Caminar, vivir, compartir...

Durante años viajeros han apuntado en libretas sus vivencias, hallazgos, descubrimientos, curiosidades... Esta es una de ellas, con los apuntes al vuelo de este viajar por la vida . Estas notas brotan de lo que va pasando por mente y corazón en el auto, en la charla, al leer o mirar multimedia. Y se convierten en un espacio de convergencia entre los amigos, quienes también aquí pueden compartir los apuntes que van haciendo de su caminar por la vida.

martes, 14 de julio de 2020

No porque somos, sino para que SEAMOS personas: apunte sobre la solidaridad y la posibilidad de ser persona


José Rafael de Regil Vélez. Si quieres conocer más sobre el autor, haz click aquí.
Edición y corrección: Socorro Romero Vargas


Querido amigo:

Tienes razón: es recurrente el tema de la solidaridad, de la necesidad que tenemos de pensarnos con el otro, por el otro, para el otro y vivirnos en esa misma perspectiva. Y la solidaridad no es algo accesorio, que se haga porque uno es buena gente.
            Como bien sabes hace no mucho en la familia vivimos en carne propia la importancia de la solidaridad, de ser solidario, de permitir que los demás fueran solidarios con nosotros.. Hubo que atender un imprevisto cuyo impacto  en diversos sentidos no nos era posible afrontarlo solos. Debimos pisar el hummus -poner los pies sobre la tierra con humildad- pedir apoyo y dejarnos ayudar. En otras ocasiones ha sido al revés: hemos tenido que salir de nuestra propia zona para apoyar a alguien más.
          La respuesta recibida y la forma en la que se fueron encauzando las cosas me ha hecho reflexionar en algo que está allí, que parece evidente y cuya trascendencia abarca toda la vida humana: el sentido de la solidaridad en nuestra existencia.

Somos por la gracia del otro

Lo primero que quiero compartirte es que sin solidaridad no es posible que lleguemos a ser los seres humanos que podemos ser. En este sentido entiendo y suscribo la expresión que leí a David Calderón en un texto que escribió hace años para estudiantes universitarios y que da título a estas líneas: la solidaridad no es porque somos, sino para que seamos humanos, para que lleguemos a serlo.
          Cuando nacemos solo somos un conjunto de posibilidades: un llamado a la autotrascendencia... En realidad estamos iniciando a ser lo que podremos llegar a ser y eso sucederá solo si nos "movemos", si realizamos nuestros dinamismos, en especial los fundamentales. 
          Me explico: el ser humano no realizará todas las posibilidades de entender la realidad si no se pone a entender la realidad; no resolverá problemas y creará soluciones hasta que no actúe creativamente, no creará lazos con los suyos si no se integra afectiva y emocionalmente. Las personas estamos llamadas a desatar nuestras criticidad, creatividad, integración afectiva, la conciencia de nuestra actuar, libertad; debemos construirnos "alguien", porque de pequeños prácticamente somos nadie.
          El disparador de nuestras posibilidades de ser humanos es la presencia del otro. Cuando alguien se compromete con nosotros podemos satisfacer las primeras necesidades y aprender a vivir dándoles importancia; si alguien nos comparte el lenguaje al tiempo que nos introduce en la interacción con las personas y cosas, podemos comenzar a pensar, entendernos en relación con nosotros mismos, los demás y el mundo y así ir siendo capaces de responder a los desafíos que se nos presentan en toda escala. 
           Por los otros, con ellos creamos la interacción política que nos permite dialogar con la realidad de manera sustentable. Cuando somos para los demás y en la com-pasión respondemos a su llamado, a sus necesidades, descubrimos de qué somos capaces, crecemos en los dinamismos fundamentales y nos vamos organizando para que haya estructuras, formas de organizar y proceder que hagan viable una vida lo más humana posible.
          
          Más radicalmente: no podríamos ser nosotros mismos sino por, con y para los demás.... el yo no existe sino en el nosotros. No es verdad que primero se constituya el yo y a partir de él veamos al otro como un no yo que puede llegar a ser, como decía Sartre, el infierno. Cada uno va descubriendo quién puede ser en la interacción con los otros y con el mundo. 
          Descubrimos el padre o madre que podemos ser cuando respondemos al llamado existencial de los hijos; nos reconocemos amigos en la convivencia real con los amigos; entendemos como funcionamos cuando nos emocionamos en la medida que vamos dialogando con otros nuestra manera de "movernos" en el mundo cuando las cosas nos afectan.
         Así es, amigo, no podemos llegar a ser quienes estamos llamados a ser si no es por el otro, con el otro y para el otro.

