos hasta el momento, no hemos visto a un perro, gato
o hámster, analizar las propiedades de la materia a tal grado que hayan
puesto condiciones para que su materia se libere de tal forma que en una
explosión deshaga a una ciudad como Hiroshima o Nagasaki; tampoco los hemos
visto observar de tal manera que puedan formular preguntas sobre el
comportamiento de los organismos microscópicos y su influencia en los
organismos vivos, como para formular las hipótesis que llevaron a la invención
de las vacunas.
Repito: es que el ser
humano es muy diferente. Hay que mirar más agudamente, seguir todas las pistas posibles
para darse una idea que permita atisbar lo que vale la pena respecto de uno
mismo, algo que oriente el significado de las relaciones sociales, la praxis
que nos lleve a desenvolvernos en la realidad.
Para ello será necesario
partir del indicio que salta a la vista en primer lugar: el ser humano está
llamado a serlo y de allí habrá que recorrer la senda de los vestigios que
llevan a la proximidad del misterio que encierran las mujeres y los hombres en
la profundidad de lo que son.
1. PRIMERA PISTA: EL SER HUMANO NO ES
TODAVÍA HUMANO…. AUNQUE ESTÁ LLAMADO A SERLO
La primera y fundamental experiencia
humana, la que se encuentra en el origen de todo es que cuando un humano nace,
todavía no es humano, solo puede serlo.
En
efecto: cuando miramos a un bebé todavía no vemos a un humano de la manera en
que sí vemos un perro en el cachorro canino o a un gato en el cachorro felino.
El infante es nadie, no ha logrado ser alguien, con una identidad que le
permita el reconocimiento por lo que es y las acciones humanas que realiza.
Una
persona con identidad ha realizado acciones que le han llevado a ser reconocida
por sí misma y por otros: ha amado, ha decidido, ha entendido cosas, ha
realizado actos morales, ha generado relaciones sociales, ha interiorizado una
cultura… Pero en el recién nacido no hay nada de ello.
Es
por ello que se dice que al comenzar a existir el ser humano está llamado a
ser humano, a ser alguien. Y esa, es precisamente, la tarea de la vida: darse
ser; más propiamente dicho, ser-se.
El reflexivo del
infinitivo del verbo ser es fundamental para entendernos. El infinitivo es la
acción que se realiza y se expresa a través de un verbo: dormir, hablar,
preguntar. El reflexivo hace que la operación recaiga sobre uno mismo: hablarse
significa hablar a uno mismo; preguntarse significa dirigir una pregunta a sí
mismo. De esta forma ser-se significa que la acción de ser la hace uno mismo.
2. SEGUNDA PISTA: EL SER HUMANO ESTÁ LLAMADO A SER-SE POR LOS DEMÁS, CON LOS DEMÁS, PARA LOS DEMÁS SIENDO SÍ MISMO
Imaginemos por un momento que un neonato
es como una caja de sorpresas cerrada en la que hay un objeto que saldrá
disparado por la fuerza de un resorte en cuanto alguien la destape. Si no es un
resorte lo que dispara que el recién nacido comience a constuirse persona, a
ser-se, ¿qué es lo que lo promueve humanamente? (Recuerda que pro-mover
significa “impulsar el desarrollo o la realización de algo”, según el Diccionario
de la Real Academia de la Lengua Española).
La
respuesta es: todos comenzamos el camino de ser humanos porque otro u otros
humanos se han comprometido con nosotros. Sin la presencia de alguien que no
seamos nosotros mismos nos moriríamos. Comemos, sobrevivimos a las rozaduras
que produce nuestra evacuación de heces fecales y orina, al frío porque otro
nos cuida, nos alimenta, limpia, abriga.
Todavía
más: hablamos y con ello logramos entender la realidad en la que nos
encontramos inmersos porque otros nos dan lenguaje (oral, escrito, gráfico) que
es la materia prima para desarrollar el pensamiento, esa herramienta que
tenemos para comprender el mundo.
