Caminar, vivir, compartir...

Durante años viajeros han apuntado en libretas sus vivencias, hallazgos, descubrimientos, curiosidades... Esta es una de ellas, con los apuntes al vuelo de este viajar por la vida . Estas notas brotan de lo que va pasando por mente y corazón en el auto, en la charla, al leer o mirar multimedia. Y se convierten en un espacio de convergencia entre los amigos, quienes también aquí pueden compartir los apuntes que van haciendo de su caminar por la vida.

miércoles, 7 de agosto de 2019

Barruntar al ser humano

Autor: José Rafael de Regil Vélez. Si quieres conocer al autor, haz click aquí
Autor: Desiderio H. Xochitiotzin

Hablar del ser humano, de la persona, puede parecer en un primer vistazo, algo sencillo, sin problema alguno; al fin y al cabo: ¡todos somos humanos!
Pero si en lugar de mirar por la superficie, profundizamos, nos daremos cuenta que el ser humano es diferente a cualquier otro tipo de seres, incluso a nuestras queridas mascotas,. Para acabar pronto, al menos hasta el momento, no hemos visto a un perro, gato o hámster, analizar las propiedades de la materia a tal grado que hayan puesto condiciones para que su materia se libere de tal forma que en una explosión deshaga a una ciudad como Hiroshima o Nagasaki; tampoco los hemos visto observar de tal manera que puedan formular preguntas sobre el comportamiento de los organismos microscópicos y su influencia en los organismos vivos, como para formular las hipótesis que llevaron a la invención de las vacunas.
Repito: es que el ser humano es muy diferente. Hay que mirar más agudamente, seguir todas las pistas posibles para darse una idea que permita atisbar lo que vale la pena respecto de uno mismo, algo que oriente el significado de las relaciones sociales, la praxis que nos lleve a desenvolvernos en la realidad.
Para ello será necesario partir del indicio que salta a la vista en primer lugar: el ser humano está llamado a serlo y de allí habrá que recorrer la senda de los vestigios que llevan a la proximidad del misterio que encierran las mujeres y los hombres en la profundidad de lo que son.


1. PRIMERA PISTA: EL SER HUMANO NO ES TODAVÍA HUMANO…. AUNQUE ESTÁ LLAMADO A SERLO

La primera y fundamental experiencia humana, la que se encuentra en el origen de todo es que cuando un humano nace, todavía no es humano, solo puede serlo.
            En efecto: cuando miramos a un bebé todavía no vemos a un humano de la manera en que sí vemos un perro en el cachorro canino o a un gato en el cachorro felino. El infante es nadie, no ha logrado ser alguien, con una identidad que le permita el reconocimiento por lo que es y las acciones humanas que realiza.
            Una persona con identidad ha realizado acciones que le han llevado a ser reconocida por sí misma y por otros: ha amado, ha decidido, ha entendido cosas, ha realizado actos morales, ha generado relaciones sociales, ha interiorizado una cultura… Pero en el recién nacido no hay nada de ello.
            Es por ello que se dice que al comenzar a existir el ser humano está llamado a ser humano, a ser alguien. Y esa, es precisamente, la tarea de la vida: darse ser; más propiamente dicho, ser-se.
El reflexivo del infinitivo del verbo ser es fundamental para entendernos. El infinitivo es la acción que se realiza y se expresa a través de un verbo: dormir, hablar, preguntar. El reflexivo hace que la operación recaiga sobre uno mismo: hablarse significa hablar a uno mismo; preguntarse significa dirigir una pregunta a sí mismo. De esta forma ser-se significa que la acción de ser la hace uno mismo.

