Caminar, vivir, compartir...

Durante años viajeros han apuntado en libretas sus vivencias, hallazgos, descubrimientos, curiosidades... Esta es una de ellas, con los apuntes al vuelo de este viajar por la vida . Estas notas brotan de lo que va pasando por mente y corazón en el auto, en la charla, al leer o mirar multimedia. Y se convierten en un espacio de convergencia entre los amigos, quienes también aquí pueden compartir los apuntes que van haciendo de su caminar por la vida.

jueves, 17 de noviembre de 2022

Y la filosofía... ¿Para qué #$%&*?

 José Rafael de Regil Vélez. Si quieres conocer más del autor, haz click aquí

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Este texto nació para dialogar en la Segunda Semana de las Ciencias Sociales y las Humanidades de las preparatorias de la Universidad Instituto Irapuato: gracias a los organizadores que me invitaron a conversar con la Comunidad Educativa sobre algo a lo que he dedicado una buena parte de mis afanes como amigo, compañero y educador.

El escrito quiere ser un aporte para todos quienes desde sus saberes cotidianos y muy vacunados por la cultura -y también por los maestros de filosofía que hemos hechos de nuestras clases algo profundamente insufrible- se preguntan con honestidad por este saber, que es complementario de otros cuando se quiere vivir autónoma y sentipensantemente la vida. 

También es una contribución para conmemorar el Día Mundial de la Filosofía, que justo se efeméride que tiene lugar hoy que escribo este texto, tercer jueves de noviembre del 2022 (El año pasado publicamos: Una buena compañía para nuestro transcurrir: la filosofía y su papel en nuestros días, el aporte de tres estudiantes de filosofía para sus amigos y cualquie interesado en este tema)

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http://www.informauva.com/

Y la filosofía... ¿Para qué #$%&* ? Ese es el título que asignaron a una conferencia que debo dar. Este nombre me pareció que "ni mandado a hacer", porque a lo largo de mi vida esa pregunta -solo que cambiando los caracteres simbólicos por palabras malsonantes- la he hecho y me la han hecho una y otra y otra vez.

La primera respuesta que suele venir a mi mente fue la que escuché a Luis Ramos Gómez-Pérez, un fraile dominico ya difunto, cuando era el encargado de estudios de la Provincia de Santiago de México de su orden religiosa. 

Un día, hablaba con los frailes que se encontraban en formación inicial en el entonces recién fundado Centro de Estudios Filosóficos "Tomás de Aquino", en León, Guanajuato. Uno de ello preguntó: ¿y de qué me va a servir estudiar filosofía? A lo que mi amigo respondió con contundencia: simple y sencillamente para que no digas puras #$%&* (entiéndase cualquier palabra soez para referirse a tonterías). Eres fraile y si no dices cosas sensatas, harás mucho daño y ni siquiera te darás cuenta...

Y sí... ¿Para qué la filosofía? Pues para que podamos decir cosas más sensatas, en la medida que esto es posible, y a partir de ello construyamos nuestra vida, nuestra sociedad, nuestro mundo de manera más razonable, menos insensata; pues que de tanto decir #$%&* todo sigue como si nada. Veamos.

Lo que nos han dicho y lo que nos parece a simple vista, no bastan

La existencia cotidiana nos va dando una manera espontánea de entendernos y valorarnos a nosotros mismos, a los demás, a las relaciones que establecemos con todo tipo de personas, a los desafíos que el mundo nos presenta y de los cuales tenemos que encargarnos, si no queremos que simplemente nos carguen.

Esta comprensión/valoración se nutre de lo que los demás nos dicen explícitamente o implícitamente a través de los diversos elementos de la cultura en la que nos hallamos inmersos. También de lo que nos parecen las cosas y las situaciones que vivimos. 

Esto es muy útil en un primer momento, porque a partir de ello podemos responder a desafíos diarios, inmediatos, casuales, podemos transcurrir nuestros días en lo simple, lo inmediato.

