José Rafael de Regil Vélez. Si quieres conocer más del autor, haz click aquí
Sin amor -amar y ser amado- la vida humana se vuelve inviable; incluso cuando se es adulto y se tiene fuerza, madurez, capacidad de actuar autónomamente (Hablemos del amor sin tanta sensiblería).
El amor se da en alteridad: por el otro, con el otro, para el otro. Se concreta en diversas formas de interrelación: la pareja, la paternidad, la filiación, la hermandad, la amistad. Y de cada una se puede escribir mucho, desde perspectivas diversas.
Vivir amigablemente
En esta ocasión quiero hablar de amistad, de ser amigo, de vivir amigablemente.
No se necesita ser un gran intelectual ni un investigador o académico para entender que la amistad puede ser importante en la vida de las personas. Pero sí ayuda darle la voz a un estudioso para dar mayor luz en el asunto. Y en este caso se la daré a José L. Zaccagnini, uno de los impulsores de la psicología positiva en lengua castellana.
En su texto Amistad y bienestar psicológico: el papel de los "amigos c" el estudioso desde el inicio nos advierte sobre la conveniencia de reflexionar sobre el papel que las diversas relaciones pueden desempeñar en la vidas y entre ellas la amistad, que puede aportar no solo de manera terapéutica a nuestro bienestar, sino de manera habitual.
Se enfoca en ella porque es de las relaciones que solemos establecer, la más libre de todas; es decir: la amistad no responde inicialmente a las expectativas sociales como sucede con otras relaciones como el matrimonio, el compadrazgo, la paternidad o la filiación; sino que se estructura a partir de los acuerdos que los propios amigos van tomando, así que es muy fácil que cada quien se sienta y este bien y a sus anchas en cada tipo de amistad.
De una manera amena, didáctica incluso pone sobre la mesa distintos "modos o niveles" de amistad, conforme al grado de profundidad, comunicación, interacción explícita y caracteriza en la forma que pueden contribuir al bienestar psicológico e integral de las personas. Así, nombra a los amigos íntimos, a los cercanos y lo que denomina amigos circunstanciales o amigos "c".
Menos íntimos, pero no menospreciables
Siguiendo a Zaccagnini creo que debemos detenernos un poco para hablar de la amistad circunstancial, que tiene una gran influencia en nuestra vida diaria, pero en la cual no reparamos mucho por la demasiada cercanía y espontaneidad, incluso por una cierta irrelevancia, puesto que no son los amigos cercanos con quienes creamos espacios diferentes de encuentro o los íntimos a quienes pese a todo llevamos en mente y corazón.
En el texto que he referido, el investigador señala que los amigos circunstanciales, a los que pronto denomina amigos c son personas con las que nos topamos a diario en los diferentes ámbitos en los que nos desenvolvemos, con quienes interactuamos, pero a las que de alguna manera nos vamos uniendo por un lazo emocional y no meramente funcional.
Son cercanas en el tiempo, en los espacios, demasiado cercanos y con frecuencia perdemos de vista el papel que pueden jugar o dejar de jugar en nuestro bienestar cotidiano (y nosotros en el de ellas). Tan cercanas y poco apreciadas pueden ser las amistades circunstanciales, que puede ser fácil perderlas y sin embargo la investigación psicológica revela algunos beneficios que pueden dar mejor estructura a nuestro día a día:
- Al ser relaciones que generamos en los lugares habituales en los que nos movemos y realizamos -como la escuela cuando se es estudiante, o el trabajo- nos proporcionan continuamente estímulos positivos como el saludo afable, la sonrisa en algún momento, la palmada en el hombro al paso, la charla en los momentos de intervalo o la charla en los de comida.
- Sus conversaciones y encuentros pueden influirnos positivamente, en especial en algunos momentos de malestar. El ejemplo que pone Zaccagnini es ilustrativo: cuando nos encontramos con un amigo C en la máquina del café y nos saluda y hace una pequeña plática, aunque estemos "bajos de pila" debemos dar al mal tiempo buena cara. La relación que tenemos con nuestro interlocutor posiblemente no tiene el grado de cercanía y confianza como para despotricar en el momento, así que debemos esforzarnos por demostrar simpatía, rompiendo el círculo del malestar.... O aun más, si le contamos lo que nos aqueja al verbalizarlo y dado que no queremos "quemarnos" debemos entender mejor lo que nos pasa para que nuestra desazón suene justificable y, muchas veces, posiblemente caeremos en cuenta que lo que traemos no vale tanto la pena.
