Autor: Edmundo Castillo Galarza.
A Edmundo recientemente lo conocí. Coincidimos en un posgrado que versa sobre la Tolerancia y la Paz Mundial. En una sesión en la que tuvimos que practicar un poco de oratoria, él nos contó esta historia que me parece por demás apropiada para hablar de una experiencia fundamental para los procesos humanizantes: la amistad. Deseo que la disfrutes tanto como yo lo he hecho: y que podamos juntos decir: ¡que vivan la paz y la amistad: para siempre!
* * * * * * * * * * * * * * * * *
Hace más de 85 años ocurrió una guerra entre bolivianos y paraguayos, que llegó con el sacrificio de tantos jóvenes que ofrendaron sus vidas por un ideal as veces desconocido. Hoy ya no es propicio hablar tanto de una guerra infortuna, que dejó en tierra la sangre de jóvenes inocentes. Ahora, es mejor hablar de paz y de amistad.
Voy a recordar,
la historia más hermosa de la historia universal de las guerras. Es la historia
que escribieron dos amigos enemigos. Se trata del capitán Tomás Manchego
(boliviano) y del teniente primero Fernando Velázquez (paraguayo).
Estos amigos, se conocieron, cuando aún eran cadetes en la ciudad de Buenos Aires. Cuando Argentina, celebraba el 150 aniversario del natalicio del General San Martin. El destino, los reencontrarían nuevamente, pero esta vez en circunstancias muy distintas.
Cuando el Paraguay intentó su incursión al norte
del Chaco Boreal en el famoso caso Vanguardia. El ejército paraguayo, toma por
asalto dicho fortín y los bolivianos poco pudieron hacer ante la irrupción de
tan formidable superioridad. El teniente Tomás Manchego fue tomado prisionero y
llevado a Bahía Negra, donde permanecerá cautivo más de tres meses. Su
custodio, sería justamente su amigo, el teniente Fernando Velásquez, pero en
vez de odiarse, consolidan su amistad con lazos tan fuertes, que después, ni la
muerte podría romper.
En 1932, se desataría finalmente la guerra que comienza con
la gran batalla de Boquerón. Lo más selecto de la juventud paraguaya, se
alistaría para la retoma de este fortín. Grandes cantidades de soldados
paraguayos, se estrellarían contra una formidable defensa boliviana. El 10 de
septiembre, el regimiento Boquerón, tendría una fuerte confrontación contra la
Punta Brava, donde cayeron cientos de soldados paraguayos.
El 15 de septiembre, los bolivianos, verían a un soldado
paraguayo que camina totalmente ido, sin saber a donde ir. Los soldados
bolivianos gritan…
- Alto paraguayos, no disparen, saldremos a recoger a su
camarada…
Camilleros bolivianos, rescataron al soldado paraguayo. Esa
noticia llega a los oídos del capitán Tomás Manchego, que decide ir a ver de
quien se trata. Al ver al soldado paraguayo, exclama…
- Pero si a este pila yo lo conozco, el es mi amigo, es Fernando Velásquez.
Se saca el pañuelo
y le cubre la herida que este tenía en la sien derecha y le ordena al médico
que lo atiende lo mejor que pueda, pero es muy poco lo que pueda hacerse,
debido a la falta de medicamentos.
Manchego visita a su amigo cada vez que puede, pero es muy poco lo que se puede hacer, la herida esta infectada. Pero Velásquez se da cuenta de quien es el que está a su lado, y en los momentos que puede entrar en sí, estira su mano izquierda y ofrece su anillo de bodas a Manchego y exclama:
- Familia… familia.
Manchego promete a su amigo hacer llegar el anillo a su
familia.
10 días después, el 25 de septiembre, finalmente muere
Velásquez. Manchego llora en el cuerpo su amigo y ordena que sea enterrado en
un lugar preferencial en el cementerio, del bolsillo del paraguayo, se extrae
una foto, de una mujer muy hermosa y su hija que tiene una leyenda… para mi
amado esposo… te esperamos en casa… tu esposa y tu hija.
Al día siguiente, el 26 de septiembre, cae herido el capitán
Manchego, una granada de estoque, le voló una parte de la cabeza, es llevado de
inmediato a la sanidad, pero es muy poco lo que se puede hacer. Manchego sabe
que va a morir y ordena a sus soldados que sea enterrado al lado de su amigo
Fernando Velásquez.
La batalla ha terminado. El Mayor Arturo Bray, está conversando con otros camaradas y dice…
- Ese Velásquez es un cobarde, un
desertor, nadie sabe dónde está.
El Mayor Alberto Torrico, está escuchando la charla y dice…
- Ningún cobarde, Velásquez está enterrado en el cementerio. Exhuman los cuerpos
de los dos amigos y se extrae el diario de guerra de Manchego que se habían
enterrado junto al cuerpo, ahí estaría escrita toda la historia. De no haber
sido exhumados los cuerpos, tal vez nunca se conociera la historia.
Es triste saber que este acto, a veces no es replicado ni
por hermanos de sangre y que estos amigos hayan cultivado para la eternidad.
Luego se intentaría recuperar el cuerpo de Manchego para su repatriación, pero
la amistad es mas fuerte y no se puedo separar a estos dos amigos que disfrutan
de la paz por la eternidad.
Mi admiración y la gloria por estos valerosos hombres que
nos enseñan que la amistad es lo que debe primar en todos los tiempos y en todo
lugar.
Gloria a Tomás Manchego… Gloria a Fernando Velázquez
Que vivan Bolivia y Paraguay, juntos para siempre.