Caminar, vivir, compartir...

Durante años viajeros han apuntado en libretas sus vivencias, hallazgos, descubrimientos, curiosidades... Esta es una de ellas, con los apuntes al vuelo de este viajar por la vida . Estas notas brotan de lo que va pasando por mente y corazón en el auto, en la charla, al leer o mirar multimedia. Y se convierten en un espacio de convergencia entre los amigos, quienes también aquí pueden compartir los apuntes que van haciendo de su caminar por la vida.

lunes, 28 de junio de 2021

¿Tiene sentido volver a la escuela? ¿Es esa la pregunta pertinente?

José Rafael de Regil Vélez, si quieres conocer más del autor, haz click aquí

Termina el ciclo escolar 2020-2021. Lo vivimos en distanciamiento social provocado por la pandemia del coronavirus, estudiantes y profesores en nuestras casas, sobreviviendo cada uno a su modo.
              Después de 16 meses de estar fuera de las aulas ha surgido por todos lados la pregunta: ¿volveremos a las escuelas para el nuevo ciclo? Y ante ello las opiniones se dividen. Hay quienes opinan que no hay condiciones de salud, otros que hay que hacerlo en un sistema híbrido que permita la distancia que recomiendan las autoridades y la aplicación de doble o triple filtro de entrada, para contener los contagios que supone que el coronavirus vaya dejando de ser pandemia para convertirse en endemia.
                A mi parecer antes de preguntarnos si hay que volver a las aulas hay que hacerse una pregunta pertinente: ¿para que ir a las escuelas?
               Puede parecer una pregunta obvia, trivial, irrelevante, pero no lo es... 

Un panorama que nos interpela

Las últimas décadas -pandemia incluida- han puesto sobre mesa que los procesos de escolarización nos han quedado a deber a las personas y a la sociedad: 
                Después de 14 años de ir a la escuela -si no es que 18 o 20- es común encontrar personas que no entienden lo que leen, que no logran redactar de manera articulada cinco o seis párrafos. Tras haber realizado muchísimos trabajos de equipo, no logran interactuar en su casa, con sus vecinos o en el trabajo para el logro de objetivos que apunten al bien común. Su comunicación oral es mínima, se pierden en un mundo de información que no logran discriminar; su visión del mundo es básicamente doméstica por lo cual no logran lidiar con la diferencia.
               Pareciera que los egresados del sistema escolar son incapaces de relacionar los conocimientos que les pidieron que aprendieran con situaciones reales o carecen de habilidades para diseñar métodos y técnicas para solucionar problemas o se quedan paralizadas cuando las emociones se desbordan (o lo contrario y actúan sin filtros, lo cual puede ser incluso más inconvenientes).
                 Y solo para echar más limón en la herida: los bajos niveles de manejo emocional provocan conflictos innecesarios, a veces con saldos de violencia, malos entendidos, pérdidas de objetos materiales.
                 En este momento me atrevo a afirmar que las escuelas han certificado el cumplimiento de requisitos por parte de sus estudiantes, que no necesariamente los han preparado para vivir autónomamente en diálogo y colaboración con otras personas para poder responder a la solución de problemas y conflictos que supone la búsqueda de aquello que necesitamos en lo individual y lo común para vivir con cierta dignidad. La escuelas nos quedan a deber en términos de educación, de formación y acompañamiento para vivir humanizantemente.

¿Paredes o proyecto educativo?

La palabra escuela se presta a un equívoco. Pareciera que el término se refiere de paredes, maestros, clases para aprender conocimientos, uniformes, clases de computación e inglés, cuyo resultado en mucho ha sido el panorama descrito.
               ¿Qué es o debiera ser una escuela? ¿Para qué? Responderlo nos puede llevar a reflexionar la conveniencia o inconveniencia de volver a ella.
               Creo que la escuela es ante todo una comunidad educativa. Y entiendo que educar es el proceso de acompañamiento del proceso por el cual las personas responden a su llamado de ser quienes puedan ser, por, con y para los demás, encargándose del mundo que se lo carga al tiempo que en esa triple interacción construyen un sentido trascendente de vida.
               Así vistas las cosas, podríamos decir que una persona educada tiene herramientas para reconocerse como tal y crecer en una autonomía relacional, en la cual a partir del diálogo con los demás y el mundo que le tocó vivir pueda responder a los desafíos que le presenta para la mayor realización integral realmente posible.
                Dicho de otra forma: una persona educada es capaz de encargarse de sí por, con y para los demás encargándose de humanizar el mundo en el que se humaniza. Y eso se logra proponiendo procesos en los cuales las personas puedan comunicarse, aprender a aprender, a convivir, a resolver creativamente problemas cotidianos, que sepan reconocer y valorar las diferencias sociales, económicas, políticas, culturales; es decir, con procesos de formación integral que preparan para la vida
              El educador es la persona que crea las condiciones para que la persona pueda formarse integralmente y que son muchísimas más que lo que las "clases como suele entendérseles" permiten. Tienen que diseñar los métodos y técnicas que permiten a los educandos vivir experiencias en las que ponen en juego lo que van sabiendo, las habilidades que van adquiriendo y las actitudes que descubren necesarias para vivir. 
               El educador hace mucho más que dar clases... Acompaña procesos de humanización y lo hace proponiendo experiencias y creando espacios de reflexión para que los educandos puedan reflexionar sobre lo que son, saben y hacen y se den cuenta de cómo han llegado a serlo para que sabiendo cómo son y actúan en relación consigo mismos, los demás y el mundo, puedan actuar autónoma y colaborativamente para resolver la vida familiar, vecinal, laboral, social.
              Lo que constituye a la escuela no son sus paredes, sino su proyecto educativo. Tener claras las finalidades y que haya métodos para caminar hacia ellos. Una escuela que educa lo hace dentro y fuera de sus instalaciones. 
Escuelas
              Las escuelas que durante la pandemia han educado no necesariamente lo han hecho dando las clase a través del internet como si los estudiantes estuvieran en clase, repitiendo el modelo que ha demostrado ser insuficiente.

La pregunta pertinente

La pregunta pertinente no es si debemos regresar o no a las aulas, a las paredes y edificios... Sino si regresamos a una escuela, a una comunidad que educa verdaderamente para la vida, para la ciudadanía; que tiene clara su finalidad formativa y no solo capacitadora o repetidora de lo "que siempre se ha hecho y lo que se espera que haga"... 
               Claro es que la forma de trabajo debe ser adaptada al contexto en el que se vive. Pero cuando la escuela sabe cuáles son realmente su función y cometido, sus miembros se entregan a crear condiciones educativas para que las personas puedan caminar hacia quienes están llamados a ser, por con y para los demás, relacionándose con el mundo para dejarlo mejor que como se le ha recibido.
                En la casa o en el plantel escolar, volver a la escuela es ser parte de una Comunidad que acompañalos procesos humanizantes, esos que nos hacen creer que por difíciles que estén las cosas, no todo está perdido.
                El viernes 25 de junio tuve una charla en el marco del diálogo con el experto que promueve Expert Vox. La compartimos desde los Apuntes en el Camino...

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Puedes ver la entrevista completa haciendo click sobre la imagen o copia y pega en tu navegador la siguiente url: https://youtu.be/0Y10pxDZp1I


(La entrevista original la encuentras en la página de Facebook de Expert Vox https://www.facebook.com/expertvox/videos/602026224100333