Caminar, vivir, compartir...

Durante años viajeros han apuntado en libretas sus vivencias, hallazgos, descubrimientos, curiosidades... Esta es una de ellas, con los apuntes al vuelo de este viajar por la vida . Estas notas brotan de lo que va pasando por mente y corazón en el auto, en la charla, al leer o mirar multimedia. Y se convierten en un espacio de convergencia entre los amigos, quienes también aquí pueden compartir los apuntes que van haciendo de su caminar por la vida.

lunes, 20 de septiembre de 2021

Hagamos patria: formemos ciudadanos (II)

 Autor: José Rafael de Regil Vélez . Si quieres conocer más del autor, haz click aquí

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Beto Vergara es estomatólogo, maestro en educación, académico universitario, técnico en urgencias médicas, deambulador de las calles de la ciudad con cámara en mano para captar y compartir la vida cotidiana en imágenes. Le agradezco que nos comparta parte de su obra gráfica para ilustrar este texto.
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Septiembre, mes patrio, ocasión de festejos, de orgullo, de expresión de mexicanidad. Puede ser, también, motivo para reflexionar a la luz de nuestra historia quienes somos y cuáles son los compromisos que debemos adquirir o refrendar para construir nuestra nación.
Foto: Alberto Vergara
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           Por motivos muy diversos –entre ellos la herencia de un Sistema Educativo Nacional generado al cobijo del positivismo, el desgaste de la revolución y la posrevolución, la hegemonía de un partido político omnipresente durante décadas- la formación ciudadana no ha sido un interés central en la dinámica cotidiana de las escuelas, ni de las familias. 
          Incluso, ahora que se ha retomado el tema, hay quien ha pensado que dar una materia de formación cívica y ética es suficiente, máxime que estuvo ausente de los planes de estudios oficiales durante mucho tiempo, pero la experiencia da evidencia de que eso no ha sido suficiente: por doquier campean la indiferencia social, la poca capacidad de asumir colaborativamente los desafíos del bien común, el reduccionismo político al voto sexenal o trienal en los niveles locales, estatales o municipales; la poca o casi nula vigilancia ciudadana a los funcionarios públicos, la búsqueda de tlatoanis que actúen mesiánicamente mientras nosotros, cual prole, esperamos la solución mágica de los problemas que nos atañen.

Ciudadanía: ¿por arte de magia? 

Foto: Alberto Vergara
Los ciudadanos somos las personas que afrontamos los desafíos de la civis; es decir, de todos los asuntos que nos atañen en los ámbitos local, regional, nacional e incluso internacional. A nosotros nos corresponde hacer la gestión de aquello que nos afecta, sostener la estructura estatal, elegir gobierno y legisladores, al tiempo que –aunque suene a sueño lejano- se les  vigile para que sus acciones ejecuten los programas necesarios para mejores condiciones de vida.

          Pero un ciudadano, en estricto sentido, no nace, se hace. Se forma conforme va creciendo en autonomía intelectual, capacidad productiva, posibilidad de resolver problemas de manera solidaria.

Un ciudadano se hace conviviendo

Foto: Alberto Vergara
En un artículo anterior he señalado la importancia de que verdaderamente se enseñe a pensar a las personas, lo cual significa no solo que tengan la información sobre lo que sucede en su entorno, sino que puedan entenderla, relacionarla, contextualizarla, usarla para razonar cuáles son las decisiones que hay que tomar para que las condiciones de vida sea más humanas y humanizantes, personal, familiar, social, laboralmente.  (
https://misapuntesenelcamino.blogspot.com/2021/09/hagamos-patria-formemos-ciudadanos-i.html).
          Ahora quiero referirme a la importancia que tiene la formación para la convivencia humana en el tema que nos ocupa .
Foto: Alberto Vergara
          Cotidianamente en las instituciones educativas durante una clase los profesores pueden  pedir a sus alumnos que se reúnan en equipo, que realicen algún proyecto o tarea en pequeños grupos. El supuesto es que los estudiantes deben colaborar. Pero la interacción ocasional no es necesariamente una escuela para aprender a crear sociedad. Cualquiera que vea un equipo de trabajo o a una familia incomunicarse, desorganizarse, no lograr apuntar a objetivos comunes podrá poner en tela de juicio la pedagogía de la colaboración que vivieron después de 9, 12 o más años de escolarización.
          En la vida cotidiana convivir implica pasar por las diferentes etapas de la dinámica de un grupo y saber salir airosos en ella ante problemas concretos: aprender a escuchar a los demás y tomar lo que verdaderamente aportan, ejercitarse en la tolerancia, tan desgastada y necesaria para la ciudadanía (https://misapuntesenelcamino.blogspot.com/2021/07/recuperar-la-tolerancia.html), iniciarse en la mediación y resolución de conflictos y en el diálogo sobre la existencia, el sentido de las normas y leyes. El ejercicio de la solidaridad es un impresionante lugar de educación cívica (https://misapuntesenelcamino.blogspot.com/2019/11/solidaridad-no-porque-somos-sino-para.html).