- Los amigos circunstanciales nos acompañan en lo pequeño, en las minucias de nuestra vida ordinaria. No hay que acordar con ellos momentos y lugares especiales de encuentro. Y al ser personas en alteridad, eso no tiene precio, podemos ser en soledad, pero no solitarios.
- No es inusual que en los lugares cotidianos tengamos de momento alguna necesidad especial: no llevamos dinero y debemos hacer un pequeño gasto de improviso, o necesitamos hilo para un botón, o no tenemos a mano una unidad de almacenamiento para transportar algún archivo... Y recurrimos a las personas con las que mayor cercanía tenemos para que nos procuren y, literalmente, nos saquen del problema, lo cual nos da bienestar emocional, por pequeño que parezca el detalle.
- Muchas veces necesitamos información para resolver un detalle personal y profesional y podemos recurrir a los amigos del trabajo, de la escuela: ¿cómo hago esto?, ¿a quién consulto?, ¿dónde se guarda algo?... Más todavía, en las situaciones incluso muy triviales en las que necesitamos saber sobre un médico, una tienda, un producto, la forma de resolver la limpieza de una prenda, una sugerencia de regalo, encontramos respuesta. Nuestra aprehensión disminuye con la "asesoría" de la que somos provistos.
- Dado que nuestros "amigos y amigas del trabajo" no son nuestros otros amigos y amigas, esos más entrañables y especiales, no necesitamos requerir de ellos total afinidad para relacionarlos. En el amplio círculo de las amistades circunstanciales hay diversidad también grande, lo cual nos permite ver "más allá de nuestra nariz", con lo que ganamos en pluralismo y, sí, también en tolerancia, porque no nos son tan lejanos que no debamos interactuar de alguna manera con ellos. Si asumimos con libertad esa diferencia, por supuesto que podemos crecer como personas y en la función que desempeñamos cuando estamos con ellas y ellos.
- Mantener las amistades circunstanciales requieren una inversión mínima, dado que no demandan de nosotros lo que otros amigos, la familia, la pareja... basta con una buena disponibilidad, con el trato respetuoso, el interés por lo que la circunstancia demande, para que mientras dure, se trate de una relación que aporte a nuestra "salud relacional".
Amistad circunstancial: apostar por el gana-gana
Coincido con lo que señala el autor que he seguido en este apunte señala varias veces en su texto: tendemos a valorar poco a "los amigos y las amigas" que tenemos en el trabajo, a los que nos acercamos por circunstancia, pero con quienes nos unen pequeños y reales lazos afectivos, de simpatía y aprecio que los vuelven diferentes de todos los demás que se encuentran a nuestro alrededor.
Su surgimiento tiene mucho de casual, pero mantenerlas incluso en el nivel de circunstancialidad en el que existen requiere cuidado, una apuesta de benevolencia (querer el bien del otro), de amabilidad, de búsqueda, de cercanía. Se trata, tal cual, de cultivar una siembra que en su cosecha se vuelve siempre un gana a gana, posiblemente imperceptible como el las semillas del amaranto, que son pequeñitas, pero que en conjunto proveen proteína suficiente para el día a día y que además bien conjuntadas pueden ser un dulce, un snack sabroso, hasta una malteada para comenzar o terminar un día que nos ha requerido esfuerzo.
Amistad y bienestar psicológico: el papel de los "amigos c" termina con una frase de Hannah Arendt, que es provocativa y que nos puede dar un buen norte para navegar en las relaciones amorosas que supone la amistad, incluso en la pequeñez de la vida que suponen las acciones usuales de los lugares en los que vivimos: "el verdadero sentido psicológico de la vida humana está en nuestra relación con los demás". Aprovechar lo que podemos dar de nosotros mismos en lo circunstancial y lo que podemos recibir de las demás y los demás allí también, es una buena apuesta en la que ocurre sí o sí el "gana-gana".
Si quieres consultar el texto original, puedes acceder a él desde aquí
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