Caminar, vivir, compartir...

Durante años viajeros han apuntado en libretas sus vivencias, hallazgos, descubrimientos, curiosidades... Esta es una de ellas, con los apuntes al vuelo de este viajar por la vida . Estas notas brotan de lo que va pasando por mente y corazón en el auto, en la charla, al leer o mirar multimedia. Y se convierten en un espacio de convergencia entre los amigos, quienes también aquí pueden compartir los apuntes que van haciendo de su caminar por la vida.

viernes, 6 de marzo de 2020

Retos y desafíos de la mujer educadora 2: formar constructores de paz

Autor: José Rafael de Regil Vélez. Si quieres conocer más datos del autos haz click sobre su nombre.

Este texto pertenece a la tetralogía "Retos y desafíos de la mujer educadora". El título corresponde al de una conferencia que di en Tlaxco, Tlax., con ocasión del Día Internacional de la Mujer del 2015 y que inspira las ideas que presento. Debo decir que las reflexiones aunque tienen una mención especial de las mujeres educadoras, en realidad atañen a todo educador, formal o no formal.
En el primer texto abordé una idea que me parece importante: hoy quien educa ha de formar personas sexualmente integradas

LA NECESIDAD DE LA PAZ

Creo que un segundo reto que enfrenta todo educador, incluidas las madres, es formar personas que construyan la paz, entendida como la existencia de condiciones culturales, sociales, materiales para que los seres humanos en lo individual y común puedan vivir dignamente. Su contrario, la violencia, es todo lo que impide la vida digna, haya o no balazos y golpes (si se quiere dar un vistazo mayor a esta manera de comprender lo pacífico, pueden consultar el artículo publicado también en la columna denominado: “La paz es posible, tiene que ser posible”: http://textoscirculo.blogspot.mx/2011/10/la-paz-es-posible-tiene-que-ser-posible.html).
          No cabe duda: vivimos en un mundo donde las condiciones para una existencia digna son adversas. La nuestra es una realidad en la que convivimos cotidianamente con lo violento. Que las cosas sean diferentes no sucede solo, ni por acto de magia o mera invocación a lo divino. Requiere que las mujeres y los hombres nos involucremos en construir una y otra vez una Casa Común en la que quepamos bien todos los seres del planeta.
              La persona pacífica es proactiva. Está comprometida consigo, con los demás -en especial los próximos y entre ellos los menos favorecidos- con el mundo que le tocó vivir. 
          Se empeña, por ejemplo, en que haya vivienda que permita la intimidad, la creación de un hogar –que es más que las paredes del hospedaje cotidiano-; atesora la salud y sus requisitos preventivos como la la higiene, la actividad física o las relaciones sociales cordiales; valora que la escolarización contribuya a la formación del entendimiento, la voluntad, la libertad, en conjunto con la familia y los grupos socializadores como las iglesias, las organizaciones civiles, sin inteligencia, corazón y voluntad ningún cambio es posible.
                De igual manera aprecia y apoya la existencia de infraestructura de comunicación, de transporte, de sanidad. Entiende que para que haya comunión y progreso debe haber información y expresión. Rechaza que los aparatos institucionales y empresariales estén por encima del valor de las personas y vigila que no haya abusos de autoridad. En el empeño de la construcción de la paz privilegia la mediación en la solución de conflictos que los abusos de poder.
            Como se ve, la paz implica todas las dimensiones de la persona, debe ser entendida y vivida más como un proceso que como un estado alcanzado de una vez y para siempre... Es una vocación que surge de lo más profundo que lo somos y también es una tarea que abarca la forma misma en la que decidimos vivir día a día.

EDUCAR EN LA PAZ PARA LA PAZ

La lista de características de la persona pacífica es grande, grande, y siempre encontrará su raíz en la educación, en especial la que las mujeres madres y las profesores de educación básica, tienen en sus manos. Solo se puede educar para la paz en la paz. En cada hogar, en cada aula, en cada espacio de convivencia de los templos, las juntas auxiliares se juega el que las nuevas generaciones sean invitados a relacionarse con los demás buscando el bien común, en cualquiera de las dimensiones individuales y sociales de que se trate.

                Educar en la paz para la paz significa crear ambientes en los que unos cuiden de los otros, en los que se puede hablar y escuchar, en los que haya higiene, lectura, escritura, dialogo, al tiempo que haya rechazo y denuncia del acoso, los golpes, la irresolución de conflictos por la existencia de irrespeto, golpes, indiferencia.
           Una faceta siempre importante, pero especialmente pertinente en nuestros días, tiene que ver con el aprendizaje en los distintos ámbitos en los que nos desenvolvemos de la solución pacífica de conflictos. Se trata de abordar los desacuerdos que la vivencia cotidiana provoca y que hay que convertir en concuerdos. Eso supone un manejo asertivo de emociones, la capacidad de entender, juzgar, deliberar, pensar desde los otros, desde la realidad y desde lo que uno mismo siente y entiende.
          Este territorio es inédito para muchos de nosotros. Los padres de familia no han sido formado para ellos, tampoco los normalistas o los educadores que se han formado en la marcha, todos tenemos que entrar en este proceso formativo.
          La paz no es posible sin la participación política. Hay que negociar la influencia que cada uno tenemos para poder hacer acciones pacíficas y solucionar las violentas. No hay lugar para el desinterés de lo que nos atañe en la familia, con los vecinos, los lugares de trabajo, la comunidad, los municipios, las regiones, los países y el mundo. Es necesario ser protagonista en los escenarios en los que podemos actuar y de la manera que debemos actuar: en casa creando colaborativamente dinámicas pacíficas de relación, buscando mejores condiciones de vida (que no son solo consumibles), de manera similar con los vecinos, en el lugar de trabajo. En el manejo de los asuntos de la ciudad, del país hemos de entender corresponsabilidad y hacer labor de presión social y vigilancia.
            Un tercer aspecto -de los muchos que esta temática involucra- que me parece pertinente es formar a las personas para que sean divulgadores de lo pacífico. Que compartan comunicando las acciones que sí logran, ser reporteros de buenas noticias... Y es que lo violento es sutil, pero también puede ser aparatoso, mover el morbo, la "comidilla de las conversaciones" en los lugares en los que nos relacionamos. Y de tanto escuchar que la paz no es posible, de verdad la vivimos como un imposible. El mecanismo inverso provoca el efecto inverso, pero hay que estar formados para encontrar los signos, las semillas de la paz y para saber compartirlas... Nos hace falta estar formados en ser reporteros especializados en las buenas noticias que apuestan por la paz (https://misapuntesenelcamino.blogspot.com/2019/01/necesitamos-reporteros-especializados.html).
                Actualmente abundan los materiales pedagógicos para dar estos pasos. Cada milímetro que se avance es el abono de una cuota real de humanidad digna. El desafío, el reto está allí, hay que formarse como educadoras y educadores para encararlo sin esperar recetas y fórmulas mágicas. Es posible, tiene que ser posible.


Publicado en Síntesis, Tlaxcala, el viernes 20 de marzo de 2015, en la columna Palabras que humanizan. Actualizado el 06 de marzo de 2020.