Caminar, vivir, compartir...

Durante años viajeros han apuntado en libretas sus vivencias, hallazgos, descubrimientos, curiosidades... Esta es una de ellas, con los apuntes al vuelo de este viajar por la vida . Estas notas brotan de lo que va pasando por mente y corazón en el auto, en la charla, al leer o mirar multimedia. Y se convierten en un espacio de convergencia entre los amigos, quienes también aquí pueden compartir los apuntes que van haciendo de su caminar por la vida.

sábado, 24 de diciembre de 2022

Anuncio navideño.... Para mí y para quien vibre con lo que humaniza

Autor: José Rafael de Regil Vélez. Si quieres conocer más autor, haz click aquí.

Lo reconozco: he sido grinch y soy de algún modo todavía grinch. Desde la adolescencia las fiestas navideñas con las reuniones interminables, las calles y comercios saturados, las prisas, las borracheras de los familiares y conocidos me fueron resultando poco soportables, pero muy a mi pesar obligadamente vivibles.

Afortunadamente el tiempo pasa. El jolgorio de la Nochebuena ha cedido espacio a encuentros más íntimos y el transcurrir de la vida me ha dado la oportunidad de mirar, sentir, pensar y vivir esta efeméride como una posibilidad de traer a mis días profundos significados humanizantes que vale la pena recuperar de vez en vez nuevamente en la mente y el corazón; la conmemoración, el recuerdo, la comunión. (Puedes leer: La desgracia del tiempo plano... resignificar los días resignificando los días)

Mi parte todavía grinch lidia con lo superfluo, con la fiesta por sí misma, con el consumismo que bombardea con imágenes estereotipadas del "Santa y los Reyes Magos" y toda la parafernalia decembrina.

Pero mi yo creyente se ha reencontrado con lo que vivo como la experiencia de muchísimas personas, mujeres y hombres de muchas épocas y sinfín de lugares, 

Ellas, ellos y yo hemos encontrado en el acontecimiento y la vivencia del Dios con nosotros en el pesebre un manantial para abrevar compromiso humanizante y remontar lo que en sus días apesadumbraba el corazón, asfixiaba la esperanza, resquebrajaba la fe.

Y comulgando con ellas y ellos encuentro en la Navidad el anuncio de un Dios que ama la vida y que nos da claves interpretativas y existenciales para vivir al top,., sin necesidad de lo apoteósico, lo grandioso, la búsqueda sin más del poder, del tener, incluso del parecer.

El pregón navideño me dice de mil formas que hay semillas de fraternidad, de justicia, de compasión activa en lo pequeño, lo que pasa desapercibido a los ojos, lo humilde. Estas llevan a acciones imperceptibles en las que las mujeres y los hombres compartimos lo que engendra solidaridad, un poco de compromiso con lo justo, con la búsqueda de verdades -de las que dan sentido a ser y hacer... 

Sí, lo que humaniza se parece a lo que tradicionalmente se nos ha compartido que fue el pesebre, el nacimiento de Jesús: una muchacha como todas, con un hombre como todos, migrantes ambos que tuvieron un hijo donde se pudo. Y allí donde nadie voltearía la vista, nació la redención que viene de que Dios no se queda en el cielo, sino que asume compartir la tierra, con todos sus afanes, con todo lo entrañable que pueda tener vivir el aquí y el ahora. 

La experiencia del "nacimiento" ha sido motor de compromiso para personas que me han contagiado de humanidad posible. Cercanas como mi familia, amigos, compañeros de andanzas en cuanto lugar he residido; remotas como Francisco de Asís, Juan Bosco, Teresa de Ávila o Ignacio de Loyola.

Y es esta experiencia de poder encontrar en lo pequeño, en lo que parece insignificante, el anuncio de lo que ha ido llenando mi corazón, la que  fortalece mi fe, mi esperanza, el ánimo de cada día... 

Y es que también en clave de Navidad que sé que el Dios en el que creo ama la vida, que se comunica en los acontecimientos cotidianos, la mayor parte de ellos nada llamativos, pero llenos de significado si se les escudriña con los sentidos, los sentimientos, la imaginación y el corazón, hasta que llegan a la cabeza donde gritan invitaciones para amar, para servir, para compartir y comulgar miles de posibilidades humanizantes.

Es entonces que mi grinch se apacigua y da lugar a la persona de fe y esperanza que reconozco en mí y que se acompaña con muchos que como yo queremos anunciar un mensaje como el navideño: que vale la pena amar la vida, contruir la historia, hacer apuestas humanizantes, caminar en la fraternidad posible. 


Sin romanticismos: en la Navidad encuentro que sin aspavientos en lo humano hay miles de noticias buenas que vale la pena pregonar e invitaciones que vale la pena acoger y aceptar. 

Solo se necesita mirar con ojos de pesebre y palpitar con corazón de encarnación para que la historia se escriba de otra manera, más como Dios quiere, a pesar de que campee un mundo que parece contradecir lo que nuestro corazón busca cuando añora la justicia, el amor, la creación de la vida, la verdad, la fraternidad, la construcción de la paz... (puedes leer: Frente a la locura de la violencia, la sabiduría del pesebre: construir la paz)

Y sí, en esta experiencia no solo mía, puedo decir con honestidad: ¡feliz navidad! Y pasar una Nochebuena.

Comparto un pregón que me ha gustado, escrito por José María Rodríguez Olaizola, que dice de otras maneras lo que en este texto tan solo he balbuceado.

Hermanos:
Hace muchos siglos, Dios miró al mundo,
y sus entrañas se conmovieron,
   al ver al hermano enfrentado con el hermano,
   al ver el dolor del inocente injustamente golpeado,
   al ver los muros que se levantaban entre personas…
   al escuchar los lamentos, las plegarias, las llamadas
   de quienes se preguntaban: “¿Por qué?”,
   y le preguntaban: “¿Dónde estás?”

Y Dios quiso dar respuesta a las preguntas,
   y Dios quiso dar alivio a las heridas
       y quiso dar horizonte a las historias
           derribar los muros
                y devolver a las gentes una humanidad perdida.

y quiso acariciarnos con sus manos,
y hablarnos con su misma Palabra,
amarnos con un corazón de carne,
hacerse uno de nosotros, para abrazarnos en El.

Y lo hizo.
   en Belén de Judá,
   a las afueras del pueblo,
   porque no tenían sitio en la posada,
   de María Virgen, esposa de José,
   nació Jesús,
   y sus padres lo envolvieron entre pañales
   y lo acostaron en un pesebre

El es palabra que susurra nuestro nombre,
canto de Dios que puebla nuestro silencio,
brillo que enciende las noches
justicia que repara lo injusto.
con verdad eterna.

Y hoy celebramos su presencia
   Dios-con-nosotros
       Dios bueno,
           Dios nuestro…

* * * * * * * * * * * * * * * * * * * * *
Síguenos en redes: