Caminar, vivir, compartir...

Durante años viajeros han apuntado en libretas sus vivencias, hallazgos, descubrimientos, curiosidades... Esta es una de ellas, con los apuntes al vuelo de este viajar por la vida . Estas notas brotan de lo que va pasando por mente y corazón en el auto, en la charla, al leer o mirar multimedia. Y se convierten en un espacio de convergencia entre los amigos, quienes también aquí pueden compartir los apuntes que van haciendo de su caminar por la vida.

martes, 18 de enero de 2022

El gasto de no fomentar la autonomía en el trabajo

 Autor: Baruch Beltrán, si quieres conocer más del autor, haz click aquí

En este blog hemos señalado de distintas formas que el ser humano está llamado a la autonomía. Su ausencia tiene consecuencias  de distintos tipos que dificultan las posibilidades humanizantes personales, económicas, sociales, políticas, incluso culturales y religiosas (Barruntar al ser humano, Pedagogía que habla de la autonomía o pedagogía de la autonomía, Sujeto agente o sujeto paciente: la forma en la que nos vivamos marca una gran diferencia, Educar para la autonomía, ¿Ciudadanos del más allá? ¿Ciudadanos del más acá?)

En esta ocasión Baruch Beltrán Suárez nos comparte su reflexión sobre el gasto que supone la falta de autonomía en un ámbito cotidiano, pero trascendente: el laboral y empresarial.

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Tener gente reactiva en todos los niveles, que no toma decisiones y esperando que le digan qué hacer, es de los riesgos más costosos de una organización, que derivan en:

·         Clientes insatisfechos: cancelación de servicios o pedidos, más lo que costó atraerlo y convencerlo de firmar, más la mala publicidad

·         Merma de ingresos: Operaciones detenidas y sin poder facturarse.

·         Rotación de personal: Colaboradores renunciando por sentir que no crecen y sus responsabilidades son limitadas.

Este es un problema al que se enfrentan todas las empresas, pues siempre existe uno o varios líderes que no fomentan la proactividad de la gente, y/o tampoco permiten el empoderamiento de sus colaboradores para tomar decisiones.

Sin embargo, es un problema de dos vías, porque también la gente está esperando que le digan qué hacer y cómo hacerlo en repetidas ocasiones, para deslindarse de responsabilidades.

Entonces, tenemos a un líder que no deja que la gente tome decisiones por sí misma, entre otras cosas porque cree que nadie sabe hacerlo como él/ella; y personal que tampoco quiere hacerlo para no tener la culpa de hacerlo mal.

Sumémosle a esto que contamos con una cultura de hora nalga, más que de logro por objetivos, donde para las organizaciones es más importante que el empleado cumpla un horario de trabajo a que cumpla sus metas laborales. Entonces cómo para qué se debiera uno de esforzar, como decía don Jaimito del chavo del ocho, “Prefieren evitar la fatiga” pues no hay una motivación adicional.

Imagínate que acabas de entrar a una empresa y traes toda la actitud y empuje para hacer muchas cosas y terminar lo más que puedas en el día, entonces se te acerca uno de tus compañeros o tu jefe y te piden que le bajes de intensidad porque si ven que se puede hacer más les van a exigir a todos que incrementen el ritmo de trabajo. Así que de esta manera vas bajando el ritmo. Por otro lado, das propuestas de mejoras y te dicen que no se te paga para pensar sino para trabajar. Esto es un fenómeno que pasa en varias culturas de trabajo desafortunadamente y tengo varios ejemplos reales de cómo la cultura laboral reactiva desanima a los empleados y les mata la proactividad.

Ahora figúrate que llegas a trabajar a otra empresa, dónde te dan los procesos de trabajo, te explican cuáles son tus responsabilidades, pero te dicen que lo importante es cumplir con los objetivos y si debes cambiar algunas actividades para hacerlo mejor, puedes hacerlo de forma estandarizada. Que, si surge un problema y no está documentada la solución, debes resolverlo y registrar cómo lo hiciste. Y que incluso, tienes como objetivo proponer una mejora mensual para la empresa. Esto sucede en las organizaciones que tienen una cultura de mejora continua, donde la proactividad, empoderamiento y autonomía del empleado es el eje de la consecución de los objetivos de negocio.

Los beneficios de esta cultura se multiplican en términos de reducción de costos, incremento de ventas, satisfacción de clientes y empleados, contención de errores y diferencias notables con tus competidores.

Al final, te puedo asegurar que tu empresa pagará caro tener una cultura laboral reactiva, y está en tus manos que mejor inviertan en una cultura laboral enfocada a la mejora proactiva.

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