Tenemos cultura, que es
una manera de entender y valorar lo real, producto de muchísimas interacciones
históricas con las cosas y entre los seres humanos y por ser culturales tenemos
un lugar ante nosotros mismos, ante los demás, en el mundo y frente a lo que
consideramos trascendente; esto es: sabemos el lugar que nos corresponde como
hijos, estudiantes, varones, mujeres, etc por la cultura en la que hemos sido
introducidos por los otros que nos han prescindido. Sin la cultura no nos
reconoceríamos como nosotros mismos, ni entenderíamos el rol que jugamos, ni
valoraríamos muchísimas de las cosas que valoramos.
Al paso de la vida,
cuando no solo somos por el compromiso de los demás, sino que nosotros podemos
comprometernos para que otros sean los mejores humanos que están llamados a
ser, vamos creciendo como personas. Como cuando un padre o una madre o ambos
tienen un hijo con alguna discapacidad que no conocen y que condiciona
fuertemente a su vástago: al implicarse con sus posibilidades y sus
limitaciones. Son personas que crecen como tales en la medida que logran ser
padres que interactúan con la discapacidad filial.
Somos por los otros, con
ellos y para ellos. A eso se le llama ser en alteridad (esta palabra
viene de otra latina que es alter/altris que significa literalmente
otro...). Somos quienes podemos ser porque el otro nos regala ser quienes somos…
Los padres son padres por los hijos; los amigos por los amigos, los docentes
por los estudiantes (y viceversa). Somos en profunda solidaridad, aunque no
queramos, porque sin el otro simplemente o no seríamos o nos estancamos en
nuestro ir siendo personas.
Y sin embargo, somos
desde nosotros mismos. Las experiencias con los demás, lo que vivimos de la
realidad lo hacemos parte de lo que somos… A esto se la llama ser en
mismidad. Yo soy con mi mamá, pero si me diluyo en ella me detengo como
ser; lo mismo cuando me disuelvo en los amigos, en los mandatos de la moda, en
las prácticas comunes, del noviazgo o el matrimonio. Debo poder ser reconocible
ante mí, ante los demás: debo ser idéntico a mí mismo.
Esto es paradójico (la
paradoja es una contradicción en la que lo contradictorio coexiste). No es
posible ser humano sino por, con y para los demás; no se puede ser sin uno
mismo… Y ambas cosas como una TAREA, una ENCOMIENDA, algo que tenemos que ir
siendo, construyendo, creando.
3. TERCERA PISTA: LLAMADOS A SER SIENDO CUERPO Y MÁS QUE CUERPO
El ser humano existe porque comienza
siendo una estructura biológica: sometido a las leyes de la física, la química,
la biología. No tiene cuerpo (porque no puede dejar de tenerlo) sino que es cuerpo:
es corpóreo y como tal es presente a sí mismo y a los demás (somos
captados de alguna forma por nuestra corporeidad), es comunicación (con el
cuerpo expresamos muchísimo de lo que somos), es situación en el aquí y ahora
(espacio temporalidad) y es límite, desgaste, acotación. El mayor límite de
todos es la muerte, porque la vida se acaba, la biología colapsa y se disgrega.
Por
excelente y voluntriosa que sea una persona, si su sistema nervioso o endócrino
colapsan, su vida cambia o termina, por decir algo. Si fallece un ser querido
en un lugar en el que no se está en ese momento, incluso con un gran deseo no
se puede hacer presencia física, a menos que haya movimiento, traslado. Cuando
se abraza a alguien hasta querer fundirse en el otro, se sigue siendo uno mismo
porque se es corpóreo.
Pero
paradójicamente el ser humano es cuerpo, pero al mismo tiempo y sin dejar de
ser cuerpo, se es más que cuerpo; es metacorpóreo.
