Caminar, vivir, compartir...

Durante años viajeros han apuntado en libretas sus vivencias, hallazgos, descubrimientos, curiosidades... Esta es una de ellas, con los apuntes al vuelo de este viajar por la vida . Estas notas brotan de lo que va pasando por mente y corazón en el auto, en la charla, al leer o mirar multimedia. Y se convierten en un espacio de convergencia entre los amigos, quienes también aquí pueden compartir los apuntes que van haciendo de su caminar por la vida.

sábado, 14 de julio de 2018

¿Para qué andar dando tumbos estando el suelo tan parejo? Reflexiones cínicas para nuestros días

José Rafael de Regil Vélez, si quieres conocer más del autor, haz click aquí

La frase, como me la enseñaron de pequeño, es clara: "para qué andar dando tumbos estando el suelo tan parejo". Denuncia, a todas luces, un sin sentido: si el suelo está plano ¿para qué rebotar de un lado al otro del vehículo? Solo gastamos inútilmente energías y no avanzamos mucho en realidad...
          En la vida pasa muy parecido: dependemos mucho de lo que nos han dicho que deben ser las cosas o de agradar a las personas y por ello vivimos perturbaciones; vamos en pos de cosas que deseamos adquirir y no logramos dejar las que ya tenemos, vivimos apegados a un sin fin de artículos, pero también de personas y el apego nos perturba; muchas veces quisiéramos hablar y decirle cosas a las personas pero no terminamos de expresarnos libremente y nos perturbamos... 
          La perturbación nos roba espacios para vivir, nos mantiene intranquilos, nos mina oportunidades. Al paso del tiempo aparece la pregunta que bien vale afrontar de vez en cuando: ¿una vida en continua perturbación vale la pena de ser vivida?

Buscando pistas en el pasado

En la Antigua Grecia hubo hombres y mujeres (por increíble que parezca, también mujeres en un cultura tan misógina como la de los habitantes del Peloponeso) que por diferentes caminos llegaron a una muy parecida apuesta: vivir bien, tranquilos, imperturbados, en medio de la acelerada vida de sus conciudadanos, en las polis principales. 
          La forma en la que dicidieron vivir les valió el nombre de Cínicos (kinikos), perros... Decía que su actuar era como las de estos animales que pueden andar despreocupádamente en medio de la muchedumbre ocupándose de sus asuntos sin dejarse presionar por la forma de vivir de las personas.
          ¿Qué era lo que los distinguía y que les acuñó tal sobrenombre?
          En resumidas cuentas su ejercicios de cuatro actitudes: Anaideia, Adiaforía, Parresía y Autarquía.
  • Anaideia: es vivir en desapego a las personas y las cosas (indiferencia le llamaban en la espiritualidad clásica). Se trata de tener una relación con la posesión que sea mientras se necesite, y no más: usar una prenda de vestir mientras se necesite y ni un día más; tener con nosotros las cosas necesarias:, ni una más; tener la cercanía necesaria con las personas, pero no depender de su correspondencia para que la vida funcione.Se trata de una reacción a la esclavitud que nos genera el poseer y que nos carcome por dentro.
  • Adiaforía: es vivir con cierta desvergüenza, con irreverencia: ante las costumbres, los clichés, el status quo el cínico se sitúa relativizando las convenciones sociales que son supérfluas, alejadas de los comportamientos menos refinadas de la vida sencilla. La adiaforía es un poco provocativa, máxime cuando se actúa y el otro no espera que uno sea fiel a sí mismo, sino uno más que reproduce las costumbres sociales.
  • Parresía: hablar con libertad, decir lo que se piensa, ser fieles a la verdad que se ha encontrado con humildad, pero también con claridad y sin disimulo. Se trata de contraponerse a decir las cosas por quedar bien, sin poner en primer lugar la coherencia entre lo que se piensa y se vive.
  • Autarquía: gobernarse a uno mismo sin esperar la venia de los demás para los propios comportamientos. 
          A estas alturas los cínicos pueden parecer más bien descarados.... pero no es descaro, es simple y llana coherencia para vivir la ataraxia: la imperturbabilidad tranquila pero no desocupada... El cínico no es caprichoso, toma una postura intelectual ante la vida, la relación con las cosas y las personas; ante las afirmaciones que vale la pena decir, aunque no sean tan populares.

Del ayer al hoy: ¿ser cínicos en el siglo XXI?

Me parece que sí... que hoy ser de alguna forma cínico nos permite dar pasos para una buena vida, pues solemos vivir dándole demasiado valor a situaciones, personas, cosas hasta que se vuelven en los dueños y destinatarios de nuestro actuar, de nuestra propia vida: agradar a la gente en el trabajo, tener los modelos preestablecidos de familia, utilizar el lenguaje del que nadie se escandalice, vestir de tal o cual manera, consumir bajo patrones de venta y no de necesidad real.
          Ser personas que "vivan su vida bien" requiere una profunda labor de relativización (no valemadrismo) que lleve a tomar postura ante algo de la manera más inteligente, abierta y crítica posible para desabsolutizarlo. 
          Por ejemplo: muchos de nosotros crecimos con una idea estática, rígida, de familia: el que se saliera de lo que habían dicho los tatarabuelos, los bisabuelos, los abuelos y los propios padres era anatematizado. Muchas personas nunca dieron pasos de mayor libertad porque le dieron un papel de ABSOLUTO a algo que no lo es. Se requiere una dosis de cinismo para entender que la familia es un conjunto de relaciones sociales, económicas, de cuidado, de cariño que sirve para encauzar el bien de sus miembros y potenciar su crecimiento como seres humanos.
          Otro ejemplo: las mujeres y los hombres hemos sobrevaluado el trabajo, al grado que pensamos que el trabajo somos nosotros mismos y el día que nos pensionamos o nos desemplean nos percibimos como si fuéramos nadie.... Hemos llegado a pensar que el trabajo dignifica a las personas, cuando somos estas las que dignificamos a aquel.
         Uno más: sufrimos, nos enojamos, incluso reaccionamos violentamente cuando "nos ofenden" sin habernos detenido a pensar que estamos dando una importancia exacerbada al dicho de otra persona, que puede ser a todas luces erróneo y parcial, pero lo asumimos a tal grado que nos sentimos ofendidos y no percibimos que así como nos sentimos de esa forma podríamos ni siquiera inmutarnos: que digan que soy puto no me convierte en tal; ni que digan que mi madre lo es la convierte en tal.... Como no logramos entender que la realidad es por lo que es, no por lo que diga una persona a la que le conferimos demasiada autoridad frente a nosotros mismos, sufrimos innecesariamente.

Pistar para ser -al menos- medio cínico en estos días

Sufrir innecesariamente puede ser cambiado en una vida más tranquila si logramos relativizar las cosas, las relaciones, los decires y pensares para ponerlos en su justo medio: ni más ni menos. 
          Se trata de tratar de entender las cosas por sí mismas, haciendo de alguna manera de lado lo que nos han dicho sobre ellas. Tener una idea lo más razonable posible de qué es una amistad, qué es una familia, un trabajo; de qué va la política (más allá de sus fanáticos); qué tan grande y tremenda es una enfermedad, para qué sirve vivir día a día.... 
          En fin: muchas cosas que requieren de nuestra indiferencia, nuestra libertad de posesión, de palabra y que ponen en juego las posibilidades de ser gobernados en última instancia por nosotros mismos, en una justa autonomía.

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