Caminar, vivir, compartir...

Durante años viajeros han apuntado en libretas sus vivencias, hallazgos, descubrimientos, curiosidades... Esta es una de ellas, con los apuntes al vuelo de este viajar por la vida . Estas notas brotan de lo que va pasando por mente y corazón en el auto, en la charla, al leer o mirar multimedia. Y se convierten en un espacio de convergencia entre los amigos, quienes también aquí pueden compartir los apuntes que van haciendo de su caminar por la vida.

domingo, 20 de agosto de 2023

"¡Que lo castiguen con todo el peso de la ley!"... ¿Por tonto?

 Autor: José Rafael de Regil Vélez. Si quieres conocer más del autor, haz click aquí

Este artículo nacía la víspera de la conmemoración del aniversario 99 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, el documento legal fundante de la relación entre los mexicanos, la que estipula derechos y deberes y de la cual emanan leyes y reglamentos: la madre de nuestro Estado de Derecho.

¿Osadía o razonabilidad?

                Mientras pensaba lo que redactaría en mi texto leí en uno de los grupos de las redes sociales en las que participaba en ese entonces que habían atrapado cerca de la casa de uno de mis conocidos a unos muchachos que estaban haciendo graffiti en las paredes y a quienes los vecinos tenían detenidos en espera de que llegase la policía, para llevarlos a donde sea que lleven a los graffiteros. Alguien que estaba en la conversación dijo: “que los castiguen con todo el peso de la ley”.
                Como entre bueyes no hay cornadas pensé: “¿por qué pedir el “peso de la ley” para esos chicos, cuando me consta que algunos de los conectados en la charla, no nos medimos con ella en acciones que nosotros cometemos?” 
                 Conozco a más de una persona que nos ufanamos de poder dar vuelta a la autoridad, de que no nos “cachan” cuando transgredimos una ley, un reglamento… Aunque sea cuando nos “volamos” el reglamento de tránsito y después tratamos de convencer al agente de que no, que él se equivocó al infraccionarnos (o sin agente, incumplimos la norma y punto). 
                  En los lugares que he trabajado me ha tocado una constante cuando ha habido autoestudios de calidad, de clima organizacional: los empleados no concedemos importancia a la estructura normativa de nuestra institución. En cristiano quiere decir que somos capaces de hacer de las normas y reglas un papalote: transgredimos los procesos de admisión, las políticas para calificar. Queremos que condenen a la hoguera al que sentimos que nos ofende; pero si somos los ofensores lo justificamos a cualquier costa.
                 Y si al cometer alguna de estos quebrantamientos y la autoridad no nos atrapó (o se hizo de la vista gorda), nos sentimos inteligentes, inexpugnables: somos más listos que todos...
                Así las cosas me dije: “para esos jóvenes no se pide castigo porque hayan hecho una falta administrativo o una infracción jurídica, sino por tontos, porque no supieron hacerla”. 
                 Me acordé, también, de los espartanos. Estos griegos de hace muchos siglos eran un pueblo fundamentalmente guerrero. En su polis -ciudad estado- la mayor virtud a la que alguien podía aspirar era la valentía cargada de astucia. En la educación de sus jóvenes se estimulaba el aprendizaje de la astucia, al grado que si alguien era sorprendido, por ejemplo, robando, se le castigaba públicamente no por ladrón, sino por poco astuto; por pen… tonto, diríamos a la mexicana.
                Bien sea en la víspera del aniversario de la Constitución Política de nuestro país, al inicio de un ciclo escolar, cuando tratamos de resolver conflictos que pueden llevar a la violencia en cualquier aspecto de la vida social, nos viene bien reflexionar sobre el significado de los instrumentos jurídicos como leyes, reglamentos, normas, para la convivencia humana; pues no se trata de ver quién gana a los demás a cualquier costo, sino de encauzar las interacciones con nuestros cercanos y los no tantos, de articular la influencia de unos para con otros, a fin de que podamos vivir más humanamente.