Aprender a ser ciudadano en la participación política cotidiana

Foto: Alberto Vergara

La vocación profunda de las instituciones educativas es –y debe ser- introducir a las personas en la vida política, allí donde se toma decisiones para resolver lo que el bien común requiere y los conflictos que su búsqueda genera (
https://misapuntesenelcamino.blogspot.com/2015/05/la-participacion-politica-no-es-un.html)
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     Esta tarea, por supuesto, desborda el límite del aula y se vuelve asunto de todo el centro educativo -también de las familias y demás instituciones sociales y socializadoras que tenemos- que debe devolver a los estudiantes las responsabilidades que les ha confiscado: la organización estudiantil, la participación en la toma de decisiones de su institución, la elección democrática de representantes, la  posibilitación del liderazgo para servir (que cada uno, desde sus propias cualidades, pueda ser líder y ponga sus talentos al servicio de la causa común).
           Con personas que velan solo por sus propios intereses expresados en calificaciones, en metas meramente individuales de productividad o éxito no se avanza mucho socialmente; con personas informadas que no pueden interactuar para la gestión que demanda la creación de mejores condiciones de vida, con meros grupos de amigos y no de responsabilidad para que las cosas marchen mejor para todos es muy difícil afrontar los problemas que México vive.

Por una educación que NO forme idiotas (ni en casa, ni en la escuela, ni en lado alguno)

Foto: Alberto Vergara
Los antiguos griegos lo tenían claro: llamaban idiotas a las personas desentendidas de los asuntos de la polis (
https://misapuntesenelcamino.blogspot.com/2009/02/cuando-los-humanos-educamos-idiotas.html). No veían con buenos ojos a estos ciudadanos que en realidad eran muy poco ciudadanos, por velar básicamente por sus propios intereses.
          Es difícil que alguien vele por otros intereses si no los descubre como suyos. Y para ello necesita tener "chapuzones de realidad", experiencias de al menos algunas de las muchísimas necesidades que tenemos como sociedad para que el nuestro sea un espacio en el cual de alguna forma haya posibilidades para la dignidad humana.
Foto: Alberto Vergara
           Y más todavía: experiencia y contacto con quienes de alguna manera se han comprometido en participar, en procurar derechos humanos porque su existencia y defensa en última instancia nos permite ser personas. Los ciudadanos en ciernes podrán asumir mejor su cuota si se entiende que no son el futuro, sino el presente (https://misapuntesenelcamino.blogspot.com/2015/04/los-jovenes-no-son-el-futuro.html) y desde ya pueden meter el hombro en algo más que solo estar encerrados en casa y entregar trabajos escolares. 
           La escuela, la familia podemos echar vistazos a la realidad más allá de nuestra supervivencia cotidiana y contamos con el enorme privilegio de un mundo en el que sí hay información... Habrá que aprender a obtenerla, a validarla y a utilizarla para poder ser ciudadanos globales desde nuestras milimétricas acciones locales.

Hagamos patria, formemos ciudadanos, pero de manera real y no reducidos a la instrucción de una materia como formación cívica y ética. Sí podemos potenciar la capacidad de vivir socialmente y participar con responsabilidad política, porque lo que está más allá de nuestra nariz también nos atañe y no es algo fatal, un destino inamovible. Creo con Paulo Freire y muchos más que somos personas históricas, capaces de ir abriendo espacios para la humanidad posible.

Publicado: Síntesis Tlaxcala, 29 de septiembre de 2012. Reelaborado el 20 de septiembre de 2021