Caminar, vivir, compartir...

Durante años viajeros han apuntado en libretas sus vivencias, hallazgos, descubrimientos, curiosidades... Esta es una de ellas, con los apuntes al vuelo de este viajar por la vida . Estas notas brotan de lo que va pasando por mente y corazón en el auto, en la charla, al leer o mirar multimedia. Y se convierten en un espacio de convergencia entre los amigos, quienes también aquí pueden compartir los apuntes que van haciendo de su caminar por la vida.

martes, 25 de enero de 2022

¿De qué hablamos cuando decimos paz? Entre la pax romana y el shalom bíblico

Autor: José Rafael de Regil Vélez. Si quieres conocer más del autor: haz click aquí 

"Hermanos, si de veras lo somos: ¡hermanos!, trabajemos por construir un amor y una paz - pero no una paz y un amor superficiales, de sentimientos, de apariencias-, sino un amor y una paz que tiene sus raíces profundas en
la justicia. Sin justicia no hay amor verdadero, sin justicia no hay la verdadera paz"

Óscar A. Romero


www.aica.org

La paz, no me cabe duda, es un tema vigente, del que no podemos dejar de hablar. El domingo 23 de enero Francisco -el Papa jesuita- lanzó un llamado a todo el mundo para unirse el 26 próximo siguiente en una jornada de oración por la paz; en México lo mismo las autoridades educativas en su calidad de instancia oficial, como las de muchas instituciones que proponen procesos educativos insisten en la importancia de la formación para la paz, para la convivencia pacífica. No dudo que en muchos otros países sea así.
         Organizaciones de la sociedad civil, abogados, psicólogos, insisten desde sus ámbitos: vivir violentamente no parece ser la mejor de las opciones si lo que se quiere es ir construyendo un presente y la posibilidad de un futuro con oportunidades humanizantes.
         Creo que conviene detenerse un momento a ponderar lo que suele entenderse cuando se dice paz y aquello a lo que debemos estar atentos cuando decidimos hacer de ella algo lo suficientemente valioso como para que oriente el sentido y la forma de las acciones que realizamos cada día en casa, en el trabajo, con los vecinos, en el tránsito que nos desquicia o en la forma que nos enteramos de la realidad.

A ojo de pájaro: paz es pax

En castellano la palabra paz es hijita directa de la latina pax. Y con ella nos viene una forma importante de ver esa realidad, pero no sé si suficiente. Me explico.
          Los romanos inventaron el derecho al menos como en gran medida influye la forma en la que nosotros lo entendemos, lo estructuramos y lo vivimos. Y es que la labor inmensa de unificar el mundo en el imperio que llegaron a tener requería de un instrumento que señalara derechos y deberes, que impusiera sanciones. Con él querían garantizar la pacificación que habían logrado en un mundo caracterizado por rebeliones, revanchas, acciones individuales en las que se decidía lo que era mejor para unos y para otros y que terminaba generando la misma reacción pero encontrada.
          Para poder vivir y actuar como imperio hubo un proceso de pacificación, de ausencia de conflictos sociales; hoy diríamos la ausencia de gritos, balazos y sombrerazos. 
         Si bien este tipo de paz es importante, porque crea las condiciones mínimas de convivencia para que las personas puedan realizar su vida: si todo mundo se está matando física o moralmente, no se llega a ningún lado.
         El problema es que una vez que de alguna manera se está en cauce de lograrla y sostenerla mediante instituciones y derecho, se vuelve insuficiente para todo aquello a lo que estamos llamados a ser como personas por, con y para los demás encargándonos de la labor de mundanizar nuestra humanidad y humanizar el mundo.
           Para muestra un botón: en una familia -comunidad religiosa, equipo de trabajo- puede haber pax, que todo mundo haga lo suyo, que no haya gritos, pleitos, que se cumpran las normas de la casa y sin embargo que en esa situación las personas estén atrapadas, asfixiadas, sin horizontes de comunión y de crecimiento.

Mirada con mente y corazón: el shalom invita a vivir integral y dignamente

Hace muchos años, no recuerdo si siendo todavía estudiante o recién egresado de licenciatura, tuve contacto con un par de textos que escribió Miguel Ángel Sobrino y publicó el Instituto Mexicano de Doctrina Social Cristiana (Imdosoc): La paz es posible, tiene que ser posible y La justicia: camino hacia una paz duradera. Desde diversos ángulos descubrí algo que para mí fue una novedad radical: el sentido y la luz que puede tener para nosotros el Shalom bíblico.
          Esta palabra hebrea significa paz. Así lo cantábamos en mi adolescencia: La paz esté con ustedes.... que complementabamos con la frase "evenu shalom alejem" que nos parecía significar lo mismo: ausencia de balazos, de golpes, de palabras soeces... que no pase nada, que todo esté tranquilo.
         Lo que entendí en contacto con los libros que he referido es que el shalom es algo mucho más amplio, más profundo, más cuestionador e incluso demandante. Cuando se le utiliza para decir: que la paz esté con ustedes (o en esta casa, o contigo) lo que se diría sería: deseo que en esta casa haya bienestar, haya todo aquello que se requiere para vivir con dignidad -aunque implique conflicto, que seguramente superaremos-, que se procure el bien común que nos permita ser integralmente personas: en lo corpóreo, en la forma en la que nos relacionamos, en las condiciones sociales, políticas y culturales que vivimos.
         Dicho en más simple: la paz a la que somos convocados en esta dimensión, es a la que viene de la justicia, de que todos tengamos aquello que nos es necesario para vivir saludablemente -incluida la salud mental-, para entender el mundo y poder interactuar con él, para concretar nuestra creatividad y producir bienes, servicios y arte que promuevan la dignidad; para vivir en libertad, para tener relaciones sociales simétricas, que permitan ser más por, con y para los demás... para cultivar nuestra dimensión espiritual.
          En esta perspectiva podremos decir que estamos permanentemente construyendo una convivencia pacífica cuando más allá de la pax colaboramos para que las estructuras en las que vivimos, las normas que aprobamos para nuestra convivencia, las leyes que consagran nuestros derechos y deberes, la interacción que tenemos con quienes nos rodean apuntan al bienester integral, a la posibilidad de seguir siendo más, por, con y para los demás encargándonos de los que nos carga para que nuestra vida cotidiana y el mundo que creamos sean lugares humanizantes.

De la pax al shalom: provocaciones y desafíos

La paz es una palabra compleja: designa al mismo tiempo un estado inicial de forma de convivencia que respete los mínimos que requiere vivir humanamente y también una praxis activa comprometida de crear condiciones para que en el respeto a los derechos humanos, a la singularidad de las personas y los requerimientos de convivencia con los demás, se pueda avanzar en aquello que nos falta para que por con y para los demás seamos las mejores personas en el mejor mundo posible trabajando por el bien común que nos lleva a la fraternidad y la justicia.
           Vivir pacíficamente es una pro-vocación; esto es, un llamado en pro de todo lo que aquí hemos referido. Los desafíos son los que en círculos concéntricos se nos plantean en la vida diaria: los que enfrentamos como personas (nuestra paz personal), como familias, como equipos de trabajo, grupos de amigos; los que tenemos como vecinos, como parte de una ciudad, una región, el mundo... Se trata de un regalo y una tarea y la responsabilidad no podemos reducirla a unos cuantos o al Estado, las instituciones religiosas o a Dios mismo...

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