Por
la libertad se pueden superar límites, necesidades y determinaciones (para
convertirlas en autodeterminaciones); por el conocimiento se puede comprender
lo que algo es, pero también lo que puede ser (aunque en ese momento no lo
sea); se puede hacer presente el pasado en el recuerdo. Incluso de alguna
manera se puede lograr de manera vicaria la ubicuidad y la asincronía, como en
los foros de discusión de una plataforma en línea en los cuales personas de
muchos lugares y en distintos momentos pueden lograr una interacción real,
aunque no coincidan físicamente; en el amor uno se trasciende y trasciende muchas
cosas, pues se compromete en que el otro sea lo mejor que pueda ser, superando
muchas cosas que el medio pone. En la cultura somos la resultante de muchas
personas que no son uno mismo y en la historicidad somos futuro y pasado,
aunque corpóreamente solo exista el presente.
Metacorporeidad
(algunos le llaman espiritualidad) es esta forma de ser que rompe los límites
del cuerpo sin dejar de ser un cuerpo limitado. Ser humano es llamado a ser
corpóreo y metacorpóreo.
4. CUARTA PISTA: LLAMADOS A SER ENCARGÁNDOSE DE LO QUE SE CARGA A LAS PERSONAS MIENTRAS SE LAS CARGA
Al comenzar la vida el ser humano es
cargado por muchas cosas que ni ha querido, ni ha deseado ni ha decidido:
su estructura genética, sus sistemas vitales, su temperamento, su estructura
psicológica en la que hay pulsiones vitales, introyectos socioculturales y la
lucha por conciliarlos; los roles socioculturales, el lenguaje…. Todo eso carga
a las personas.
Pero
no solo eso: al paso de la vida la interacción con los demás y con las cosas va
provocando cambios, condicionamientos, determinaciones, como cuando se tiene
una enfermedad crónica, se pierde un miembro o una facultad en un accidente; se
producen miedos por malas experiencias o resentimientos por las frustraciones.
Y,
sin embargo, el ser humano está llamado a encargarse de sí mismo, de su
relación con los demás, del mundo en el que vive; de aquello que se lo
carga, mientras se lo sigue cargando.
Cuando alguien tiene
diabetes, si no se encarga, la diabetes lo cargará sin más, dejándolo sin
riñones, sin vista, sin miembros inferiores; pero si se encarga logrará
posiblemente un relativo control de la glucosa, una mayor calidad de vida. Lo
mismo pasa con los traumas, las frustraciones, las emociones que parecen
incontrolables: pueden o no tener la última palabra, y depende de una persona
que se encargue de ellos para convertirlos en posibilidades de ser un mejor
ser.
Encargarse
de lo que se carga al ser humano significa atender a uno mismo, a la relación
de co-construcción con los demás, al mundo; entenderlos, juzgarlos, valorarlos
para TOMAR DECISIONES que lleven a ser el mejor ser que se pueda en un momento
y circunstancias específicas. Es el llamado de ser libres, de ser autónomos,
gobernados por sí mismos y no solo por lo que los demás o las circunstancias
manden. El humano es apertura a los otros y a lo otro y tiene que decir su
propia palabra ante ellos.
Autonomía
no es autosuficiencia ramplona, sino construirse persona con una identidad
suficiente como para poder colaborar codo a codo con, por y para los demás
construyendo un mundo mejor, sustentable, en el que uno y los demás puedan
vivir humanamente.
Aquí
es muy importante reiterar que el ser humano se encarga de sí mismo, pero
también se encarga de los demás (como los amigos que se la juegan por los
amigos, los padres por los hijos, los hijos por los padres, los dueños de la
empresa por sus empleados) y se encarga de que el mundo, la realidad en la que
vive, sea humana y humanizante; porque si vive en una realidad inhumana es muy
fácil que su proyecto se frustre.
Se
es libre para la construcción de la propia autonomía, de la sociedad en la que
se pueda vivir humanamente y el mundo que lo posibilite: hay que encargarse de
la cultura, renovando sus significados; del medio ambiente y los recursos
naturales para su desarrollo sustentable… todas las personas tienen allí una
cuota de humanidad que aportar.
