Caminar, vivir, compartir...

Durante años viajeros han apuntado en libretas sus vivencias, hallazgos, descubrimientos, curiosidades... Esta es una de ellas, con los apuntes al vuelo de este viajar por la vida . Estas notas brotan de lo que va pasando por mente y corazón en el auto, en la charla, al leer o mirar multimedia. Y se convierten en un espacio de convergencia entre los amigos, quienes también aquí pueden compartir los apuntes que van haciendo de su caminar por la vida.

miércoles, 13 de diciembre de 2023

El día que me maravilló la navidad... (aunque me choca el tiempo navideño)

José Rafael de Regil Vélez. Si quieres conocer más del autor, haz click aquí


Lo reconozco, aunque a quienes me conocen no les resulta: el tie mpo navideño para nada es mi hit.

No sé si sea producto de mi infancia, de noches interminables en casa de mi tía, saturada de ornatos, de personas ruidosas, en las que todos los primos hacíamos "numeritos" que nuestras mamás nos ponían a preparar semanas antes.... O por mi agorafobia, que en estos tiempos se intensifica en las calles o los centros comerciales o porque nunca los villancicos y yo hemos sido "uno mismo"...

Pero no, no me gusta lo navideño...

Y sin embargo, debo confesarlo... Hubo un día en que me maravilló la navidad. Y todo encajó en su lugar.

Fue un relámpago, una de esas visiones que tiene uno en las que se recorre el velo y queda ante nosotros una clara y diáfana realidad ante la cual no podemos quedar indiferentes; experiencia pura de la aletheia, pues.

Ya había caído en cuenta de la pequeñez del pesebre (del nacimiento), de la humildad extrema que se atribuye a la natividad de Jesús y cómo de allí surgieron cosas grandes en la historia y en la experiencia de fe. Excelente símbolo de la grandeza de lo humano que en la realidad existe en la pequeñez de las cosas de cada día, al menos en la versión que nos regalaron Francisco de Asís y los suyos, los hermanos menores conocidos desde entonces como franciscanos.

En esas andaba, cuando de alguna manera pasaron frente a mi sentir, en mi imaginación, millones de mujeres y hombres que a lo largo de dos mil años han vivido la vida conforme a la buena noticia que han encontrado en Jesús y que modificó su existencia para siempre. 

En la experiencia cristiana de Dios quedaron invitados, pro-vocados, desafiados, en un proyecto de fraternidad, de veracidad, de creatividad, de justicia, de libertad en el que transcurrieron sus días, sin aspavientos, sin siquiera hacerse merecedores de una de las millones de páginas en las que se ha escrito la versión que nos llega de la historia.

Sí... de la navidad se ha seguido la metanoia, la conversión, el cambio existencial de mujeres y hombres en todas las latitudes, en un sin fin de épocas, que se da en la apuesta por la vida, porque se ha experimentado que Dios reina cuando en la fraternidad de alguna manera hacemos un mundo en el que quepamos los más posibles, en el que las posibilidades crezcan como devenidas de un grano de mostaza.

No se trata de una persona, o dos, sino de millones y millones... y en la navidad, como en la Pascua, estamos contenidos cada una de ellas (¡¡¡para ese momento yo ya estaba incluido en mi propio desvarío!!!).

Quedé maravillado, lleno de esperanza, confirmado en aquello a lo que he apostado la vida desde niño y en lo que sigo empeñado ya casi sexagenario: en la pequeñez de un nacimiento anónimo, en la disposición de una muchacha y su esposo, en la buena aventura de unos pescadores se encuentra la génesis de algo inmenso, pero que sigue siendo tan pequeño que para ser divisado requiere de la contemplación de lo aparentemente insignificante.

Es el terreno humanizante de la madre y el padre que se levantan cada día para compartir vida con los suyos, de los líderes de equipo que lanzan a las personas en pos de lo mejor de sí mismas en un trabajo conjunto que puede hacer economía con rostro humano; en los esfuerzos de quienes se comprometen para que la violencia doméstica no nos sea indiferente, ni cualquier tipo de violencia.

Sí, la pequeñez del pesebre tiene conexión con muchas personas comprometidas con los que migran en condiciones de vulnerabilidad, con los intentos de mejor educación para los que menos tienen, con educadoras y educadores de una pieza que acompañan seguros de que lo humanizante es buena apuesta.



Y todo eso transcurrió ante mi vista, mi imaginación, mi pensar como una ráfaga que me dejó atónito. Me maravilló, me maravilla y creo que me seguirá maravillando la fuerza del Evangelio con su paradoja de grandeza en la pequeñez, con su realidad casi imperceptible en nuestros días y a nuestro alrededor.

Desde ese día la parafernalia navideña me sigue siendo casi insufrible; pero la navidad... Esa sí que ha marcado mi vida.

* * * * * * * * * * * * * * * * * * * * *

Síguenos en redes: