Edición y cuidado del texto: Socorro Romero Vargas
Es un hecho no exagerado: la pandemia que ha provocado el coronavirus ha tomado a todas las personas del mundo por sorpresa. En todos los ámbitos muchas personas han debido pasar de la incredulidad y el desconcierto a irse volviendo dueños de sus ámbitos y, de alguna manera, sentirse corresponsables de lo que socialmente pueda suceder ahora y en el futuro mediato.
Personal del área de la salud, políticos, comerciantes, empresarios, tanto en la vida profesional como en sus casas han tenido que observar lo que sucede, armarse contra el miedo y dar pasos para que la vida continúe.
La UNESCO lo planteaba con ocasión del Día Mundial de los Docentes:
La pandemia de COVID-19 ha constituido un acontecimiento sin precedentes; ha planteado desafíos que han limitado los sistemas educativos en nuevas y múltiples maneras, lo que nos ha hecho revisar la forma en la que los docentes enseñan y, en términos más generales, trabajan. Si bien el tema del liderazgo se ha descuidado en cierta medida debido a la multitud de problemas que afronta la profesión docente en el empeño por alcanzar el ODS 4 y los objetivos de Educación 2030, la cuestión del liderazgo de los docentes en relación con la respuesta a las crisis no solo es oportuna, sino que también resulta fundamental en lo que respecta a las contribuciones que los docentes han realizado recientemente para proporcionar aprendizaje a distancia, apoyar a grupos de población vulnerables, reabrir escuelas y garantizar la mitigación de las brechas de aprendizaje en el plan de estudios.
El mismo organismo internacional enmarcaba la efeméride en un slogan que bien entendido nos desafía a todos: Líderes que en tiempo de crisis reimaginan el futuro.
Como los educadores, todos en nuestros distintos ámbitos de acción estamos llamados a reimaginar, pero sobre todo rehacer el futuro, reinventado a cada día el presente, porque
- Las relaciones inmediatas -como las familiares- se han desgastado por una cercanía e intesidad que el distanciamiento social provocó y a la que no estábamos acostumbrados.
- La tecnología ha mediatizado aun más las relaciones mediatas y nos quedamos con la sensación de que por más que acerquen distancias, nos quedan a deber en presencia y cercanía.
- La convivencia social ha quedado hipotecada entre el cansancio, el egoísmo, la ignorancia que han llevado a un tiempo muy largo de medidas mitigadoras de la pandemia, lo que pone ante nuestros ojos la necesidad de seguir apostando a una educación ciudadana y al ejercicio de la corresponsabilidad en los asuntos que nos atañen públicamente.
- Los empleos y el poder adquisitivo han quedado fuertemente impactados por una desaceleración que ni siquiera imaginábamos al inicio del 2020 y que ha llevado a muchos a tener que buscar el sustento de formas que no tenían previstas.
- Las formas tradicionales de educación han tenido que ser transformadas y las familias se han tenido que involucrar en la escolarización de los menores.
Reimaginar el futuro rehaciendo el presente: buena apuesta, porque la vida es un continuo flujo de provocaciones que nos llaman a construirnos, a una praxis humanizante. Encargarse del mundo que nos carga es siempre posible y mucho más cuando lo hacemos por, con y para los demás, en una comunión de acciones e intenciones que da siempre fruto; máxime en periodos de crisis.
Se trata de poner mente y corazón esperanzados en pos de los milímetros posibles que se alimentan de los kilómetros deseables y que nos convierten en los líderes
Sentarse a llorar por lo que ya fue o lo que pudo haber sido seguramente es opción, pero una muy mala.... ¿Líderes que en tiempo de crisis reimaginan el futuro o falsas víctimas abandonadas al vaivén de un tiempo incierto y complicado, pero preñado de posibilidades para lo humano?
Síguenos en redes sociales