2. SEGUNDA PISTA: EL SER HUMANO ESTÁ LLAMADO A SER-SE POR LOS DEMÁS, CON LOS DEMÁS, PARA LOS DEMÁS SIENDO SÍ MISMO

Imaginemos por un momento que un neonato es como una caja de sorpresas cerrada en la que hay un objeto que saldrá disparado por la fuerza de un resorte en cuanto alguien la destape. Si no es un resorte lo que dispara que el recién nacido comience a constuirse persona, a ser-se, ¿qué es lo que lo promueve humanamente? (Recuerda que pro-mover significa “impulsar el desarrollo o la realización de algo”, según el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española).
            La respuesta es: todos comenzamos el camino de ser humanos porque otro u otros humanos se han comprometido con nosotros. Sin la presencia de alguien que no seamos nosotros mismos nos moriríamos. Comemos, sobrevivimos a las rozaduras que produce nuestra evacuación de heces fecales y orina, al frío porque otro nos cuida, nos alimenta, limpia, abriga.
            Todavía más: hablamos y con ello logramos entender la realidad en la que nos encontramos inmersos porque otros nos dan lenguaje (oral, escrito, gráfico) que es la materia prima para desarrollar el pensamiento, esa herramienta que tenemos para comprender el mundo.
Tenemos cultura, que es una manera de entender y valorar lo real, producto de muchísimas interacciones históricas con las cosas y entre los seres humanos y por ser culturales tenemos un lugar ante nosotros mismos, ante los demás, en el mundo y frente a lo que consideramos trascendente; esto es: sabemos el lugar que nos corresponde como hijos, estudiantes, varones, mujeres, etc por la cultura en la que hemos sido introducidos por los otros que nos han prescindido. Sin la cultura no nos reconoceríamos como nosotros mismos, ni entenderíamos el rol que jugamos, ni valoraríamos muchísimas de las cosas que valoramos.
Al paso de la vida, cuando no solo somos por el compromiso de los demás, sino que nosotros podemos comprometernos para que otros sean los mejores humanos que están llamados a ser, vamos creciendo como personas. Como cuando un padre o una madre o ambos tienen un hijo con alguna discapacidad que no conocen y que condiciona fuertemente a su vástago: al implicarse con sus posibilidades y sus limitaciones. Son personas que crecen como tales en la medida que logran ser padres que interactúan con la discapacidad filial.
Somos por los otros, con ellos y para ellos. A eso se le llama ser en alteridad (esta palabra viene de otra latina que es alter/altris que significa literalmente otro...). Somos quienes podemos ser porque el otro nos regala ser quienes somos… Los padres son padres por los hijos; los amigos por los amigos, los docentes por los estudiantes (y viceversa). Somos en profunda solidaridad, aunque no queramos, porque sin el otro simplemente o no seríamos o nos estancamos en nuestro ir siendo personas.
Y sin embargo, somos desde nosotros mismos. Las experiencias con los demás, lo que vivimos de la realidad lo hacemos parte de lo que somos… A esto se la llama ser en mismidad. Yo soy con mi mamá, pero si me diluyo en ella me detengo como ser; lo mismo cuando me disuelvo en los amigos, en los mandatos de la moda, en las prácticas comunes, del noviazgo o el matrimonio. Debo poder ser reconocible ante mí, ante los demás: debo ser idéntico a mí mismo.
Esto es paradójico (la paradoja es una contradicción en la que lo contradictorio coexiste). No es posible ser humano sino por, con y para los demás; no se puede ser sin uno mismo… Y ambas cosas como una TAREA, una ENCOMIENDA, algo que tenemos que ir siendo, construyendo, creando.