El sentido de lo legal en nuestra vida diaria

Me explico. Las mujeres y los hombres, por ser necesitados de muchas cosas para vivir desde el momento de su nacimiento, pueden exigir a los demás lo que les corresponde para poder seguir viviendo: alimento, techo, casa, salud, educación, reglas del juego claras para coexistir socialmente.
Dado que la forma en la que cada uno entiende que se concretan sus derechos entra en conflicto con las de los demás, quienes no necesariamente los miran de la misma manera, se hace necesario dialogar (la palabra diálogo significa proceder a través de la razón) para encontrar los cauces de la coexistencia, los que aseguren razonablemente que las personas tendremos acceso a aquello que necesitamos para realizarnos.
El producto del diálogo en un consenso social “positiva” los derechos en un instrumento que se llama ley. Así, las leyes, las normas jurídicas, son la objetivación de aquello que hemos acordado socialmente que mejor puede reflejar lo que humaniza en un momento histórico específico, de acuerdo a la cultura, los lugares, usos, costumbres, etc.
Quien rompe una ley impide que nos realicemos y por eso debe actuar acorde al daño que nos infligió a sus conciudadanos, previendo inicialmente incluso que pueda resarcir el desaguisado que causó. Cuando realizamos acciones que se salen de la razonabilidad para convivir en pro del bien común, entre todos tratamos de ejercer alguna coerción para restaurar la posibilidad de convivir humanizantemente (ese es el sentido de lo que solemos llamar sanciones). 
Cuando alguien quebranta una ley nos daña, lo alcance a ver o no la autoridad, o nosotros mismos. Mis amigos y yo mismo cuando hemos sido corruptos ocasionamos perjuicios diversos que quedan allí, nos hayan sancionado o no; incluso si actuamos ignorantemente.


La importancia de formar ciudadanos

Entender esto, poder actuar meridianamente al respecto supone un largo proceso formativo en el que concurrimos diversas instituciones y actores sociales: la familia, las organizaciones religiosas, las instancias estatales, la escuela. 
Es parte fundamental de la tan traída y llevada formación ciudadana que requiere de dos grandes condiciones: tener la experiencia reiterada de la importancia de interactuar e interdepender razonablemente en la búsqueda del bien común, mediados por los acuerdos positivados a manera de ley o norma y comprender el sentido de lo jurídico en nuestra vida personal y social... Y todo ello experienciándonos y sabiéndonos protagonistas y no meros depositarios del poder del Estado o niños jugando a las escondidillas para salirse con la suya, meramente guiados por el interés individual de un pequeño grupo que pierde de vista la amplitud de la convivencia social.
Actuar teniendo en cuenta la forma y el sentido de las leyes requiere de nosotros haber construido una visión y conciencia éticas que ante las disyuntivas que nos propone la vida diaria nos lleve a preguntarnos sobre lo que más nos realiza por, con y para los demás a fin de poder encargarnos de que el mundo (en ese pequeñísimo aspecto sobre el que decidiremos y actuaremos) se un mejor lugar para la dignidad humana; para vivir humanizantemente. No se trata del infantil juego de listos y tontos, sino de mujeres y hombres capaces de responder de sí, de los demás por, con y para ellos y del mundo que nos ha tocado vivir (puedes leer: El reto de fondo: formar la ciudadanía)
Hoy creo que una buena manera de reflexionar sobre el mundo que queremos y que deseamos heredar es que los ciudadanos volvamos a caer en cuenta del significado de la ley y el papel que ha de jugar en nuestras vidas y qué significado ha de tener para nuestro ser social. Ojalá que si la rompemos nos castiguen por impedir la humanización y no solo por haber sido tan tontos como para que alguien nos cachara, condenándonos así a vivir infantilmente cuando los desafíos de nuestro tiempo requieren ciudadanos maduros, capaces de afrontarlos para que podamos vivir en solidaridad, paz y justicia.


Este texto fue publicado originalmente en Síntesis, Tlax., el jueves 4 de febrero de 2016, en la columna Palabras que humanizan. Ha sido actualizado el 20 de agosto de 2023.

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