Sin embargo, si no nos damos cuenta de algo más, corremos el riesgo de no llegar a ser al menos un poco protagonistas de la existencia, quedándonos como meros espectadores de la propia inercia de nuestras vidas.

A lo largo de la historia ha habido personas que han caído en cuenta de que vivir con una visión meramente espontánea de la vida no es suficiente, que hay que desobviar lo obvio, porque las obviedades terminan reventándonos en las manos. 

https://www.humanidadescomunidad.unam.mx/

Por ejemplo: parece obvio que un padre o una madre tiene que criar y cuidar a su hijo, pero si eso sigue sucediendo cuando sus vástagos tienen 30 o 40 años, eso ya no funciona; así que hay que sospechar y preguntarse: ¿de verdad lo que hace al padre o a la madre ser tales es fundamentalmente la acción de criar? 

En una cultura patriarcal, sobreprotectora hay que romper las explicaciones inmediatas para cuestionarse: que son la paternidad y la maternidad, qué hay en ellas que pueda cambiarse sin problema, qué no puede cambiarse porque si no se dejaría de ser padre o madre; qué significa, que sentido tienen. 

Los ejemplos pueden ser muchísimos, prácticamente sobre cualquier cosa: la familia, el trabajo, el juego, la educación, la política, el consumo, la economía, la amistad... Sobre un montón de cosas que damos por sentadas, pero que una vez que se las examina con algún detenimiento, revelan algo más que lo que creíamos.

Una visión complementaria

Los antiguos griegos descubrieron que los humanos podemos comprender la realidad de distintas formas. 

Una, la que hemos venido hablando ha sido denominada doxa. Es la que se basa en lo que lo demás nos han dicho, en los significados que pasan de generación en generación a través de los mitos, los ritos, las tradiciones, la moral; también por lo que aparece inmediatamente ante nuestros ojos, la de las apariencias. Todo lo que en realidad no hemos pensado profundamente ni en su funcionalidad profunda, ni en su sentido y significado reales.

Otra, complementaria, consiste en entender y explicar las cosas por lo que son, no por lo que nos han dicho que son. Es la comprensión, la visión, el entendimiento que brota de reflexionar críticamente las cosas preguntándonos por su causas, cuestionándonos si realmente son como nos han dicho que son o como inicialmente nos parece que son. Los griegos la llamaron episteme, el conocimiento de  ciencia, el  conocimiento de las cosas por sus causas...

Y allí es donde aparece la filosofía, como una forma de conocimiento crítica, sistemática, metódica, con la que se busca responder lo más razonablemente posible a tres preguntas: ¿por qué son las cosas?, ¿Qué son las cosas?, ¿Para qué son las cosas?

Este ejercicio nos permite posicionarnos más humildemente, pero también más firmemente ante la realidad y los desafíos que nos presenta. 

Más humildemente, porque nos ayuda a ver que por más que nos preguntemos las cosas, siempre habrá algo nuevo por conocer, pensar, reflexionar. 

Más firmemente, porque al entender lo que es algo por lo que es -y no por lo que nos han dicho que es o por lo que parece obvio que es-, nos permite tomar partido, decidir acercarnos o alejarnos, abstenernos.

Otro ejemplo: entre educadores y entre familias de educandos, especialmente de escuelas particulares, suele decirse que los estudiantes son los clientes y que hay que darles el servicio que compran. Se dice mucho y hay muchas escuelas que actúan así, hasta llegar a extremos como contratar y despedir profesores a solicitud "de los clientes" (te recomiendo el artículo: ¿Quién (y por qué) despide a los profesores?). Si los alumnos son clientes entonces pueden ser consumidores de lo que quieran y tiene que dárseles lo que les guste y evitarles lo que no les gusta, que no creen que sea necesario para su formación... Es obvio, ¿o no?

