Autor: José Rafael de Regil Vélez. Si quieres conocer más del autor, haz click aquí
Hace ya algunos ayeres vivía con un grupo de amigos jocosos. Diariamente reíamos, broméabamos por cosas triviales, con juegos de palabras, por sucesos chuscos. Por supuesto que siendo jóvenes más de una vez nos hicimos bromas, nos burlamos e incluso recurrimos al sarcasmo para mostrar nuestra superioridad cuando teníamos diferencias.
Una vez uno de nuestros educadores confrontó nuestra forma de relación... No recuerdo todo lo que nos dijo, pero sí las palabras con las que comenzó a interpelarnos: "Hay risas que liberadoras; pero también risas opresoras". Al menos a mí me acicateó: al paso del tiempo habíamos fincado nuestros lazos -que conservamos varias décadas después- a base de buen humor, ese estímulo que lleva a la risa liberadora; pero también nos habíamos ridiculizado, sobajado, agredido también con humor, pero el que lleva a la risa opresora.
La risa que humaniza
La literatura que revisado en diversas ocasiones coincide en la doble dimensión de la risa que Rod Martin expresa en su Psicología de la risa: la positiva y la negativa. Al final del artículo te comparto tres de esas referencias hemerográficas que puedes leer para profundizar en el tema.
La consideración del académico de la Universidad de Ontario aborda una doble perspectiva: la de la relación con uno mismo y la de la relación con los demás.
En la primera, el humor y su consecuencia la risa nos permiten lidiar con nosotros mismos, con el mundo, con las circunstancias en las que vivimos. Reír de nosotros, reírnos de lo que nos pasa nos permite relativizar lo que nos abruma, lo que nos hace sentir pequeños al grado de condenarnos a la inmovilidad. Al reír así regulamos nuestras emociones porque encontramos las incongruencias de lo que sentimos que nos acecha, esas grietas que nos llevan a la carcajada liberadora.
En la perspectiva de la relación con los demás la risa positiva, llamada técnicamente afiliante colabora al establecimiento de vínculos de amistad, camaradería. Fomenta una actividad festiva ante la vida y reduce las tensiones que surgen cotidianamente en las relaciones que establecemos con las demás personas. Incluso la risa tiene un papel importante en el erotismo de las relaciones en las que las personas crecen en la interacción lúdica del retozo que se da en el coqueteo, en los juegos que implican el compartir genital.
Dieter Oelker llama fundacional a la dimensión humanizante de la risa, porque en el fondo nos lleva al restablecimiento de los vínculos primordiales con nosotros mismos, con los demás, con nuestra circunstancia... Nos posibilita para la labor de encargarnos de nosotros mismos al encargarnos del mundo.
La risa que deshumaniza
La risa negativa, por el contrario, deshace los vínculos con uno mismo y con los demás.
Respecto de uno mismo, es autodestructiva, autodenigrante... puede favorecer y enmascarar conductas ansiosas y depresivas, exacerbar la sensación de pequeñez que es propia de la baja autoestima.
Respecto de las relaciones interpersonales, el humor se torna agresivo. Es un mecanismos de ensañamiento, que al calor de la risa común, del grupo, explota los impedimentos de alguien, sus errores.
En la risa que deshumaniza se ejerce cobardemente la violencia, pues quien la provoca en la burla, la sátira, la ridiculización, la utiliza como práctica de poder para sojuzgar y lo hace al amparo de un grupo que se mofa en un acto socialmente aceptado al amparo del "solo nos estamos riendo"
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Asumir que la risa es una encomienda
El ser humano es el único animal que ríe, señaló Aristóteles. Eso vuelve a la risa un encargo ética; es decir: demanda de las personas la decisión de lograr con ella lo que más contribuya a la realización personal por, con y para los demás favoreciendo la acción de encargarse del mundo, para convertirlo en un "lugar" para la dignidad humana.
Más todavía: la risa liberadora tiene un carácter profundamente amoroso (aquí te puede venir bien echar un ojo a este artículo: Hablemos del amor sin tanta sensiblería), pues promueve el bienestar propio y de los demás y facilita el compromiso histórico.
La comedia es una forma de ver y contar el mundo que nos puede reconstituir. Los comediantes se mueven en el delicado filo de la ética. Seguirles el juego cuando tratan de provocar la risa a costas de los demás con los demás es complicidad de violencia, de una acción poco ética. Hay que ayudarles exigiendo que pongan toda su capacidad de inteligencia para generar humor afiliativo, solidariamente vinculante, ingenioso.
La acción humorística es radicalmente ambigua -como todo lo humano- puede favorecer o desfavorecer los vínculos consigo mismo, con los demás, con la realidad. Se inscribe en el amplio, indeterminado y determinante mundo de la libertad, la creatividad, la criticidad, la solidaridad, la integración afectiva...
Humanizarnos, liberarnos riendo es una posibilidad a la que desde mi perspectiva bien vale apostar; al mismo tiempo que denunciamos y combativimos las condiciones del humor y la risa que deshumanizan, aun cuando sean socialmente aceptados.
Lecturas sobre la risa:
Jáuregui Narváez, Eduardo, & Fernández Solís, Jesús Damián (2009). Risa y aprendizaje: el papel del humor en la labor docente. Revista Interuniversitaria de Formación del Profesorado, 23(3),203-215.[fecha de Consulta 31 de Marzo de 2022]. ISSN: 0213-8646. Disponible en: https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=27419066011
Oelker, Dieter (2017). Apuntes sobre amor y risa. Atenea, (516),151-166.[fecha de Consulta 31 de Marzo de 2022]. ISSN: 0716-1840. Disponible en: https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=32854633010
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