3. TERCERA PISTA: LLAMADOS A SER SIENDO CUERPO Y MÁS QUE CUERPO

El ser humano existe porque comienza siendo una estructura biológica: sometido a las leyes de la física, la química, la biología. No tiene cuerpo (porque no puede dejar de tenerlo) sino que es cuerpo: es corpóreo y como tal es presente a sí mismo y a los demás (somos captados de alguna forma por nuestra corporeidad), es comunicación (con el cuerpo expresamos muchísimo de lo que somos), es situación en el aquí y ahora (espacio temporalidad) y es límite, desgaste, acotación. El mayor límite de todos es la muerte, porque la vida se acaba, la biología colapsa y se disgrega.
            Por excelente y voluntriosa que sea una persona, si su sistema nervioso o endócrino colapsan, su vida cambia o termina, por decir algo. Si fallece un ser querido en un lugar en el que no se está en ese momento, incluso con un gran deseo no se puede hacer presencia física, a menos que haya movimiento, traslado. Cuando se abraza a alguien hasta querer fundirse en el otro, se sigue siendo uno mismo porque se es corpóreo.
            Pero paradójicamente el ser humano es cuerpo, pero al mismo tiempo y sin dejar de ser cuerpo, se es más que cuerpo; es metacorpóreo.
            Por la libertad se pueden superar límites, necesidades y determinaciones (para convertirlas en autodeterminaciones); por el conocimiento se puede comprender lo que algo es, pero también lo que puede ser (aunque en ese momento no lo sea); se puede hacer presente el pasado en el recuerdo. Incluso de alguna manera se puede lograr de manera vicaria la ubicuidad y la asincronía, como en los foros de discusión de una plataforma en línea en los cuales personas de muchos lugares y en distintos momentos pueden lograr una interacción real, aunque no coincidan físicamente; en el amor uno se trasciende y trasciende muchas cosas, pues se compromete en que el otro sea lo mejor que pueda ser, superando muchas cosas que el medio pone. En la cultura somos la resultante de muchas personas que no son uno mismo y en la historicidad somos futuro y pasado, aunque corpóreamente solo exista el presente.
            Metacorporeidad (algunos le llaman espiritualidad) es esta forma de ser que rompe los límites del cuerpo sin dejar de ser un cuerpo limitado. Ser humano es llamado a ser corpóreo y metacorpóreo.

4. CUARTA PISTA: LLAMADOS A SER ENCARGÁNDOSE DE LO QUE SE CARGA A LAS PERSONAS MIENTRAS SE LAS CARGA

Al comenzar la vida el ser humano es cargado por muchas cosas que ni ha querido, ni ha deseado ni ha decidido: su estructura genética, sus sistemas vitales, su temperamento, su estructura psicológica en la que hay pulsiones vitales, introyectos socioculturales y la lucha por conciliarlos; los roles socioculturales, el lenguaje…. Todo eso carga a las personas.
            Pero no solo eso: al paso de la vida la interacción con los demás y con las cosas va provocando cambios, condicionamientos, determinaciones, como cuando se tiene una enfermedad crónica, se pierde un miembro o una facultad en un accidente; se producen miedos por malas experiencias o resentimientos por las frustraciones.
            Y, sin embargo, el ser humano está llamado a encargarse de sí mismo, de su relación con los demás, del mundo en el que vive; de aquello que se lo carga, mientras se lo sigue cargando.
Cuando alguien tiene diabetes, si no se encarga, la diabetes lo cargará sin más, dejándolo sin riñones, sin vista, sin miembros inferiores; pero si se encarga logrará posiblemente un relativo control de la glucosa, una mayor calidad de vida. Lo mismo pasa con los traumas, las frustraciones, las emociones que parecen incontrolables: pueden o no tener la última palabra, y depende de una persona que se encargue de ellos para convertirlos en posibilidades de ser un mejor ser.
            Encargarse de lo que se carga al ser humano significa atender a uno mismo, a la relación de co-construcción con los demás, al mundo; entenderlos, juzgarlos, valorarlos para TOMAR DECISIONES que lleven a ser el mejor ser que se pueda en un momento y circunstancias específicas. Es el llamado de ser libres, de ser autónomos, gobernados por sí mismos y no solo por lo que los demás o las circunstancias manden. El humano es apertura a los otros y a lo otro y tiene que decir su propia palabra ante ellos.
            Autonomía no es autosuficiencia ramplona, sino construirse persona con una identidad suficiente como para poder colaborar codo a codo con, por y para los demás construyendo un mundo mejor, sustentable, en el que uno y los demás puedan vivir humanamente.
            Aquí es muy importante reiterar que el ser humano se encarga de sí mismo, pero también se encarga de los demás (como los amigos que se la juegan por los amigos, los padres por los hijos, los hijos por los padres, los dueños de la empresa por sus empleados) y se encarga de que el mundo, la realidad en la que vive, sea humana y humanizante; porque si vive en una realidad inhumana es muy fácil que su proyecto se frustre.
            Se es libre para la construcción de la propia autonomía, de la sociedad en la que se pueda vivir humanamente y el mundo que lo posibilite: hay que encargarse de la cultura, renovando sus significados; del medio ambiente y los recursos naturales para su desarrollo sustentable… todas las personas tienen allí una cuota de humanidad que aportar.
            Y a quien no se encarga, las propias tendencias o la influencia de los demás o las condiciones del mundo se lo cargan hasta, incluso, privarlo de la vida o cuando menos malograr de alguna forma el proyecto de su vida.

5. QUINTA PISTA: LLAMADOS A SER SIENDO HISTORIA, POLÍTICA

Todo lo dicho nos lleva a la afirmación de que siendo el ser humano corpóreo-metacorpóreo, libre y cultural es histórico; es decir, es capaz de en el hoy entender el ayer para diseñar un futuro con posibilidades humanizantes…. Y eso no se logra en la acción voluntarista e individual, requiere la interacción y colaboración con los demás.
            Hay que organizarse, poner cuerpo, mente y corazón en función de un mundo humano, humanizante, aunque sea imperfecto, amenazante, limitante.
            La tarea de la humanidad posible es apasionante: personalización, socialización, mundanización; heredar la propia biología, la cultura, el mundo con todas sus posibilidades y límites y descubrir que en ellos siempre hay posibilidades nuevas, renovadas, por pequeñas que sean, para que el mundo, la realidad, sean mejores que como se las ha recibido.
            Las personas están llamadas a ver desde sí mismas la realidad, pero más allá de su nariz; a vivirse con identidad propia, pero en colaboración social inteligente, afectuosa, cordial y no exenta de conflictos para construir lo inédito: uno mismo, las propias relaciones interpersonales y el mundo en el que vive.
            Y siendo historia y política se crea y se recrea la cultura, que ya se ha dicho que es un horizonte de significados, de valoraciones que da lugar frente a sí mismo, frente a los demás, frente al mundo.
            Por la cultura se es hombre o mujer de una manera, pero se puede construir otra forma de entender y valorar la virilidad, la femineidad; como cualquier otra cosa: el significado o valor de la familia, de la política, del gobierno, de la amistad, de la frustración, del fracaso, del éxito.
            Las personas se adaptan al mundo que se los carga, pero se pueden encargar de su transformación, sobre todo cuando hay en él, en la cultura, cosas que dificultan la humanización, aunque en otra época histórica y por eso responder al llamado de ser-se con, por y para los demás, encargándose corpórea y metacorpóramente del mundo en el que se es historia, política y cultura es una tarea que llena de coraje, que enardece y arrebata. La historia está llena de mujeres y hombres -anónimos o conocidos- que se la jugaron por la humanidad posible.
            Y la tarea de la humanización se facilita cuando uno asume el patrimonio de sentido común, de reflexiones filosóficas o científicas que permiten conocer, reflexionar sobre la forma en la que se es humano, sobre el mundo en el que se es humano, sobre los dinamismos de humanización para poder diseñar proyectos de vida con los cuales dialogar consigo mismo, con los demás, con la realidad…
            Al fin y al cabo, no hay otra cosa importante que hacer que ser-se humano en la vida que se tiene, pues no consta que haya otra para hacerlo.

PARA IR CONCLUYENDO: BARRUNTO DE LO HUMANO

Para cerrar el camino de señales habrá que decir que si algo se puede decir sobre el ser humano es que es un ser llamado a ser más, corpórea y metacorpóreamente con, por y para los demás encargándose del mundo que se lo carga de manera autónoma y política abierto a la trascendencia.
Abordar estas pistas con el apoyo de las ciencias permite entender el propio dinamismo, las relaciones interpersonales, la manera en que se crea y se recrea la cultura, la historia, las estructuras sociopolíticas y económicas, todo en aras de formular un proyecto de vida humano y humanizante que permita, también a cada uno, dejar huella.
            Solamente no hay que olvidar que líneas como estas no “atrapan lo que es el ser humano”, cuando mucho se convierten en apoyo en la travesía que cada quien tiene que hacer hasta desembocar en las propias respuestas provisionales pero suficientemente cordiales como para orientar los esfuerzos de comprensión y compromiso con la causa de lo humanizante.

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