Caminar, vivir, compartir...

Durante años viajeros han apuntado en libretas sus vivencias, hallazgos, descubrimientos, curiosidades... Esta es una de ellas, con los apuntes al vuelo de este viajar por la vida . Estas notas brotan de lo que va pasando por mente y corazón en el auto, en la charla, al leer o mirar multimedia. Y se convierten en un espacio de convergencia entre los amigos, quienes también aquí pueden compartir los apuntes que van haciendo de su caminar por la vida.

lunes, 25 de marzo de 2024

¿Y si buscáramos a Dios, por dónde podríamos empezar? En la efeméride del Verbo Encarnado

 José Rafael de Regil Vélez. Si quieres conocer más del autor, haz click aquí

Hoy, alguien que quiero mucho, me recordó que el 25 de marzo se celebra la efeméride del Verbo Encarnado. No suelo pensar mucho en ello, porque los calendarios suelen hablar de la fiesta de la Anunciación... Será que nos gustan las imágenes de ángeles, de apariciones, de rompimientos de la vida diaria para que lo divino haga apariciones tan aparatosas como lo que pintan los iconos en las escenas del ángel Gabriel anunciando a María que la invitaban a ser madre de Dios a lo cual ella respondería con la palabra que nos ha llegado en latín: fiat, o sea, ¡hágase!, que en un castellano más coloquial podría ser traducida como ínguesu... le entramos de a como nos toque...

Pero en realidad quiero compartir algo muy personal, lo que ha significado y significa para mí la encarnación.

Hace un tiempo escribí un texto, para esa efeméride que solemos llamar Miércoles de ceniza, compartiendo que en ella yo encuentro la invitación a vivir en el barro que somos y la ceniza que seremos (Somos humus, somos humanos: provocaciones humanizantes en el miércoles de ceniza). Y en esa misma tónica he experienciado en mi vida cotidiana desde hace muchos, muchísimos años, que se da un encuentro y diálogo amoroso con Dios en el cual yo si creo (¡Habrá que creer! ¡Sí! Pero... no cualquier cosa) y desde la cual pienso que se puede dar el compromiso con lo humano y lo divino sin escisiones, que terminan siempre resultando en detrimento de lo humano por un engrandecimiento de lo divino que no pocas veces ha sido motivo de abandono del compromiso personal, interpersonal sociopolítico y ecológico, sin el cual lo humanizante termina reducido a caricatura (Cuando la vida nos aprieta... ¡y nos vivimos agobiados! No te salves. A 50 años del poema de Benedetti)

Una experiencia contagiada por milenios


La expresión "verbo encarnado" nos remite a una expequriencia que muchas personas han tratado de poner en palabras, esas dos, precisamente.

El contexto teológico desde el cual suele ser explicada es el siguiente: el pueblo judío, que había recibido las promesas de Dios desde antes de su constitución, esperaba al salvador... Una irrupción de Dios para que pusiera las cosas a su favor, y no solo en lo personal y en la oración dentro de la habitación propia, sino sobre todo en la convivencia sociopolítica: porque llevaban años de ser conquistados... "El pueblo gime en el dolor ¡ven y sálvanos!, a Dios levanta su clamor, ¡Ven y sálvanos! suele cantarse en adviento y cuaresma en las celebraciones litúrgicas y que remite al deseo del éxodo, de la pascua: y que a lo largo de la historia ha derivado en espiritualismos e intimismos que si bien responden a una dimensión de trascendencia, olvidan nuestra inmanencia: que Dios intervenga, que todo quede arreglado, que lo divino.

La experiencia de muchas otras personas -entre las que me incluyo- es un poco diferente: Dios responde al clamor, pero no interviniendo majestuosa y divinamente rompiendo la historia, acomodando las cosas para que todo lo que nos causa dolor desaparezca, sino en Jesús, que dice la fe que se encarnó y vivió entre nosotros.

Hay en la experiencia cristiana de Dios la convicción de que en Jesús -Dios hecho hombre- lo divino se integra en lo humano... Así lo cantaban las primeras comunidades cristianas en un himno que recogió la carta a los Filipenses: ¡¡¡Jesús no retuvo para sí lo divino, sino que se hizo humano hasta morir y por muerte de cruz!!! Y si él es la palabra, el verbo, de Dios, entonces a Dios se le escucha en lo humano, en la historia, en los avatares de esta humanidad brotada del lodo, del barro.

