Caminar, vivir, compartir...

Durante años viajeros han apuntado en libretas sus vivencias, hallazgos, descubrimientos, curiosidades... Esta es una de ellas, con los apuntes al vuelo de este viajar por la vida . Estas notas brotan de lo que va pasando por mente y corazón en el auto, en la charla, al leer o mirar multimedia. Y se convierten en un espacio de convergencia entre los amigos, quienes también aquí pueden compartir los apuntes que van haciendo de su caminar por la vida.

domingo, 7 de junio de 2009

La filosofía y la escuela

Autor: David Calderón Martín del Campo
Edición: José Rafael de Regil Vélez

Este texto fue publicado casi en el nacimiento de este blog. Más que una apología de la filosofía en la escuela, se trata de un acicate para los profesores de filosofía... Convencido estoy que su papel es de suma importancia, siempre y cuando entiendan que se trata de acercar el estudiante a la emoción de pensar por sí mismo -en diálogo con los vivos y los muertos (autores incluidos) los problemas en los que se juegan la vida: lo que son las cosas, el bien, la verdad, la buena vida, el lenguaje y su posibilidad humanizante, la historia como posibilidad de la libertad, la estructura social como posibilitadora y no fagotizadora de la humanidad... 

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Radical y original es la filosofía, o no es. Es radical en la medida en que parte de las raíces y es original en tanto nos devuelve a los orígenes. 
            Como en ninguna otra empresa intelectual, la filosofía tiene que introducirnos a lo pensado a través de repensarlo nosotros mismos. Una clase de filosofía -en cualquier nivel educativo- o es un reto gozoso, o se convierte, con su falsa fidelidad repetitiva a autores, metodologías y enfoques, en la más conmovedora de las traiciones. 
           La semana pasada comenté con usted la decisión de las autoridades educativas mexicanas de hacer explícita la inclusión de la filosofía en el bachillerato, a propósito del activismo del Observatorio Filosófico. Quiero insistir en la conclusión: La carga de la prueba recae ahora sobre la "comunidad filosófica de México", con obligación de reformarse a sí misma para que la bravata sobre las humanidades no acabe asegurando asignaturas para un grupo de titulados de bajo rendimiento y casi inexistente motivación. 
          Ante la posición que compartí en la anterior columna, recibí un voluminoso grupo de mensajes a mi correo electrónico. Algunos me exhortaban a ser más preciso, muchos coincidieron en su mala experiencia en la prepa y la esperanza de cambio a partir de esta modificación, otros no coincidían conmigo en la buena voluntad de los involucrados -el Observatorio, Székely, la Conaedu, o de plano los tres- y todavía, en pleno ejercicio de libre expresión pero con prejuicio, hubo quien me espetó que escribí lo publicado "...porque seguramente eres economista del ITAM". Sólo para el registro, dejo constancia de que estudié licenciatura y maestría en filosofía en la UNAM, en la gloriosa Facultad de Filosofía y Letras de Ciudad Universitaria; que ahí mismo he tenido el privilegio de ser académico -filosofía de los siglos XVII y XVIII- y que igualmente me tocó en la vida ser profesor de preparatoria para las asignaturas de lógica, ética y doctrinas filosóficas. 
          Es una contradicción que cuando a duras penas sobreviven o se toleran los programas de filosofía para niños en la educación básica, haya un riesgo de restauración en la educación media superior en México. Los principales impulsores de la pedagogía contemporánea han reconocido que la introducción al pensamiento filosófico debe ser lo más temprana posible. 
          El punto crítico es el siguiente: la filosofía debe ser un cultivo explícito de nuestra natural curiosidad, de nuestra capacidad de discernimiento y diálogo, del cuestionamiento propio y a los demás. Los esfuerzos en filosofía para niños no se dirigen a tener pequeños declamadores de citas platónicas o aristotélicas, sino a reconocer la radicalidad de la pregunta: ¿por qué el tiempo no recorre hacia atrás?, ¿cómo sabemos que otro está viendo lo mismo que yo?, ¿puedo ser compasivo sin ser injusto? 
          Ahora pongamos en contraste esa heroica tarea -propiciar que el filo del pensamiento infantil no sea mellado por los miedos, rutinas e imposiciones de los adultos- con la trayectoria del profe de filosofía de prepa. Sus maestros han insistido, y el propio currículum de licenciatura lo refuerza, en convertirlo en investigador. "Conoce los textos, cítalos con propiedad, compara las tesis", le insisten. Es bueno ser foucaltiano o habermasiano, es chafa ser analítico o marxista. La clase es frontal, autoritaria... máximo es interrogatorio o análisis de texto. Aunque discrepes del titular, dale el avión y escribe lo que quiere que pienses... mas, en el ensayo final preséntate como su discípulo, su continuador casi. 
          ¿Y a qué horas se prepara uno para ser maestro? Con una clase de didáctica de la filosofía, que en general nadie quiere -ni el titular, ni los alumnos. Se llega luego a la preparatoria: el profesor piensa, ingenuo, que es "por mientras", en lo que consigue una beca para la maestría en el extranjero, o una oportunidad en el instituto; en lo que de veras acaba la tesis, sólo un rato antes de dar clases en licenciatura. ¿No recuerda usted los fatídicos libros de Gutiérrez Sáenz? Invitaciones a la catatonia y el coma profundo, especialmente en manos y boca de profesores sin garra. 
          Los profes más vivos se cambian al bando de la anarquía didáctica: su clase es "de platicar de la vida", ver películas cada sesión o soltar enigmáticas sentencias, supuestamente profundas y con ganas de escandalizar a los jovencitos más impresionables. No soy economista del ITAM, pero a mí los filósofos de este país, parafraseando a Nietszche, para convencerme, me tienen que cantar mejores canciones. 

 David Calderón, Director General de Mexicanos Primero.

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