Pero si se le piensa bien, la consecuencia de esta explicación es que después de 16 años de ser clientes,  las mujeres y los hombres escolarizados, "educados", son muy poco capaces de leerse a sí mismos, de leer el mundo, de entender cosas, de pensar matemáticamente, de convivir y resolver los conflictos tomando acuerdos, de mantener relaciones cercanas y permanentes, de manejar sus emociones... No están formados para hacer frente al mundo complejo para el que se supone que se les preparaba.

Entonces vienen las preguntas.... Si no es obvio que sean clientes, ¿qué son los estudiantes? ¿Qué es la escuela? ¿Por qué y para qué educarse? Cuando se trata de responder crítica, metódica, sistemáticamente, surgen otros planteamientos, tal vez más razonables; verbigracia, los estudiantes son socios de una obra que tiene una finalidad y pagan por pertenecer a ella para poder sumar esfuerzos con otros socios y así lograr estar mejor formados para la vida, para realizar la suya, para atender los problemas complejos del mundo en el que están, etc. 

Y es que no es lo mismo ser socios que buscan una misma finalidad y en la que participan activamente, y para lo cual entregan su capital, que clientes que toman y desechan mercancías y generalmente no movidos por sus necesidades todavía no descubiertas, pero reales; sino por los gustos que tienen al instante de sentirse en un acto de mercadeo...

Con humildad, pero con firmeza, si uno piensa en la educación como una sociedad que realizan los distintos miembros de una comunidad educativa, se sitúa de otra manera para contratar o despedir profesores, para diseñar las experiencias de aprendizaje, para consensar y establecer las distintas normas..

Hay que hacer una observación en este momento: llegar a conclusiones filosóficas nos pide un esfuerzo intelectual: distinguir de qué cosas hablamos, de no revolverlas, de analizarlas recurriendo a dialogar con personas que se han hecho preguntas similares (como los filósofos que perviven a través de sus obras), con personas que se interrogan como nosotros. 

Filosofar es mucho más que decir lo que se nos ocurre, en un alarde de originalidad que puede terminar siendo la evidencia de nuestra llana torpeza.

https://borgeano.wordpress.com/2014/01/29/dialogando-con-los-muros/

¿Para qué la filosofía?

Para no basar la vida en cualquier #$%&* que venga a la mente, que le digan a uno; sino para dialogar con la realidad mediante diálogos con los demás. 

Se trata de encontrar explicaciones razonables -desobviadas, críticas- de lo que siempre se nos ha dicho, de lo que dicen los demás, de nuestros propios antojos y caprichos; explicaciones que habrá que revisar una y otra vez, porque lo que va de por medio en esta acción sentipensante es la posibilidad de una realizacióin integral de la existencia; de ese llamado que somos a ser más por, con y para los demás encargándonos del mundo que nos carga, en apertura dialogante con lo trascendente. 

Filosofamos para decidir nuestro actuar buscando lo que más nos pueda realizar por, con y para los demás en un momento específico para poder dialogar y buscar lo que sea que pueda ser el bien común, para aprender de nuestros errores, para encontrar sentido a la vida, incluso cuando todo aquello que pensábamos que tenía sentido se nos acabe... para poder ir siendo humanos, aunque sea con pequeños pasos dados a partir de una personal visión de la vida construida con el esfuerzo de ir más allá de lo inmediato.

La UNESCO, en la presentación que hace en su portal electrónico del día Mundial de la Filosofía (https://www.unesco.org/es/days/philosophy) nos recuerda: 

Además de ser una disciplina, la filosofía es también una práctica cotidiana que puede transformar las sociedades y estimular el diálogo entre las culturas. Al despertar al ejercicio del pensamiento y la confrontación razonada de opiniones, la filosofía ayuda a construir una sociedad más tolerante y respetuosa. De esta manera permite comprender y traer una respuesta a los grandes desafíos contemporáneos, creando las condiciones intelectuales para el cambio.

Creo que Luis Ramos Gómez-Pérez no estaba tan errado... La filosofía sirve para no decir tantas #$%&*; para actuar menos #$%&*... En última instancia, para poder ser más cabalmente humanos.

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