Y
a quien no se encarga, las propias tendencias o la influencia de los demás o
las condiciones del mundo se lo cargan hasta, incluso, privarlo de la vida o
cuando menos malograr de alguna forma el proyecto de su vida.
5. QUINTA PISTA: LLAMADOS A SER SIENDO HISTORIA, POLÍTICA
Todo lo dicho nos lleva a la afirmación de
que siendo el ser humano corpóreo-metacorpóreo, libre y cultural es histórico;
es decir, es capaz de en el hoy entender el ayer para diseñar un futuro con
posibilidades humanizantes…. Y eso no se logra en la acción voluntarista e
individual, requiere la interacción y colaboración con los demás.
Hay
que organizarse, poner cuerpo, mente y corazón en función de un mundo humano,
humanizante, aunque sea imperfecto, amenazante, limitante.
La
tarea de la humanidad posible es apasionante: personalización,
socialización, mundanización; heredar la propia biología, la cultura, el
mundo con todas sus posibilidades y límites y descubrir que en ellos siempre
hay posibilidades nuevas, renovadas, por pequeñas que sean, para que el mundo,
la realidad, sean mejores que como se las ha recibido.
Las
personas están llamadas a ver desde sí mismas la realidad, pero más allá de su
nariz; a vivirse con identidad propia, pero en colaboración social inteligente,
afectuosa, cordial y no exenta de conflictos para construir lo inédito: uno
mismo, las propias relaciones interpersonales y el mundo en el que vive.
Y
siendo historia y política se crea y se recrea la cultura, que ya se ha
dicho que es un horizonte de significados, de valoraciones que da lugar frente
a sí mismo, frente a los demás, frente al mundo.
Por
la cultura se es hombre o mujer de una manera, pero se puede construir otra
forma de entender y valorar la virilidad, la femineidad; como cualquier otra
cosa: el significado o valor de la familia, de la política, del gobierno, de la
amistad, de la frustración, del fracaso, del éxito.
Las
personas se adaptan al mundo que se los carga, pero se pueden encargar de su
transformación, sobre todo cuando hay en él, en la cultura, cosas que
dificultan la humanización, aunque en otra época histórica y por eso responder
al llamado de ser-se con, por y para los demás, encargándose corpórea y
metacorpóramente del mundo en el que se es historia, política y cultura es una
tarea que llena de coraje, que enardece y arrebata. La historia está llena de
mujeres y hombres -anónimos o conocidos- que se la jugaron por la humanidad posible.
Y
la tarea de la humanización se facilita cuando uno asume el patrimonio de
sentido común, de reflexiones filosóficas o científicas que permiten conocer,
reflexionar sobre la forma en la que se es humano, sobre el mundo en el que se
es humano, sobre los dinamismos de humanización para poder diseñar proyectos de
vida con los cuales dialogar consigo mismo, con los demás, con la realidad…
Al
fin y al cabo, no hay otra cosa importante que hacer que ser-se humano en la
vida que se tiene, pues no consta que haya otra para hacerlo.
PARA IR CONCLUYENDO: BARRUNTO DE LO HUMANO
Para cerrar el camino de señales habrá que
decir que si algo se puede decir sobre el ser humano es que es un ser
llamado a ser más, corpórea y metacorpóreamente con, por y para los demás
encargándose del mundo que se lo carga de manera autónoma y política abierto a
la trascendencia.
Abordar estas pistas con
el apoyo de las ciencias permite entender el propio dinamismo, las relaciones
interpersonales, la manera en que se crea y se recrea la cultura, la historia,
las estructuras sociopolíticas y económicas, todo en aras de formular un
proyecto de vida humano y humanizante que permita, también a cada uno, dejar
huella.
Solamente
no hay que olvidar que líneas como estas no “atrapan lo que es el ser humano”,
cuando mucho se convierten en apoyo en la travesía que cada quien tiene que
hacer hasta desembocar en las propias respuestas provisionales pero
suficientemente cordiales como para orientar los esfuerzos de
comprensión y compromiso con la causa de lo humanizante.
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