Sin solidaridad no podríamos llegar a ser humanos

Y en esta afirmación se enraiza la segunda cosa que quiero comentarte: somos solidarios no solo porque somos humanos, sino para que podamos serlo... Con el riesgo de ser reiterativo, hago mío el título que David Calderón dio a un ensayo sobre el dinamismo humano fundamental de la solidaridad, allá en el lejano y todavía cercano 1997: Solidaridad: no porque somos, sino para que seamos humanos.
          Y esto en un camino de doble vía: la de la solidaridad de los demás con uno y la de uno con los demás.
          No hay que esperar a ya ser uno mismo un yo totalmente constituido, un ser humano cabal para desde nuestra suficiencia "hacer algo por los demás"... Nunca estamos suficientemente hechos, somos permanentemente in-satis-fechos: y desde allí permanentemente debemos recibir posibilidades humanizantes de la interacción con los demás en la tarea de encargarnos del mundo; pero también debemos aportar a su in-satis-facción. Es la única forma de caminar.
          Allí radica el fundamento de la amistad, la familia, la vida social, la política. La ciudadanía es el reconocimiento de que solo en solidaridad nos podemos encargar de lo que nos atañe en las circunstancias que el mundo nos plantea. En el diálogo proactivo con los demás se desarrolla el conocimiento, se crean soluciones a los desafíos humanos sustentables, se crece en el afecto, se determina la autonomía corresponsable que estamos llamados a ser en la libertad y se esboza el sentido de vida.
          Lo que llamamos autotrascendencia no ocurre sin que saquemos lo mejor de nosotros mismos, y  no ocurre fuera del amor... Amar es promover al otro para que sea la mejor persona que puede ser en el momento y circunstancia en los que se encuentre... Si no somos amados, nuestras posibilidades de ser se atrofian; si no amamos, mucho de nosotros quedará como proyecto frustrado, como ya he dicho.

Ambiguamente solidarios

La forma en la que he puesto sobre la mesa esto de ser solidarios hace parecer que es obvio y lo más sencillo del mundo. Me parece prudente que en este momento recordemos que nuestra vida, lo que somos y hacemos, es fundamentalmente una invitación y una encomienda y que está en nosotros, con toda nuestra complejidad, responder concretando la forma que somos.
          La solidaridad -en esta perspectiva de la encomienda- es ambigua. Puede o no darse, puede encauzarse de una forma u otro. Es por eso que muchas personas afirman que nos ha tocado vivir en un mundo insolidario, dominado por el egoísmo, en el cual el yo pareciera más importante que el nos-otros.
          A ser solidario se llega solo siendo solidarios, decidiendo ser solidarios, optando por ello e involucrando en ese dinamismo nuestros demás dinamismos: la afectividad, la criticidad, la creatividad, la libertad...
           Tenemos que sentirnos y sabernos afectados (emotivamente) por el otro, su insatisfacción existencial, su vulnerabilidad, sus posibilidades de crecer; entender la manera de com-padecer y corresponder a su llamado, crear oportunidades humanizantes, decidir y actuar en congruencia, evaluar la pertinencia de nuestro actuar de cara a un sentido de vida en el que lo humano de manera cabal tenga lugar. Y en este proceso somos limitados, erramos, nos engañamos, a veces aparentemente buscamos ser con el otro, pero en realidad buscamos satisfacernos, que nuestro ego crezca, porque somos buenos.
          Solidaridad: ambigüedad, encomienda, construcción, responsabilidad... Una buena y pertinente tarea por delante.

Llamados a repensar nuestras relaciones

¿Sabes? Podría escribir más y más de este tema. Iniciar este mensaje me fue muy difícil. Lo tuve en el tintero durante más de medio año (en realidad en los borradores de mi blogger), pero ahora que plasmo lo que senti-pienso atisbo muchas cosas que compartir en esta misiva, pero resulta que es limitada... Y ni modo, ya habrá oportunidad para profundizar, explicitar, vincular este con otros temas.
          Sin embargo, a propósito de que estas letras nacen todavía en el confinamiento de la Pandemia del Coronavirus quiero decir que la Covid-19 puso sobre la mesa la necesidad de pensarnos y repensarnos desde el otro y actuar y vivir consecuentemente con ello: el uso del cubrebocas, el distanciamiento físico de los demás, las medidas de desinfección no se entienden solo por uno mismo. Hay un urgente llamado a ser por, con y para los demás para salir adelante del contagio y las medidas sanitarias que supone, pero también para rehacer la convivencia, la economía, la corresponsabilidad socio-política.
         Es verdad: en el fondo nadie gana cuando se vive en el mero individualismo, en el que los demás y el mundo están a nuestro servicio y podemos usar y desechar sin más a personas y cosas. El mundo así es inviable. Lo sé yo porque he tenido que ser para los demás y dolorosamente aprender la humildad de ser por ellos y con ellos. Y eso ha hecho viable salir avante en lo que somos, sabemos, tenemos, hacemos.
          Que los momentos de crisis sean un buen acicate para asumir e integrar nuestra humanidad con la solidaridad como un motor significativo... Pero que sea nuestra entraña humana la que nos permita vivir solidariamente cuando todo haya pasado y se haya regresado a una normalidad en la que es fácil olvidarnos de los demás y creer que somos sus dueños y señores del mundo.