Sí, sé que a muchos no les resulta atractivo ni chistoso encontrar a Dios en lo humano, tan cotidiano, tan lleno de pobreza, de violencia, de desamor, tan pequeño e insignificante (Frente a la lógica de la violencia, la locura del pesebre, también La grandeza del poder de las pequeñas cosas de cada día)... Pero es que justo allí se encuentra la riqueza, la paz, el amor, las posibilidades de vivir como Dios quiere, de que reine Él, que siendo padre, nos hermana para que juntos afrontemos las vicisitudes de lo humano y no para que nos evadamos de ellas.

Desde allí se entiende el imperativo ético que se encuentra en las bienaventuranzas y en Mateo 25, la parábola del juicio final: a Dios se le encuentra cuando se atienden las necesidades de los hermanos y las propias, especialmente cuando se está en desventaja (la cárcel, el hambre, la enfermedad, la pobreza que atrapa y constriñe) y desde allí se construye la paz. Son las obras a las que se refiere el capítulo 2 de la carta de Santiago y el 5 de la carta a los Gálatas... 

Y así vistas las cosas, eso que pensamos indigno, sucio, humano -demasiado humano- está lleno de buenas noticias porque lo de Dios ya está aquí semillas del verbo están aquí, en el más acá y no allá, en el más allá. Y como semilla resulta una invitación para reconocerla, abonarla, cultivarla y disponerla para que dé el fruto de plenitud que seguramente será mucho más grande que la pequeñez de la semilla. 

Pasión por ser humano contagiada


He recibido la pasión por ser humano de muchas personas, como un contagio... De mi madre (siempre metida en ver cómo sacaba adelante a sí misma y a los demás), de mi familia, de mis amigos... Pero también de algunos muertos que siguen vivos... 

Para mí la búsqueda de lo de Dios (y sé que al decir eso me comprometo) siempre ha sido algo importante. Con Ignacio de Loyola fui descubriendo que para ello discernir lo cotidiano, lo que suele llamarse pecaminoso, lo oscuro, nos permite encontrar lo agraciado, lo luminoso, las invitaciones para ser compañero de construcción del Reinar de Dios con Jesús y con muchos más; con Francisco de Sales y Juan Bosco fui encontrando que en lo de Dios hay que echarse un clavado allí donde uno está, para hacerlo diosmente: el cumplimiento diario de los deberes; con Felipe Neri que eso de vivir en la onda de Dios se puede resumir en un "sé bueno, si puedes" (así que intenta vivir para saber qué tanto puedes); con el mismo Ignacio que amar y servir se funden en una acción humanizante que brota de Dios, llega a Dios pero siempre en el barro de lo humano; con Julia Navarrete que amar y consolar son el camino de la oración que brota en y desde lo humano, para llevarnos a lo divino... Se trata de contemplar en la acción, 

Y todo eso está expresado en dos palabras Verbo encarnado. San Justino, por allá de los primeros años de la vivencia cristiana, tratando de resolver si lo de Dios se encuentra solo en "lo de Dios" o también en lo humano (por ejemplo, el pensamiento de los filósofos que no habían conocido a Jesús ni a la Biblia) nos regala la expresión que después el Concilio Vaticano II retomó para hablar de la misión a la que toda comunidad de bautizados está invitada: descubrir las Semillas del Verbo que se encarnó para descubrir en la tierra, el polvo, el barro en el que se encuentran y volvernos cómplices de su cultivo para que los frutos a los que ya he referido en las bienaventuranzas, la parábola del juicio, y que en realidad están presenten todas las parábolas y acciones de Jesús y en el compromiso de millones de mujeres y hombres que no han sido "notorios" pero que nos han legado que lo de Dios se encuentra en lo humano y que es invitación para llevar a lo humano a lo de Dios: en el amor que busca la justicia, en la esperanza llena de razones, en la fe en que Dios reina ya ahora con nosotros y después también.

Yo en mi búsqueda de Dios he empezado desde muy joven en lo humano, en lo de cada día, conforme me fue contagiado. Y siempre, invariablemente, me ha llevado mucho más allá, porque la pequeñez es grandeza vivida Diosmente. Y esta experiencia me ha permitido vivir en la comunión de la esperanza de un futuro más como Dios quiere que comienza en el presente que de muchas pequeñas formas ya está lleno de lo que Dios quiere... Y sí, eso es lo que celebro en la efeméride del Verbo Encarnado.

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